A Josefina Linares nadie le quita lo bailao porque cuando Finita era la persona de confianza de Jóvito en Pampatar nadie se atrevía competir electoralmente con la esposa de Linares.
Y es que Jóvito e Ismenia venían a Pampatar a instalarse en la casa de Fina para ver el amanecer y el atardecer y pasar todo el día viendo el mar desde la perspectiva del político que cansado de Caracas volvía a su tierra para pasar unos días recargando las pilas frente al azul mágico de la pampataridad.
Josefina y Trina Miguelina se disputaban el afecto de Jóvito que era el político del momento y el tribuno más sonoro de la venezolanidad, que tomaba la palabra en el Congreso y dibujaba palabras en mensajes de profundidad política que atravesaba la ideología del país.
A Josefina le faltó ser alcaldesa porque fue concejal cuantas veces quiso porque la inercia de las olas amarillas la elevaban hasta el sillón municipal y no solo porque era amiga de Jóvito sino porque era una luchadora social que no rehuía el combate y su esencia de política estaba sembrado en el corazón del Pueblo de la Sal.
Aprendió de la inteligencia de Jóvito que en sus discursos frente al mar dibujaba el plano de lo que debía ser la Venezuela de sus sueños y aunque los adecos de su tiempo le robaron las elecciones se las ingenió para seguir en las luchas políticas arreando votos para esculpir la Venezuela de la libertad.
A Jóvito y a Fina nadie le quitaba ese sabor amargo de la picardía política de los adecos que abusaron del poder para arrebatarle el mando al líder de URD en las propias narices de los forjadores de trampas y picaresca.
Por eso ni Fina, ni Jóvito perdonaron a los adecos a quienes siempre consideraron enemigos de la democracia, pues las alteraciones que convirtieron a Jóvito en un instrumento de la derrota.
Todas esas vivencias que contaba Jóvito de sus luchas y sus enconadas luchas contra la tiranía y contra los adecos la plaga del momento llevaron a Fina a curtirse como política y a mantenerse en las calles de Pampatar batallando contra enemigos que siempre le salieron al paso para que no renaciera más nunca ese liderazgo del Tribuno de América y mientras Trina Miguelina jugaba política para sobrevivir con su liderazgo a la muerte de URD a Josefina Linares la tocó la suerte de asumir con pasión la defensa de las banderolas amarillas y sacrificarse por el partido que dirigían el Bachiller Bermúdez y posteriormente Eleazar Zabala cuando se vino de Caracas.
Por esas divisiones empezaron a caerse las barricadas de URD y Fina quedó sola defendiendo una base ideológica que sostuvo hasta el final cuando perdió la fuerza el partido amarillo, pero nunca la fe de una apasionada defensora de la ideología creada por Jóvito Villalba para combatir la tiranía y la picardía política.
“No hubo gobierno desde Gómez hasta Pérez Jiménez, salvo el de Medina Angarita en los cuales Jóvito Villalba no hubiese padecido del sabor amargo del cautiverio y el destierro.
Ha sido quizás el político venezolano contra el cual se han tejido las infamias más crueles en sus momentos estelares”.
Y cómo dijo Jóvito Villalba “Estoy muy cerca de vuestros corazones y vuestros corazones laten vigorosamente en la esperanza de una Venezuela mejor.
La he expuesto sin caer en la violencia verbal, ni en la procacidad. Yo no soy un hombre de violencia, ni de insultos. Creo en la fuerza de la razón y considero que la democracia debe ser defendida aún a costa de nuestras vidas, porque ella es el régimen político de la razón a quien la tiene y no a quien empuja más duro o a quien insulta más alto”.
Todavía Fina conserva las fotos de Jóvito e Ismenia en su casa viendo el mar y llevándose en sus imágenes bellas de esa Bahía de Pampatar que tanto les agradaba.
Y lo ve caminando a paso firme con su voz retumbando en los pasillos del viejo caserón pampatarense donde el Tribuno de América pensó y repensó la defensa de la democracia y la libertad de un país que como sus mares sueña y que se refleja en su discurso limpio y seguro “La democracia debe hablar el lenguaje que le es propio, un lenguaje amable, pero enérgico, digno pero sereno, Yo no he venido aquí a dividir, yo creo que es la hora para unir”.
El hombre de las ideas democráticas grandes irradió en Fina Linares esa defensa de la democracia hasta convertirla en la gran Dama Amarilla de Pampatar.
Por eso Fina Linares se quedó anclada en Pampatar celebrando su cumpleaños el 3 de mayo en honor al Cristo del Buen Viaje y a Jóvito Villalba ese paladín de la democracia que ha podido ser el mejor Presidente de Venezuela y no lo fue porque los grillos y las torturas y la cercenación de sus ideas nunca se la pudieron robar los verdugos que nunca entendieron la magnitud de vivir en libertad.
Es por eso que Fina Linares habla de Jóvito sin parar y saca sus libros y sus recortes de periódico y así se le ha ido la vida soñando democracia y libertad.
Viendo pasar por la Alcaldía saqueadores de oficio, concejales productivos unos y cómplices otros y funcionarios a quienes nunca les importó que un pueblo triste como Pampatar viera de cerca los saqueos al erario público y el robo de sus tierras que los reptiles se llevaron en sus fauces como trofeos de guerra.
De todo ha visto Fina desde su playa, desde su mar que le inyecta cada mañana y cada noche una imagen de Jóvito gritando por su teléfono a quienes convirtieron a Venezuela en ruinas y escribiendo en sus hojas tamaño carta verdades que deben haber quedado archivadas en algún armario donde plasmaba su visión cuántica de la Venezuela que soñó para las futuras generaciones.
Todavía queda Fina para rato cocinando y soñando con aquellas imágenes mágicas del Tribuno de América disfrutando de la ardentía del mar azul y pintando imaginariamente a ese Farallón que tanto amó en silencio y gritaba internamente su consigna de luchas “Pan, tierra y libertad” mirando ese azuloso mar que Fina le prestaba para que pensara como transformar a Venezuela en la cuna de la democracia y la libertad.
Encíclica/ManuelAvila


