Como se sabe, Tarzán es un personaje ficticio creado hace más de un siglo. Pero la fascinación que generó no lo deja caer en el olvido. Su historia fue contada tanto en novelas, como en decenas de películas y series en televisión. Es inmortal, casi como El Zorro.
Y sí, «si sucede en las películas sucede en la vida real». Porque el personaje creado por Edgar Rice Burroughs tiene en Barcelona, España, a un exponente de su increíbles aventuras.
Se trata de Víctor Manuel Fleites, un hombre de origen cubano que es conocido en la ciudad condal por hacer clases de Tarzán a sus alumnos por 10 euros. En ellas, enseña a emular los movimientos del famoso personaje subiendo y bajando las ramas de los árboles como si se tratara de un mono.
Fleites se instaló en el conocido Parque de la Ciudadela de Barcelona donde se lo puede ver subido por los árboles y enseñando a sus alumnos a convertirse en este popular personaje emulando sus movimientos.
Un concepto creado por el propio Fleites y que ha nombrado el Tarzan Movement, en el que mezcla disciplinas deportivas con mentales adaptadas a los límites de cada uno.
“Nos movemos como los animales, de rama en rama. Es una práctica en la que se hace deporte, pero también desconectas y te identificas con la naturaleza”, explica a Versió Rac1.
Para ello, el Tarzán de Barcelona ha encontrado una serie de árboles cerca del invernadero del parque con unas ramas muy accesibles para saltar de un lado a otro y rodar por el suelo, un lugar que se ha convertido en el “árbol escuela”.
Un oficio singular que no ha tardado mucho en dar de qué hablar e incluso en ser criticado, por lo que el hombre-mono asegura al medio citado que «la gente que me critica tendría que venir. Subir al árbol te obliga a hacer un tipo de movimiento que el hombre ya ha olvidado».
Mientras tanto, su comunidad de alumnos no deja de crecer y ahora ya cuenta con más de 50 aprendices de mono en su grupo de Whatsapp que entrenan con él en el árbol escuela con un único propósito: “Crear un hábito diferente de vida».
«Quedar, entrenar, compartir, que nos mantengamos en movimiento imitando a esos primates más cercanos”, cierra el Tarzán de Barcelona a El Periódico.