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La leyenda de Robin Hood es un clásico. Su historia ha sido contada innumerables veces a través de obras literarias, el teatro, el cine, la televisión y hasta ha servido como fuente de inspiración para uno que otro personaje intentando justificar sus fechorías. La diferencia con nuestro drama, es que lo hemos padecido en la vida real.
Se trata de las peripecias de Hood Robin -Robin Hood al revés- porque, en este caso, el personaje robó a los pobres, mejor dicho, “recaudó” para supuestamente beneficiar a los más necesitados, y terminó enriqueciendo a los “nuevos ricos” de esa élite política conformada por él y sus amigotes, a quienes seduce el dinero y el poder.
Esta trama comenzó a desarrollarse con fuerza desde 2019, cuando Juan Guaidó, a la sazón presidente de la Asamblea Nacional, con más ambición que escrúpulos, decidió autoproclamarse como presidente de Venezuela.
Por supuesto, no se desenvolvió solo el protagonista de este cuento, lo hizo en conchupancia con una amplia red de cómplices (Leopoldo López, Julio Borges, Carlos Vecchio, David Smolansky, Miguel Pizarro, Freddy Guevara, Miguel Pizarro, entre otros), a cada uno de los cuales le ha tocado su “bojotico”, en este entramado de corrupción ideado por los dirigentes de una mampara política a la que le buscaron “doctrina”, y asociaron a la oposición venezolana.
Son muchos los episodios conocidos desde 2019 hasta nuestros días, todos con el mismo modus operandi, la apropiación indebida de recursos destinados para la ayuda humanitaria a los ciudadanos de un país que, según su narrativa, es víctima de un régimen dictatorial.
Cada día que pasa se conocen nuevos elementos, cada uno más escandaloso que el anterior, que dejan al descubierto a este grupo de personajes que, a cuenta de la supuesta oposición al régimen, se atrevieron burlar hasta a la Agencia de los EEUU para el Desarrollo Internacional (USAID), desviando importantes cantidades de dinero, los cuales todavía no pueden ser cuantificados, porque cada día se destapa una nueva olla.
A favor de los complotados actuó la emergencia nacional decretada por el gobierno del presidente Maduro por la pandemia del Covid-19, el 13 de marzo de ese mismo año, seguida por la declaratoria de cuarentena nacional a partir del 17 de ese mismo mes.
Fue de especial relevancia la actuación en ocasión de la emergencia sanitaria, pues no se conformaron con impedir el acceso de Venezuela a los recursos necesarios para comprar medicamentos e insumos para combatir la pandemia, sino que, además, se apropiaron de los dineros que llegaron de forma directa al gobierno interino por vía de la USAID y de la cooperación internacional, por la triangulación de procedimientos a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) de maletín, que fueron creadas para tal fin.
Actuaron de manera criminal, apostando a que la pandemia desatara una mortandad indetenible en el país, lo cual afortunadamente no sucedió. Como siempre, apostaron al sufrimiento de los venezolanos para que se le facilitara su acceso al poder político. El mismo modo de obrar que han exhibido al solicitar más sanciones económicas, especialmente petroleras, para asfixiar económicamente a la familia venezolana.
En septiembre de ese mismo año, la ONG Transparencia Internacional en América Latina, confirmó las denuncias en torno al manejo irregular de los recursos utilizados en la asistencia de los funcionarios policiales y militares venezolanos, que cruzaron la frontera hacia Colombia el 23 de febrero de ese año y los días sucesivos.
Más adelante, Humberto Calderón Berti, primer representante de Guaidó ante el gobierno de su incondicional aliado colombiano Iván Duque, confirmó las denuncias y se distanció del ex parlamentario y de su ficticio gobierno interino.
El interinato se extinguió sin claridad administrativa. En cuatro años de ejercicio de la “ficción presidencial” (2019-2022), Juan Guaidó solo ofreció rendición de cuentas en septiembre 2022 a pesar que la Constitución, que invocó en su “autoproclamación”, establece que este procedimiento debe efectuarse a principios de cada año. Nadie sabe cuánto dinero manejó ni en qué lo gastó el “gobierno paralelo” que contó con el apoyo de algunos gobiernos extranjeros.
En esa ocasión, Juan Guaidó indicó que junto con su equipo manejaron durante tres años y medio, un promedio de 65 millones de dólares anuales, es decir 227,5 millones en total. Pero no detalló, por ejemplo, en qué consistieron las gestiones en defensa de la democracia; o la diplomacia por la libertad que, según su informe, ocasionaron cuantiosas erogaciones. ¿Estará allí incluido lo pagado a los mercenarios por la Operación Gedeón? ¿Incluirá ese informe el monto de los viáticos, pasajes, salario y gastos de representación de su “canciller” Julio Borges?
Según fuentes cercanas al Hood Robin venezolano, el personaje siente tanto temor por las investigaciones que adelanta el FBI y por la revocatoria del estatus de protección temporal para los venezolanos (TPS) decretado por el presidente Trump a partir del próximo 02 de abril, que habría viajado clandestinamente a España para tramitar el asilo político en ese país.
JoséGregorioRodríguez/[email protected]