Es el sufrimiento diario de José Pacheco, de 79 años, quien dedica todas sus mañanas a pedir dinero a los conductores. Se mantiene en un solo sitio con su silla de ruedas reencauchada y en el espaldar tiene una botella de agua. A veces puede llegar a reunir Bs. 30 y quienes transitan frecuentemente le regalan una arepa o algunos víveres. Lo más difícil es conseguir su tratamiento para controlar su enfermedad cardiovascular.
«Me duele el estómago, seguramente es por el cambur», es el primer lamento de Carmen Medina al confesar que ha sido su primer sustento a final de mañana.
Tales testimonios muestran la realidad que cubre a la mayoría de los cinco millones de pensionados en el país.
Notiespartano/LaPrensaLara