Son seis años de presencia masiva de venezolanos en Trinidad y Tobago. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), estima que los criollos sobrepasan los 40 mil en esa nación. Si bien la incidencia inflacionaria no es significativa, afecta sobre todo a los migrantes y una parte de los trinitarios como tal, reporta el portal Tane Tanae.
La inflación venezolana incide por vía de la ilegalidad. Entre ambos países ha crecido el comercio informal, teniendo como bases operacionales en Venezuela a los estados Sucre y Delta Amacuro. Trinidad y Tobago no posee terrenos tan aptos (si se compara con Venezuela) para la ganadería y la agricultura. Por su condición geográfica de ser una isla, incide en la calidad de sus rubros agropecuarios.
«La carne de aquí no es buena como la venezolana, igual pasa con todos los vegetales», dijo Rafael González, un deltano migrante que está en Trinidad y Tobago.
De acuerdo a la Oficina de Estudios Económicos de Colombia, Trinidad y Tobago importa la mayoría de sus productos de países como, EE.UU, Rusia, China, Colombia y Brasil, al menos para el año 2018. Cuando de rubros proteicos con cadena fría se trata, estos pierden la calidad por el tiempo en el que demoran en arribar a esa nación. En este sentido, el mercado ilegal desde Venezuela comenzó a cobrar fuerza en el 2017, en plena ola migratoria de criollos.
Delta Amacuro comenzó a exportar productos como carne de res, queso y vegetales como plátano, yuca, plátano y maíz. Mientras que el estado Sucre lo hizo con rubros no perecederos de Empresas Polar: harina de maíz (pese a que esta ya posee un mercado legal) malta, jamón, margarina, enlatados, crema dental, café, entre otros.
Alrededor de 40 mil venezolanos acuden a este mercado ilegal para satisfacer sus necesidades, si se toma en cuenta los datos de Acnur. No obstante, de por sí son artículos caros.
Notiespartano/TaneTanae.