Los cuentos de caminos siempre van a existir en los pueblos de Venezuela donde historias van e historias vienen sobre las propiedades de la tierra que forman parte de lo folklórico jurídico de estos pueblos de Dios.
La gente lanza anzuelos, tira redes y busca pescar en el tenebroso mundo de los cuentos de la tierra.
En el Libro “Antología Documental de Los Robles” hay un capítulo que el Cronista de Nueva Esparta y de la Parroquia Aguirre les dedicó a las herencias con el título: “La tierra: sus dueños y conflictos” y en otro sub capítulo “Los Ramírez” donde se sintetiza la evolución de las herencias y propiedades de la tierra en Los Robles.
“Dos grandes extensiones de terreno poseyeron los Ramírez en Los Robles. La primera originariamente alinderada así: Corriendo por la loma a punta de cerro Lajas Blancas aguas vertientes a Pozo Cabuya, Camino de Carreto corriendo al Camino Real de Pampatar”.
“De lo anterior da fe Petronila Geralda Ramírez, vecina que fuera del Pueblo de Los Robles en escrito que elevara hasta el Señor Gobernador y Capitán General de Margarita, el 18 de marzo de 1802.
Al parecer el lindero norte de las tierras de Petronila venía siendo perturbado por un nieto de Juan Ventura Albornoz, dueño del fundo La Portada de Reinaldo.
Ello suscitó un litigio entre los dos que motivo la intervención del Señor Gobernador y Capitán General, quien conminó a las partes por decreto de fecha 19 de febrero de 1802 a clarificar sus linderos”.
La segunda extensión de terreno de Los Ramírez estuvo alinderada como sigue: Por el Sur con un guamache a tierra de los Jiménez, corriendo por línea recta a una punta del cerro “Narices Negra” y a una mara que divide las tierras de Margarita Estévez, al Oeste lindando con otra mara del sur, corriendo al Norte con un cotoperiz lindero antiguo que tiene al píe una mara lindando con tierras de Pablo Calda corriendo a un cerro blanco a un guamache que queda alinde de un pozo del difunto Antonio Pafond corriendo al mismo linde con tierras de José Manuel Rosa derecho a lindar con un guarataro grande que linda con tierras de Rudencinda Ferrer, lindando igualmente con Simón Hernández por el Sur”…
Por esa razón en los litigios de las tierras que se presentan en los años del 2024 no pueden pensar los herederos de los Ramírez que todavía esos terrenos que datan de 1900 todavía le pertenecen como alegan algunos herederos de Ana María Ramírez que 150 años después llegan a sostener que esos terrenos en su totalidad que forman parte del Municipio Maneiro les pertenecen y que permanecieron intactos en el tiempo.
Ahora si bien es cierto que Petronila Geralda Ramírez, Ana María Ramírez, José y Matilde Ramírez que tuvieron propiedades en Los Robles y todo el Municipio Maneiro todavía tienen algo que buscar en los predios robleros cuando existen documentos probatorios notariados que hablan de compras y ventas de estas tierras.
Los litigios de la tierra Maneirense están a buen resguardo y saben los pobladores de esta población quienes son los dueños originarios de estas tierras trabajadas en la agricultura por centurias y que lejos de existir litigios por las tierras, el tiempo se ha ocupado de presentar a los herederos con sus documentos en regla que ponen en su lugar a aventureros que aprovechando el desorden jurídico en la propiedad de la tierra ha abierto sueños y ambiciones de supuestos dueños que nunca terminaron de entender que nada tienen que buscar en herencias notariadas que no aceptan a pícaros sin alma que buscan en documentos milenarios títulos de propiedad que se los llevó la compra venta que hicieron nuestros parientes en otros tiempos.
Hace tiempo que los litigios por la tierra desaparecieron de nuestro pueblo, pero a cada rato han venido apareciendo fantasmas de las terrofagia que creen que todavía piensan que pueden inventar fabulas de luchas jurídicas sin tener alguna documentación que los lleve a cristalizar propuestas alejadas de la verdad jurídica insular.
Un juicio manejado por uno de esos ambiciosos cobijados sobre leyes comunales fantasiosas hicieron presencia hace escasos meses en los predios de la Sabaneta de Bonifacio Suárez a tratar de forzar la barra para mostrar documentos ante las autoridades municipales de Maneiro y solo quedaron en escarceos jurídicos mágicos, pues creer que son dueños hasta de los terrenos donde están los centros comerciales de Maneiro, las principales arterias viales, las autopistas y urbanismos que datan de los años 90 en adelante es solo una ilusión de vendedores de baratijas.
Creer que los espíritus de Los Ramírez todavía desandan como fantasmas por estas tierras pilarenses es solo parte de jugadas de ilusos del derecho que buscan fortunas como si fuesen los nuevos conquistadores de las tierras de Los Robles.
Por eso la Alcaldía de Maneiro con su Síndico a la cabeza han enfrentado los intentos de forzar los muros jurídicos de las tierras en este municipio.
En Los Robles y parte de Pampatar los dueños de las tierras que lucharon por años para conservar sus patrimonios ancestrales han enfrentado muchas veces y han derrotado a piratas y filibusteros que amparados en títulos de picapleitos de escasa pericia jurídica han levantado polvareda para ilusionar a familias enteras que sueñan con riquezas inventadas que no existen por carecer de los elementos jurídicos notariales y registrales que le permitan llegar a alguna porción de tierra maneirense.
Con data de 1851 a más de dos siglos de la propiedad de la tierra muchas aguas han corrido bajo el puente porque los dueños de los terrenos fueron haciendo transacciones de sus tierras y muchas ventas se hicieron hasta llegar a los propietarios que legalmente han mantenido el control jurídico de sus tierras con documentaciones notariadas unas en el estado Miranda donde se hacían los registros de las tierras y en La Asunción donde todavía existen terrenos ubicados en Maneiro que pertenecen a la competencia jurídica de registros que fungieron de celadores de la tierra en aquellos tiempos.
La lucha por la tierra que se suscitaron en los distintos municipios de la isla ha ido quedando rezagados y se quedaron en algunos intentos jurídicos que han dejado huellas negras en los tribunales y notarías margariteñas donde han existido litigios importantes que solo han levantado polvo y bruma, pero que no han cristalizado sueños de la terrofagia y solo eso.
Con un juicio colectivo que lleva la Sindicatura de Maneiro se defiende la propiedad de la tierra de una gente que salió de las catacumbas a reclamar terrenos que fueron botón de guerra durante la Independencia y que ahora registrados, notariados y ajustados a derecho forman parte de herencias ancestrales que bajo el amparo de la ley son patrimonios familiares robustos, pues como dijo Antonio Franco Rosas en el prólogo del libro de Nicanor Navarro “Antología Documental de Los Robles”:
“En fin, casi nada nos queda de lo que fuimos. Apenas si la iglesia receptáculo de la fe cristiana y morada del símbolo cultural que más ha servido para identificar y unir al roblero, que es la Virgen del Pilar, queda en pie. Porque hasta La Ermita, Boquerón, El Cerro de Las Cabras, nos lo ha ido quitando a pedazos el frenesí destructivo de la sociedad consumista y depredadora en que estamos viviendo.”
Encíclica/ManuelAvila


