Los seres humanos han utilizado el círculo y otras formas redondas en todo el mundo durante miles de años, desde la creación de herramientas de piedra en la Edad de Piedra hasta la invención de la rueda en la Edad de Bronce.
El círculo ha representado un símbolo de perfección y ha sido esencial en la fabricación de una amplia variedad de objetos.
Lo que hace al círculo particularmente fascinante es que, independientemente de su tamaño, la longitud de su circunferencia (el borde del círculo) y su diámetro guardan una proporción constante. Esta constante matemática, que aún no conocemos con absoluta exactitud, se conoce como el número pi (p) y es mencionado con frecuencia en diferentes contextos.
Aunque la letra griega pi fue introducida como la designación oficial en el siglo XVII por el matemático británico William Oughtred, inspirado en la inicial de las palabras ‘periferia’ y ‘perímetro’, la búsqueda de un valor cada vez más preciso para esta famosa constante ha sido una obsesión matemática durante miles de años, en diversas culturas. Pi es un número irracional, lo que significa que no puede expresarse como una fracción exacta y sus decimales no se repiten en un patrón. A pesar de ser un reto al que han enfrentado algunos de los matemáticos más famosos de la historia, conocer un valor más preciso de pi tiene implicaciones importantes en campos donde es omnipresente, como la ingeniería, la estadística, la criptografía y la informática, por mencionar solo algunos.
En la antigua civilización egipcia, el valor aproximado de pi era 3,160, mientras que en Mesopotamia era 3,125. Uno de los primeros matemáticos que intentaron calcular pi con mayor precisión fue Arquímedes, quien utilizó polígonos inscritos (por dentro) y circunscritos (por fuera) de una circunferencia para encontrar el valor de la suma de sus lados. Luego calculó geométricamente la distancia de extremo a extremo del polígono, que se asemejaba mucho al diámetro del círculo. Cuantos más lados tenía el polígono, más preciso era el valor de pi. Con polígonos de 96 lados, pudo acotar el valor de pi entre 3,1408 y 3,1429 en el siglo III a. C.
En el transcurso de la historia, se logró estar cada vez más cerca del valor exacto de pi, y varios matemáticos hicieron contribuciones significativas. Por ejemplo, el astrónomo Ptolomeo calculó un valor de 3,14166 utilizando un polígono de 120 lados, mientras que el matemático chino Zu Chongzhi alcanzó un valor de 3,1415937. No fue hasta el siglo XV, un milenio más tarde, cuando se logró superar este valor.
Sin embargo, el avance más significativo en el cálculo de pi se produjo en el siglo XX, gracias a la revolución informática. El primer computador que se utilizó para calcular su valor fue el Eniac, un enorme aparato que ocupaba una habitación completa, bajo supervisión del destacado matemático John von Neumann en 1949, y tras casi 70 horas de procesamiento. Para 1966, ya se conocían 250.000 decimales del número pi.
Hoy en día se continúa avanzando en el cálculo de los decimales de pi a pasos agigantados. En el año 2019, durante el Día Pi, Emma Haruyka Iwao, una informática y empleada de Google, anunció el hallazgo de más de 31 billones de decimales de pi, concretamente 31’415.926’535.897. Cada año, el tercer mes del calendario y el día 14, recordando el valor aproximado de 3,14 del número pi, se celebran el Día Pi y el Día Internacional de las Matemáticas, respectivamente. Este último, bajo el lema ‘matemáticas para todo el mundo’, busca fomentar la inclusión y el acceso equitativo a la educación en esta área.
Hoy es un día especial y simbólico, un día redondo, ya que nos recuerda la estrecha relación entre el círculo y la constante matemática más famosa e inalcanzable: pi. Además, nos brinda la oportunidad de destacar la presencia de las matemáticas en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. Para completar la celebración, hoy también se conmemora el natalicio de uno de los científicos más importantes de la historia, Albert Einstein, quien nació el 14 de marzo de 1879. ¡Feliz Día Pi!