Provoca recordar a nuestro desaparecido amigo, el poeta Caupolicán Ovalles con su terrible “Duerme usted, señor presidente”, que en su tiempo conmocionó no sólo a las letras sino a Venezuela entera. Era la suya, una poesía demoledora, de irrespetuosa denuncia pero muy bien escrita. Ahora, vale la nuestra, modesta pero firme, para preguntarle al que quiere atornillarse en el poder, si la inhabilitación, es el más terrible de sus sustos, señor presidente.
Y preguntarle es necesario o debemos esperar alguna otra medida más infame, producto de la desesperación que cunde a todo el liderazgo psuvista, que no los deja dormir, que los espanta y tiene presos, incómodos, sin saber qué hacer para impedir que la multitud que sigue a María Corina, mejor todavía, porque va creciendo, la avalancha los arrase y los deje para siempre fuera de Miraflores, de la política, cuidado si de la historia.
Esa jugarreta, que de antemano les salió torcida al contralor que no controla ni controló a tipejos como el Alí Babá ladrón; ni a los rodilla en tierra magistrados del bufete presidencial; tampoco al psiquiatra que pretende siquitrillar a la oposición entera, menos al fiscal que no fiscaliza lo que no le conviene a sus adláteres, sin olvidar al repartidor de mazazos, nadie lo duda, todo el mundo lo comprueba, es producto del miedo que se le tiene a María Corina, que va campante, responsable, valiente, decidida y feliz, encabezando la gran marcha de la victoria que llevará a la líder del pueblo hacia la presidencia de la república, duelale a quien le duela, poquitos, por cierto, y desde ya es alegría inmensa del pueblo venezolano.
Claro que se sabía, Se esperaba. Faltaba que dos honorables ciudadanos, representante de los oprimidos, un diputado picado de alacrán, que también “aspira derrotar al gobierno”, del cual es ficha muy importante en el macabro juego que lideran los altos jefes rojos, y un ilustre desconocido en el mapamundi, en alocada búsqueda de cinco minutos de gloria, solicitaron conocer la situación en que el gobierno mantiene a María Corina y su rebuscada inhabilitación por una larga lista de pecados cometidos, incluyendo toda clase de argumentos, para acusarla de traidora de la patria y cabecilla de todos los males que han aquejado a la república desde que la gloriosa revolución llegó transformando lo bueno en malo cuando su obligación era convertir lo malo en bueno.
Esa inhabilitación, que se le impuso, entre otras cosas porque le dijo, en su cara, al comandante para siempre ido, que expropiar era robar porque a los expropiados no se les canceló ni una sola puya por lo que le robaron, perdón, le expropiaron, venció. Pero el contralor que no controla al gobierno sino a la oposición, la engavetó y nunca expidió el finiquito, dejando el caso abierto, esperando que lo bristolease y lo ratiscasi un par de vivos busca-votos.
Tan vil acción, que nunca jamás se la perdonarán los venezolanos al chavismo, tiene infinidad de lecturas, pero vale una sola: es el modo de actuar, nada democrático y mucho de terrorista con el cual el gobierno quiere prolongar su estadía, creyendo que el pueblo va a dejar sola a María Corina.
Enorme equivocación.
Ahora, se triplican los apoyos que están germinando, como flores de la esperanza, en todas las barriadas de las grandes ciudades, comenzando por Caracas, y en los pueblos de todo el interior de la república. Desde los Llanos a Guayana, desde el Centro al Zulia, desde el Oriente y Nueva Esparta hasta los páramos andinos. Toda una nación movilizada detrás de una líder que dice verdades y, con fuerza, voluntad e inteligencia, está trazando desde ya cuál será el rumbo definitivo de una Venezuela de todos, donde la paz se asienta entre la democracia y la libertad.
Por eso el gobierno la inhabilitó. Al principio le tenían miedo, mucho miedo, pero ahora es pavor, mucho pavor. No hay nadie que lo pueda negar, so pena de correr el riesgo de que millones de venezolanos le llamen bruto o estúpido.
ÁngelCiroGuerrero