Los indígenas bolivianos que resguardan miles de hectáreas de bosque en la región oriental de Santa Cruz tuvieron que suspender la cosecha del fruto amazónico del asaí y se desempeñan como bomberos para cuidar su territorio y combatir los incendios provocados por grupos que buscan hacerse de esas tierras.
La Tierra Comunitaria de Origen (TCO) del Bajo Paraguá y el vecino Parque Nacional Noel Kempff Mercado, una de las principales reservas de Bolivia, están asediados por el fuego desde hace más de un mes.
En esa TCO está la comunidad Porvenir que vive del aprovechamiento silvestre del asaí y la palma real bajo un plan de manejo sostenible en unas 40.000 hectáreas, pero alrededor de 70 hectáreas se perdieron por un reciente incendio provocado, dijo a EFE el representante legal de la Asociación de Productores del Bosque (APB) Porvenir, Rolvis Pérez.
Se cree que el fuego fue iniciado hace una semana por personas que ingresaron en motocicletas usando los caminos empleados para la cosecha del asaí.
Aunque «es aparentemente muy poco» lo que se ha perdido, «la idea es que no tiene que ser afectada ninguna hectárea», indicó Pérez.
En Porvenir, unos 80 hombres se encargan de cosechar el asaí trepando hasta lo más alto de las palmas que miden entre 25 a 30 metros, para luego enviarlo a la comunidad, donde medio centenar de mujeres se dedican a la obtención de la pulpa que luego se procesa y se convierte en un producto biofilizado que se vende dentro y fuera de Bolivia.
Según Pérez, ya llevan dos meses sin poder trabajar a causa del fuego que acecha a la comunidad.
«Por el tema de los incendios se tuvo que paralizar la cosecha de asaí para cuidar nuestro bosque, donde estos cosechadores tuvieron que convertirse en bomberos para resguardar nuestro monte, nuestro plan de manejo», señaló.
El representante explicó que cuando empezaron el plan de aprovechamiento del asaí, recibieron capacitaciones para ser «bomberos forestales» y ahora están aplicando esos conocimientos.
Aunque por ahora no han sufrido «ninguna desgracia personal», los indígenas bomberos están «agotados» por el trabajo permanente para que el fuego no llegue a la comunidad.
«Todos los días es respirar el humo, estar en esa calentura del fuego, no dormir bien, entonces eso va malogrando el cuerpo, pero estamos al frente, tenemos fe de que podemos controlar esto y seguimos ahí en la batalla», agregó Pérez.
Otras afectaciones
Además del fuego en el área de manejo, desde hace más de un mes hay un incendio en el norte del territorio indígena y otro originado en el sur que ha consumido unas 350.000 hectáreas del Bajo Paraguá, de las que al menos unas 25.000 son parte de la TCO.
Los indígenas apuntan a los llamados «interculturales», campesinos emigrados de otras regiones, como los causantes de los incendios y han presentado una denuncia ante la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierras (ABT) y prevén iniciar una demanda penal por el delito «que se está cometiendo» con su territorio.
Pérez explicó que han recibido ayuda de distintas ONG, además del apoyo de 30 marinos de la Armada Boliviana y dos técnicos de la Gobernación de Santa Cruz que permite proteger a la comunidad, pero requieren más ayuda para frenar el incendio en el sur, «que tiene una extensión de más de 100 kilómetros».
Explicó que hace unos 20 días intentaron contenerlo, «pero es demasiado grande» y se requiere apoyo aéreo o maquinaria pesada para hacer líneas de contención.
Los incendios son un problema recurrente en Bolivia en esta época y se atribuyen sobre todo a los ‘chaqueos’ o quemas controladas autorizadas para preparar los suelos para la siembra y el pastoreo.
No hay un dato oficial actualizado sobre la superficie afectada, pero la Gobernación de Santa Cruz ha asegurado que únicamente en esa región los incendios arrasaron con más de 7 millones de hectáreas que superan los 5,2 millones de hectáreas quemadas en todo el país en 2019, que hasta ahora fue el año con más afectaciones.