En una sociedad sus integrantes tienen la enorme tarea y responsabilidad de aportar su cuota-parte de esfuerzo para que funcione. Sólo así marchará al ritmo deseado por el colectivo y podrá distribuir mejor los beneficios que se le demanden como agrupación social, siempre y cuando se cumplan sus cometidos. Es decir, cada ciudadano está, digamos que comprometido, a representar su papel protagónico y tal cumplimiento le otorgará el derecho a ser respetado, defendido y tendrá bien merecido reconocimiento.
Vivir en sociedad es asunto de suma importancia, que requiere saber comportarse, ser participativo, tener claro el papel que le corresponde interpretar y, acatar leyes, normas y reglamentos que delimitan perfectamente el proceder cívico. Desde luego, hay excepciones. No todos piensan de este modo ni menos están dispuestos a un comportamiento ciudadano acorde, por carecer, en la mayoría de quienes así actúan, una serie de razones que determinen su actuación.
Pueden ser disímiles sus casos.
En la mayoría, la educación recibida en el hogar y también en la escuela –si acaso la tuvo- quizás no fue la mejor. Faltó carácter, enseñanza y aprendizaje, deseo de superación y especialmente el medio en que desarrolló su infancia y adolescencia no fue el más conveniente. Tales razones son fundamentales en su crecimiento y, de no haber sido a tiempo subsanadas, desde luego habrán de influir para siempre en su conducta frente a la sociedad.
Los tiempos que se viven no son nada agradables por la cada vez creciente y aguda problemática que nuestra sociedad presenta cada día: lo compleja y difícil situación política, de tanto conflicto, enfrentamiento y dureza en todo sentido, donde no hay entendimiento alguno; la economía nacional problematizada a extremos francamente peligrosos, por más que se quiera mostrar lo contrario y un día a día complejo. Pero aun así, resulta necesario, imprescindible, obligante y justo que el papel de cada quien en la sociedad deba ser el correcto.
Colocarse en contra, aparte de no ser nada fácil, evidencia debilidad. Estar dentro y vivirla de acuerdo con la ley es lo normal, como normal debe ser el que esa sociedad tenga siempre dispuesta una actitud de ayuda, que facilite la inclusión, que no la exclusión, del que está marginado por razones tan poderosas que no ha podido resolver. Así, la sociedad debe empeñarse, a través de las instituciones, que son diversas tanto públicas como privadas, en desarrollar cada vez más planes y programas que atiendan el mayor número de casos y, entre unas y otras solucionar la problemática planteada.
Eso es lo correcto.
Es esa la tarea de todos, importante, firme, decidida, demostrativa de la sensibilidad que se tiene para resolver, de acuerdo a la realidad imperante, que obliga a empinarse sobre la adversidad y concretar soluciones. Es lo que está haciendo Morel Rodríguez Ávila en su actual gobierno. Una tarea de todos por todos para favorecer a todos.
Poco a poco la está logrando en las comunidades insulares con la puesta en práctica de emprendimientos que van, desde la asistencia crediticia a campesinos, pescadores, transportistas y artesanos al escolar, al bachiller que accede, por sus buenas notas a la beca para cursar sus estudios superiores; la distribución gratuita de la bolsa alimentaria y la inmejorable atención del Tren de la Salud, sin olvidar los restantes apoyo económicos-sociales que prestan los distintos organismos del gobierno regional.
Una tarea, en fin, que demuestra preocupación y constancia por la incorporación a la sociedad de quienes están fuera por múltiples razones, pero a los que se les están abriendo las puertas, a través de organizada ayuda para su reincorporación.
La pobreza está en todas partes y combatirla es una obligación gubernamental. De allí que la gestión que adelanta el gobernador con su equipo está resultando muy positiva, sentimiento que refleja y reconoce la ciudadanía en todas partes. Hay un buen desempeño, alejado de lo publicitario y concretado en realidades, que está horadando profundamente en las causas para responder con soluciones. Ello demuestra capacidad suficiente y entendimiento bien claro de cuál debe ser la tarea de un gobernante.
ÁngelCiroGuerrero