La historia registra, entre sus páginas más tristes, como doloroso ejemplo, los hechos perpetrados por los dictadores a lo largo de los siglos, en contra de quienes se les opusieron clamando libertad. Todos, sin distinción alguna, protagonizaron en su tiempo cualquier clase de fechorías y crímenes de lesa humanidad y, en su inmensa mayoría, quedando impunes.
En los pueblos arrasados, exterminados por las invasiones y las guerras en cualquier territorio de los cinco continentes, el número de víctimas no tiene cifras precisas, todavía, que determinen la sumatoria exacta. Los historiadores han señalado sólo aproximaciones de lo acontecido en las centurias transcurridas, aunque en algunas naciones se sabe que, para conquistar el poder, los subyugadores cometieron las masacres más horrendas que diezmaron, casi, su población a extremos inconfesables.
Pero, ya en el siglo XX, las dos guerras mundiales costaron 10 millones de muertos en la Primera y 60 millones en la Segunda, entre soldados y civiles, y las 214 mil víctimas que cobraron las dos bombas atómicas que los EE.UU lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki. Ambas conflagraciones tuvieron su origen en el sueño expansionista, que generaron cambios profundos, sustanciales y múltiples conflictos políticos posteriores a la fecha ya exhaustivamente analizada. Pero hay otras tan igualmente terribles que la propia Historia jamás podrá perdonar y menos olvidar.
Los dictadores, de derecha y de izquierda extremas, destacan por sus latrocinios en la búsqueda del poder absoluto, que lograron en las naciones donde se enquistaron finalmente, por la vía del terror.
Citemos a los más asesinos:
Hitler, que instauró en Alemania -y parte de la Europa que logró invadir- su III Reich, al cual le auguró Mil Años, bajo el terror y el exterminio de 6 millones de judíos, sin contar las poblaciones civiles de las naciones conquistadas. Polonia especialmente, porque fue el escenario donde, con su invasión, desató la locura este verdadero genio del mal, el Führer.
Mao, el mayor genocida del mundo conocido, fue el dictador que dominó China, matando 70 millones de personas. De ese doloroso crimen, 20 millones perecieron condenados a muerte por hambruna, víctimas de las marchas y contramarchas de la revolución roja, más las propias matanzas que emprendió contra las facciones de sus opositores.
Stalin, que ordenó la desaparición de 20 millones de rusos, sólo movilizándose de un pueblo en pueblo, de una a otra región precisamente para que muriesen de cansancio y hambre en esas trágicas y obligadas migraciones por toda la inmensa geografía soviética; además de los presos en cerca de 3 mil campos de concentración (los Gulag) en lo más profundo de Siberia y los asesinatos de intelectuales, religiosos, líderes de instituciones, de oponentes.
Pol Pot, el loco que convirtió los campos de arroz de Camboya en cementerio de más de 1.5 millones de asesinados, de la manera más espantosa a manos de los Khmer rojos, verdaderos “colectivos” que incendiaron pueblos y aldeas con mujeres, ancianos y niños dentro, y los hombres fusilados, por oponerse al comunismo.
Lenin gobernó con la hoz y el martillo -segando cuellos y aplastando las cabezas de sus enemigos- pregonando, entre otras muchas, tres gigantescas mentiras: la creación de un hombre nuevo, la dictadura del proletariado y la igualdad.
Ortega: Largo es también el listado de dictadores que tiranizaron a nuestro continente, en los siglos XIX y XX,. Sus crímenes son todos pavorosos. Se distingue entre ellos el sátrapa y violador Daniel Ortega, que junto a su mujer, la pérfida Rosario Murillo, supera en maldad a la tiranía somocista que también padeció Nicaragua.
Es dable señalar, por ser cierto, que entre los más destacados de esa profusión de déspotas, 5 de los nombrados fueron o son, fundadores o militantes, del más rancio comunismo que, mediante una revolución, la del Año 1917, se impuso primero en Rusia y, después, a sangre y fuego en algunos otros pueblos Vale la pregunta: ¿En qué país, a la fecha, las tres “ofertas” del comunismo, han sido posibles? Ni siquiera en Cuba, por mencionar a la mayor de las Antillas, cuyo modelo de vida quiere implantar el liderazgo chavista, que ya lleva 24 años desgobernando a Venezuela.
No es asunto rebatir lo que, en abierta coincidencia, afirman numerosos intelectuales en defensa del comunismo, cuyo pensamiento respetan pero no comparten por lo menos las tres cuartas partes del mundo libre y pensante actual. Sí es indicar, que ésa no ha sido ni será la ideología perfecta, porque no es perfectible en el mundo de hoy día. Por más que lo disfracen de “socialismo”, y ahora esté estrechamente unida con el movimiento progre que dirigen los dueños del dinero en todo el planeta, es decir los billonarios del capitalismo, a los que Marx y Engels le endilgaron el mote de enemigo de los pueblos.
Y el por qué es simple: En los 106 años que lleva pregonando el comunismo, intentando asegurar que su modelo es el único que salvará a la humanidad, nada en concreto de su mendaz oferta ha resultado positivo al desarrollo en los pueblos donde logró imponerse..
Señalemos un solo caso, que nos atañe mucho, para no ir tan lejos: Venezuela. Donde, sin discusión alguna, está definitiva y fehacientemente probado y comprobado que el comunismo gobernando resulta una peligrosa farsa., que le ha costado vidas de opositores, atraso y generado la mayor crisis sufrida de toda su historia contemporánea.
Así de sencillo.