Recep Tayyip Erdogan se ha impuesto con claridad este domingo a su rival, Kemal Kiliçdaroglu. Con el 98% escrutado, el actual presidente revalidaría el cargo, con dos millones de votos más que el candidato de la oposición. Dicho de otro modo, Erdogan ha logrado el 52% de los sufragios, contra 48% de Kiliçdaroglu. Ni un terremoto ha podido con él.
La participación en las urnas, superior al 85%, ha vuelto a ser elevadísima. Sin embargo, ha caído casi cinco puntos respecto a la primera vuelta, lo que habría perjudicado en mayor medida a Kiliçdaroglu, cuya base electoral es menos disciplinada. Donde si ha crecido la participación, un 11%, es en el voto de la emigración, que tradicionalmente beneficia a Erdogan.
El optimismo ya cambió de bando con los resultados de la primera vuelta, en los que Erdogan acarició el 50% de los votos, contradiciendo a casi todos los sondeos. Desde entonces, era detectable una cierta desmovilización de los votantes de Kiliçdaroglu, por el jarro de agua fría, pese a ganar en todas las grandes ciudades e incluso en el distrito de Estambul donde vota Erdogan.
El giro a la derecha de Kiliçdaroglu al final de la campaña, a fin de captar el voto ultranacionalista y antiinmigrante, podría haber acentuado esta desmovilización, sobre todo entre los votantes prestados por el nacionalismo kurdo de izquierdas. La primera impresión es que que los dos candidatos se han repartido los votos que en primera vuelta fueron para el ultra Sinan Ogan, de la Alianza Ancestral.
Cabe decir que con más del 71% escrutado, la agencia privada Anka, próxima a la oposición, todavía daba como ganador a Kiliçdaroglu. Mientras que la agencia pública Anadolu dio desde el principio a Erdogan como vencedor, aunque fue reduciendo su margen a medida que avanzaba el escrutinio. Dos horas y cuarto después del cierre de las urnas, empezaban a oírse las caravanas de coches celebrando la victoria de Erdogan en barrios de Estambul como Üsküdar.
Kemal Kiliçdaroglu, un candidato mucho más sólido y duro de roer
Aquí acaba el sueño presidencial de Kemal Kiliçdaroglu y probablemente su carrera política, a sus 74 años. En verdad, ha resultado ser un candidato mucho más sólido y duro de roer -aun sin levantar la voz- de lo que casi nadie esperaba, a pesar de llevar trece años como secretario general del Partido Republicano del Pueblo (CHP). Era una lucha desigual contra el rodillo del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que no solo tiene diez veces más militantes, sino que, tras veinte años en el poder, empieza a confundirse peligrosamente con el Estado.
En las anteriores elecciones presidenciales, las primeras bajo el actual sistema ultrapresidencialista, el candidato del CHP fue Muharram Ince, que fue derrotado con un resultado mucho peor, en primera vuelta. Esta vez, Erdogan ha tenido que emplearse muy a fondo y, por el camino, las arcas del estado parecen haber tocado fondo. Este lunes será un día difícil para la lira turca, que el viernes ya tocó su mínimo histórico respecto al euro.
La victoria de Erdogan tendrá consecuencias en el tablero mundial. No es casualidad que el primero en felicitarle haya sido el húngaro Viktor Orbán. Suecia seguirá a las puertas de la OTAN, por lo menos durante los próximos meses. Y no habrá cambios en la neutralidad activa a favor de la negociación en Ucrania de la que ha hecho gala hasta ahora Ankara. Millones de refugiados sirios en Turquía, mientras tanto, se irán a dormir con la sensación de ganar tiempo.
Notiespartano/LaVanguardia