Con mucha pena, profundo dolor e inocultable enojo, los venezolanos saben ya que Venezuela estaría a punto de perder, en la Corte de Justicia Internacional, nuestro Territorio Esequibo. Tal cual como se presenta la situación, tanto en la opinión pública mundial como en los tribunales, Venezuela no las tiene todas a su favor porque, es la verdad, la Reclamación se dejó de lado, por cuestiones de solidaridad ideológica, durante el gobierno de Chávez y en buena parte del actual de Maduro. Aunque este último como presidente, quizás arrepentido de no haber hecho nada cuando fue canciller del que todavía llama comandante eterno, como era su obligación ante la historia, ante el país y ante él mismo, prefirió guardar sepulcral silencio y, rodilla en tierra aceptar sumiso que su jefe negociase con Guyana nuestro Esequibo a cambio del respaldo, a su intención de convertirse en líder continental sustituyendo a su mentor el dictador Fidel Castro.
Decir lo contrario es contribuir a falsear la historia. Es lo que el oficialismo ha estado haciendo en los últimos años, para tratar de ocultar que fue Chávez el único Jefe de Estado que traicionó a la patria entregando a los guyaneses El Esequibo, que desde los tiempos del Descubrimiento de América pertenecía al antiguo reino de La Nueva Granada y, desde el Reconocimiento por parte de España de nuestra Independencia, histórica, legal y geográficamente es territorio venezolano. Desde entonces, todos los historiadores, los analistas, expertos nacionales y una buena parte extranjeros, le otorgan todos los derechos sobre El Esequibo a Venezuela. Incluyendo a Severo Mallet Prevost, quien actuó como abogado también representante de Venezuela y firmó el Laudo de París, el 3 de octubre de 1899, que falló a favor de Inglaterra y en contra nuestra. Prevost, en 1944 dejó escrita la verdad de lo ocurrido en su testamento, que fue abierto en 1949, calificando de abierta confabulación de los restantes miembros del Laudo Arbitral para despojar a Venezuela de los 159.500 Km2 que tiene nuestro territorio.
A lo largo de los 123 años transcurridos desde que se firmó el Laudo Arbitral de París, todos los estudiosos han coincidido en que a Venezuela la robaron descaradamente los ingleses en colaboración con los estadounidenses y rusos. Desde ese momento desgraciado para el país, todos los presidentes, defendieron con pasión, coraje y valentía nuestra posesión y, como prueba, se apoyaron en los documentos que España, al reconocer la Independencia de Venezuela, nos entregase fijándose en ellos los límites divisorios que, por la ambición de la Inglaterra colonialista, fueron alterados a conveniencia, tanto que si no nos avispamos, hasta Upata hubiese quedado en manos imperiales. No olvidemos que, en su tiempo, nuestro único Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar recordó, evidenciando documentos, la posesión de Venezuela sobre El Esequibo. Antonio Guzmán Blanco e Ignacio Andrade, a finales del siglo XIX y, comenzando el siglo 20, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Rómulo Betancourt, Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez Raúl Leoni, Rafael Caldera. Luis Herrera Campins, Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez defendieron valientemente, cada uno en sus gestiones, nuestros derechos ante el mundo sobre El Esequibo. Hasta la llegada de Chávez,
A 123 años de la corrompida decisión adoptada en París, dejando de lado todo lo que, en esa patriótica defensa, desarrollada por esos mandatarios en los tribunales, muestra del sincero nacionalismo que sentían por Venezuela, que Chávez y Maduro engavetaron, si se quiere, para abrirse paso en su alocada carrera hacia un pretendido liderazgo continental, la verdad no se puede esconder. Hay que gritarla, una y mil veces. Estos dos últimos son los culpables de haber actuado de espaldas a los intereses de la patria. Pues tuvieron en la mano todo lo necesario para continuar la defensa de nuestros derechos sobre El Esequibo y no lo hicieron. La retrasaron y, de manera impune, por más que muchas voces les advirtieron lo peligroso de su accionar, a trastiendas, negociaron: Petrocaribe, fundado por Chávez para pagar solidaridades en Centro, Suramérica y el área del Caribe Pero no la del gobierno cubano, que desde hace décadas apoya a Guyana, pero cobró y sigue cobrando doble. Por un lado, recibe miles de barriles de oro negro a precios de gallina flaca y, a la fecha, nos adeuda una millonada, más los millones de dólares que Venezuela le paga por “el trabajo” aquí de sus espías, entrenadores deportivos, médicos, enfermeros, asesores en las Fuerzas Armadas, en todos los cuerpos de seguridad del Estado, policías y organismos de la administración pública. Algo totalmente cierto, incomprensible, insoportable e inaudito.
Si perdemos El Esequibo, la culpa debe adjudicarse a Hugo Chávez Frías porque, fue público y notorio que, por su enfermizo afán de pretender ser líder de esta parte del mundo, lo entregó al gobierno de Guyana. Recuérdese que en su visita a Georgetown, Chávez oficializó el permiso de su revolución, recién llegada al gobierno, para que las autoridades guyanesas dispusieran llevar a cabo allí, en lo que históricamente está probado es territorio de Venezuela, todos los proyectos que, hoy en día, constituyen una región-potencia, de extraordinaria fortaleza, en cuya geografía pululan desde nuevos asentamientos urbanos, a los que se llega por modernas carreteras; hasta presas, represas, explotaciones agrícolas y pecuarias, madereras, mineras, exploraciones petroleras y, claro está, endurecido reforzamiento militar.
En suma, Chávez entregó El Esequibo, se insiste, según lo advirtieron en su tiempo especialistas venezolanos y extranjeros. A ello lo llevó la solidaridad entre camaradas disfrazados de socialistas creyendo así ocultar su génesis comunista. Hay que leerse muy bien lo que entre líneas dijo Chávez en su discurso pronunciado en la capital guyanesa y las declaraciones dadas luego a su regreso al país, a manera de explicación ya tardía de su antipatriótica y entreguista decisión, con la cual logró que Guyana se sumase al grupo de naciones que negociaron su apoyo en los foros internacionales al proyecto de grandeza y endiosamiento suyo a cambio de la ayuda generosa –no de la espada- sino de la tan pródiga chequera, que entonces caminaba como despampanante loca por América Latina.
Lo que se recuerda de Chávez y su vergonzosa actitud está escrito. Los especialistas, no comprometidos con el gobierno, en el importante asunto de nuestra Reclamación, así lo confirman. La coincidencia de opinión es formidable. Todos apuntan que lo hecho por Chávez le cerró la puerta del Esequibo a Venezuela, y le entregó la única llave existente a Guyana, que no dudó en amurallar. Igual, en los estrados internacionales. La prueba más reciente, es la decisión de la Corte Internacional de Justicia.
Ahora, porque habrá elecciones y Maduro quiere ganarlas como sea, desde Delcy, su hermano el psiquiatra y las manos siempre alzadas de la asamblea, proponen aprobar un referendo para consultarle al pueblo el tema del Esequibo. Es como consultarles a los hijos si quieren a sus madres; o a las madres si quieren a sus hijos, Sería igual preguntarles a los venezolanos si quieren a Venezuela. En definitiva, una burda manera de averiguar quién dice no para acusarlo de traidor, de desestabilizador, de enemigo de la revolución. Con este referendo quieren, constitucionalmente, esconder debajo de la alfombra lo que hiciera Chávez entregando El Esequibo a Guyana, con la turbia complacencia de Maduro. Pero, de lo que sí están los venezolanos seguros es que esa traición a la patria jamás se las perdonará la Historia.
AngelCiroGuerero