La confusión de la utilización del término pájaros para suplir al vocablo diversión es una característica léxica de los robleros que para inmortalizar al gran Catire el fabricante de diversiones de Los Robles le centró todo su poder lingüístico al Pájaro de Catire. Del hecho que Catire sacaba “El Pájaro de Catire” todos los 25 de diciembre se desprende que para los pilarenses no exista el término diversión, sino pájaros para identificar cualquier actividad con guarichas, cazadores, brujos, médicos, plañideras y un grupo de parrandas.
Por años los dos fabricantes de pájaros en Los Robles Tacho González y Catire le rindieron honores a la fauna de una población de cazadores y agricultores que aun cuando eran pescadores por tener a Playa Moreno en sus predios realizaron mayor número de trabajos en el campo como labriegos y cazadores. Por eso sus diversiones le rendían culto a los animales al contrario de los cochenses que le rendían culto a los animales del mar porque ese es su mundo de cada día. Eso no quiere decir que en El Pilar no aparecieran diversiones alusivas a la fauna marina donde también los oriundos de este pueblo tenían su grupo de lobos de mar.
Las calles de Los Robles y sus pobladores fueron testigos de la fabricación de pájaros que eran armados con caña brava, palos de guatacare o guatapanare. Era un trabajo tedioso armar esos pájaros que debían ser con elementos livianos para que el bailador se moviera con mayor soltura y con menos peso. No podía Carrolo el gran bailador de pájaros de Los Robles cargar grandes pesos porque perdía movilidad a la hora de los desplazamientos y acrobacias. A éste “Hijo de Mayo” como él se hacía llamar lo solicitaban de todas partes de la isla para encomendarle el baile de las diversiones. Ganó Carrolo fama en toda Margarita por la velocidad de sus piernas y por los movimientos acrobáticos que le imprimía a cada una de sus presentaciones.
Se dijo en el pueblo que cuando Carrolo asistió a Caracas y a los Llanos dejó impresionados a los ciudadanos de esos pueblos que quedaron sorprendidos por la velocidad y el estilo de cómo bailar una diversión. Daba saltos” el hijo de Mayo” como le gustaba que lo llamaran y emocionado por ver tanta gente vitoreándolo se movía como un campeón en el ruedo.
A mucha gente escuché calificando al hijo de Mayo como el mejor de la historia dancística de los bailes de diversiones y muchos bailadores hubo en ese mundo, pero Carrolo se fue al otro plano como el mejor bailador de diversiones de la comarca. Pero “el Hijo de Mayo” quedó en los recuerdos de muchos que lo vieron bailar como Cristóbal Salazar, un profesor del Morro de Puerto Santo que siempre lo menciona porque su parecido con él al ponerse las camisas a cuadros y sus jeanes lavaditos lo hace parecerse frente al espejo al Carrolo de esta estampa.
A Roger, Villarroel y Hugo no los ha superado nadie en esas actuaciones teatrales porque eran auténticos actores que parecían salidos del Teatro de José Salas en Los Robles por las características de sus papeles como policías, cazadores, curas, médicos, brujos, mujeres o enfermeras.
En las intervenciones de Hugo había que sentarse a reír a carcajadas porque era un grande de la dramaturgia que imitaba casi perfectamente a las féminas y sus maquillajes eran espectaculares con flores en la cabeza y un tabaco que mostraba la identidad de los margariteños. No le podía faltar los collares y las cintas en la cabeza que le daban carácter de dama antañona al disfraz del peñablanquero.
Por muchos años en Los Robles siguieron hablando de pájaros en lugar de diversiones y se integró ese vocablo al léxico del pueblo que cuando veía la aparición de un pescado o animal de otra naturaleza lo denominaban pájaros. De esa forma los más ancianos del pueblo que conocieron las habilidades de Catire y Tacho González siempre guardaban algo en las faltriqueras de sus pantalones para darse el gusto de mandar a bailar el pájaro frente a sus casas. Ese era todo un ritual porque un muchacho iba delante de la diversión avisándole con una bandera en alto a los vecinos que venía la diversión y si querían que la bailaran frente a sus casas debían tener algún alimento, café, ron y el pago para que instalarán frente a su casa la bandera clavada en señal de aprobación para la actuación.
Con el pasar del tiempo ya no se ven las diversiones en los pueblos de Margarita donde se hacían tantos bailes como en Coche, pues es evidente que la modernidad y el paso de los tiempos distrajo a los muchachos del pueblo en cuestiones de la tecnología y ya más nunca los más jóvenes se anotaron en el mundo de las diversiones. Eso ocurría en casi todos los pueblos de Margarita donde los muchachos de los pueblos buscaban la forma de conseguir dinero para echarse sus palitos y esa era una forma sana de recolectar fondos, de divertirse y a su vez de mantener vivas las tradiciones de los pueblos.
Hoy día cuando vemos que solo Coche realiza las diversiones da nostalgia que se hayan quedado ancladas en los caminos de la historia el trabajo de creativos como Catire y Tacho González que siempre aportaron a la preservación de estos bailes tradicionales y de la conservación de nuestra identidad.
Ese trabajo cultural que acaba de llevar a las Diversiones de Coche a convertirse en Patrimonio Cultural de la Nación da pie para que los entes encargados de la educación y la cultura insular decreten las diversiones como un tema obligada en las escuelas para rendir culto a los creadores del pasado y para fortalecer nuestros valores patrimoniales.
Encíclica/ManuelAvila