Imagínate que cualquier noche, una mujer se tomó unas copas. Al día siguiente por la mañana tomó ibuprofeno para aliviar la resaca, y minutos más tarde salió a correr. Jamás había tenido inconvenientes con el alcohol, el ibuprofeno y mucho menos con el ejercicio. Sin embargo, en esta oportunidad, alguna combinación de los tres terminó desencadenando una reacción alérgica potencialmente mortal conocida como anafilaxia.
Este es un caso real que le ocurrió a una paciente del doctor Andrew Murphy, alergólogo de Suburban Allergy Consultants en Pensilvania (EEUU). Tras lo sucedido, ¿es posible que una persona sea alérgica al ejercicio?
Técnicamente no, respondió Murphy. Al exponerse una persona a algo que le produce alergia, una proteína del alérgeno (por ejemplo: frutos secos, leche o mariscos) interactúa con los anticuerpos de las células inmunitarias de su organismo. Estas células expulsan sustancias químicas como la histamina, causantes de estornudos, urticaria, sibilancia y otros síntomas. No existe proteína que ingrese al cuerpo mientras una persona hace ejercicio, por lo que es imposible ser alérgico a correr.
No obstante, el ejercicio puede desencadenar igual variedad de síntomas en personas con una extraña afección conocida como anafilaxia inducida por el ejercicio. Así lo explicó Murphy al portal LiveScience: “No es necesariamente mediada por anticuerpos, pero el ejercicio es un desencadenante y las células alérgicas inmunes todavía están activadas”.
En algunas personas, el ejercicio solo es suficiente para producir una reacción alérgica, pero la forma en que lo hace es desconocida. Una teoría propone que el ejercicio provoca la liberación de endorfinas, lo que lleva a que ciertas células inmunitarias liberen sustancias químicas como la histamina, según lo indica una revisión de 2010 de la revista Current Allergy and Asthma Reports.