El secretario general de la ONU, António Guterres, critica en una entrevista con EFE el «sabotaje diario» de Israel a la solución de los dos Estados y lamenta la «permanente distorsión» de sus palabras por parte de la clase política israelí para hacer creer que él apoya al movimiento islamista Hamás.
Guterres está enfrascado en los preparativos de la Semana de Alto Nivel de la ONU -en la última semana de septiembre- y llega este año a la cita diplomática anual con cierto desgaste por los once meses de guerra en Gaza, que han dejado 40.000 muertos civiles y colocado a Naciones Unidas en el blanco de todas las críticas por no haber sido capaz de frenar el conflicto.
Para Guterres, es «totalmente inaceptable la forma en que Israel conduce la guerra en Gaza, con un nivel de muerte y de destrucción que no tienen paralelismo en mi acción como secretario general», un cargo que ocupa desde 2017 y en el que ha tenido que gestionar, además, la guerra de Ucrania.
A la guerra en Gaza se suma lo que sucede en Cisjordania, «con la toma de tierras (palestinas) y la construcción de asentamientos», hechos que según Guterres constituyen «un sabotaje diario a la solución necesaria de los dos Estados», uno israelí y otro palestino, la postura que ha sido invariable dentro de la ONU desde hace varias décadas, con un consenso casi unánime en la comunidad internacional.
Una inquina personal
Pero, además, Guterres se enfrenta a la abierta animadversión del Gobierno de Israel -Benjamín Netanyahu se niega a responder sus llamadas de teléfono-, que considera que no es imparcial en este conflicto y tiene inclinaciones antiisraelíes.
Guterres tuvo que soportar durante meses una manifestación en la puerta de su domicilio todos los viernes protagonizada por familiares de rehenes israelíes en manos de Hamás, que le culpaban a él de su secuestro. Lejos de ignorarlos, bajaba con frecuencia a dialogar con ellos «de una forma muy humana», reveló recientemente su portavoz.
«Hay una distorsión permanente de lo que yo digo para dar la impresión de que yo apoyo a Hamás, cuando yo siempre fui muy claro en mi condena a Hamás, pero también soy muy claro -y aquí levanta el tono de voz- en la condena a ese nivel de muerte y de destrucción (en Gaza), que son inaceptables».
Esta distorsión, asegura, procede de la clase política israelí «y de alguna manera de la prensa», añade.
El momento de inflexión en las relaciones entre Israel y Guterres se produjo el 25 de octubre, poco después de empezar la guerra: en la primera sesión del Consejo de Seguridad, Guterres dijo que los ataques terroristas de Hamás del 7 de octubre, desencadenantes, «no venían de la nada, sino de sesenta años de ocupación».
Ese mismo día, el ministro israelí de Exteriores, Israel Katz, anuló abruptamente una reunión que tenía con él y pidió su dimisión por supuestamente haber justificado con sus palabras los ataques de Hamás.
Desde entonces, su persona es permanentemente atacada por los miembros del Gobierno de Israel, que de paso ponen en duda la imparcialidad de las numerosas agencias de la ONU que trabajan en Palestina, desde ONU Mujeres a UNICEF o, en particular, la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), de la que el gobierno israelí ha afirmado tiene a 450 empleados que son «terroristas de Hamás».
Pese a tener los puentes rotos con el primer ministro Netanyahu, Guterres matiza que la comunicación no está rota entre la ONU y el gobierno israelí y que «hay muchas formas de comunicación que tienen lugar a diario, diálogo a nivel humanitario o contactos a nivel político», que también lleva a cabo su coordinador especial para el proceso de paz en Oriente Medio, Tor Wenensland.
Esa comunicación no ha impedido que en las últimas semanas dos convoyes de la ONU con ayuda humanitaria debidamente identificados hayan recibido disparos de soldados israelíes, el último el pasado lunes y sin heridos, lo que pone de relieve las condiciones de riesgo en que la organización trabaja en Gaza.
Notiespartano/efe