La inmensa mayoría democrática se pregunta, con toda la razón del mundo, por qué tarda tanto la oposición en ponerse de acuerdo respecto a la elección de su abanderado presidencial. Los comicios venideros están más próximos de lo que piensan algunos. Ya el propio Nicolás Maduro, aunque oficialmente no le corresponde, estaría por anunciar la fecha. Y, si lo hace, encontrará a los líderes opositores pastoreando nubes, lo que quiere decir que, de antemano, el oficialismo una vez más,podría alzarse con el triunfo.
El llamado a primarias, que legalmente son válidas, sin embargo está ocasionando severas divergencias entre los distintos sectores y partidos, por la sencilla razón de querer, cada organización, pretender la nominación, dejando de lado aquella célebre frase de los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas, “uno para todos y todos para uno”.
Quienes, tercos al fin, hasta el momento así están actuando, no terminan de entender que el adversario es poderoso, bien armado de partidarios y de recursos en todo sentido, rodilla en tierra y determinado a vencer cómo sea, sino pregúntenle a Diosdado que desde ya proclama el triunfo calificándolo de completo y totalmente asegurado.
No hay entendimiento posible es lo que grafica el gran enredo en que se encuentra la oposición frente al problema de la escogencia, puesto que en su interior son muchas las contradicciones existentes y, lo peor, están apareciendo una suerte de “asomados” que sólo pretenden sus quince minutos de gloria alegando que cada venezolano tiene todo el derecho a aspirar ser presidente, aunque bien se sabe que su interés es crematístico y jamás será el del país.
Olvidan los que tienen en sus manos la responsabilidad de dirigir la oposición, que el oficialismo es probadamente un “lince” en cuanto al empleo de cualquier elemento, legal o no, para imponerse. Por ejemplo, politólogos muy avezados, han advertido que el partido gubernamental fácilmente podría estar fomentando y financiando la aparición del mayor número de precandidatos que, fungiendo de opositores al régimen, lleguen hasta el final, sólo con el deliberado propósito de dividir mucho más el voto opositor.
En el juego electoral cualquiera entra con una carta en la manga y puede ganar no una sino muchas partidas a los que están apostando, con buenas intenciones, a que nadie hará trampa. La advertencia, está clarísima. Se deben tomar todas las previsiones para que nada ilegal ocurra. Pero no parece que tal posibilidad preocupe a los responsables de acordar cómo finalmente se realizarán las primarias que escogerán al elegido. En guerra avisada no muere soldado, reza el refrán.
Hay que definir cuanto antes el tema de las primarias y no seguir cometiendo errores, ni aceptar internamente que se ahonde la división. A lo externo, recordar que son millones los electores que esperan, casi con ansiedad, ver un resultado abiertamente honesto y democráticamente llevado a cabo, cuyo resultado sea la elección de una candidata o un candidato que de verdad represente a todo el universo electoral que quiere, a conciencia, el cambio de gobierno.
El liderazgo partidista debe, en esta oportunidad, dejar de lado la defensa de sus intereses y ver más allá del árbol que cree taparle el bosque, admitir definitivamente que no puede seguir sintiéndose los únicos dueños de miles y miles de militantes de sus organizaciones, que por fin están claros en que su compromiso único es con el país; que no quieren perder su voto y menos aceptarles a sus dirigentes cualquier clase de componenda.
Les están pidiendo claridad, veracidad, desprendimiento. diligencia, compromiso. Les urge activar más el encuentro de soluciones y buscar, hasta debajo de las piedras, el mayor número de entendimientos.
En fin, quieren de una vez, y para siempre, que reine entre todos la unidad. Una unidad de criterios, todos amplios, consensuados, que tengan como objetivo llegar a unas primarias que digan, con la verdad por delante, quién será el que lleve la bandera con el respaldo de millones que, al saber y comprobar que ese es el fin determinante, acudirán a las urnas masivamente con alegría y patriotismo.
ÁngelCiroGuerrero