Sin duda que lo fue. Animó a la mayoría nacional en su creencia que será siempre el ejercicio del voto quien resuelva, cuando se ejerce libre, soberana y democráticamente -no con trampas como acostumbra el socialismo- cualquier cambio de gobierno.
Dejó en el pasado el empleo de los fusiles en manos de golpistas, con o sin uniforme, haciéndose pasar por patriotas; o de civiles de ideas totalitaristas disfrazados de revolucionarios.
Fue, además, una clara demostración de valentía, porque una inmensa mayoría de ciudadanos, cansados de soportar tanto denuesto, irrespeto, sacrificio, desengaño, persecución, prisión, desaparición, violación de los derechos humanos; dilapidación y robo del tesoro público y de burlar la constitución de la república, le dijeron NO al régimen empeñado, a lo Hitler, en gobernar mil años.
Una lección mayor la dada el 22 de octubre que conmovió al mundo, que la observó como pulcra en su organización, efectiva en su propósito y que derrotó, una por una, las tantas maniobras del régimen por impedir las primarias, dejándole una honda y mortal herida que, visto está, no tendrá tiempo para cerrarla; que se irá agrandando por el miedo a la derrota que sufrirá en los comicios del venidero 2024.
Mientras, la mayoría democrática sigue creciendo a favor del cambio y cada día reforzando su unánime decisión de llegar hasta el final, con María Corina Machado, la candidata de toda Venezuela, a la Presidencia.
Decreto desde ya firmado por multitudes que izan la bandera de la liberación con sentido de responsabilidad hacia el país, su gente y su futuro, lo cual es una verdad irrebatible que, por más intentos por impedirlo que haga el régimen, no lo logrará con medidas, planes o programas que tienen mucho de populismo y nada de efectividad.
La primaria, organizada, dirigida y defendida por los ciudadanos, que resistió inconmovible los ataques miserables del régimen, desesperado como sigue estando al verse abiertamente acorralado por la sociedad civil; fortalecida con la moral de saberse dando una lucha justa que nuestra Carta Magna aprueba y defiende, avanzó y pudo empinarse por sobre las dificultades con innumerables resultados.
Por lo pronto, dos millones quinientos mil puñales lo hirieron, se repite, a extremos de no poder recuperarse. Fue una avalancha de votos que, solo multiplicando por cinco, la cifra de sufragios a obtener, según los entendidos, elegiría a María Corina Machado como la segura presidente de la república.
Creyó el régimen que los ciudadanos se habían acostumbrado a soportar tanta infamia, vilipendio, desprecio, baldón, ignominia y oprobio por parte de la claque gobernante. Pero su equivocación fue todo un mazazo, que no de utilería, sino de hierro, que lo desequilibró de manera fulminante, quedando advertido que el tiempo que le resta en el poder, mejor debe emplearlo en arreglar el gigantesco enredo en que convirtieron el delicado asunto del manejo de la cosa pública.
De lo restante, se encargará la Justicia -con mayúscula esta vez-, porque en el gobierno de María Corina Machado sí habrá una real independencia de poderes.
La lección mayor, como tal aceptada por la gente responsable, que verdaderamente ama a Venezuela también trazó, y para siempre, el camino recto que nuestra nación comenzará a transitar en lo adelante.
Los venezolanos, entusiastas porque muy pronto vivirán de nuevo en un país realmente libre en todo sentido, así lo han entendido, colocándose en el lado correcto de la Historia. También fue una lucha del bien contra el mal, que la ganó el bien, verdad que nadie discute.
Igual debe decirse, fue una advertencia. Los ciudadanos, estrechamente unidos en un solo propósito: detener la caída del país y sus instituciones en el peligroso barranco al que lo viene empujando un régimen sin freno alguno, decidieron dar un paso firme y enfrentar, sin violencia y haciendo uso de los derechos que otorga la constitución, los desvariados intentos continuistas de un socialismo que ha fracasado en todas partes, y que viene ganándose la repulsa continental.
El proceso de elección primaria, que fue democrático, legal y de manera valerosa llevó a feliz término la Comisión Nacional que presidió el eminente abogado Jesús María Casal, junto a su distinguido y eficiente equipo, constituyó un adelanto de lo que habrá de ocurrir en el momento exacto de la elección presidencial.
Ya Venezuela le anunció al mundo cuál es su decisión y el por qué elegirá Jefe de Estado a María Corina Machado, demostrando lo grande y poderosa que es la determinación ciudadana de que así suceda.
AngelCiroGuerrero