Cuando pensamos en vida extraterrestre inteligente solemos pensar en civilizaciones más avanzadas que la nuestra. Solemos imaginar alienígenas capaces de emprender viajes interestelares, con una tecnología que no somos capaces de comprender. Así lo demuestran la multitud de obras de ficción en las que se muestra un primer contacto con una especie extraterrestre. En estas obras suelen ser ellos quienes nos descubren y visitan en vez de al revés. Probablemente conforme vaya madurando nuestra tecnología y consigamos explorar más rincones del sistema solar nuestras historias irán cambiando y empezaremos a soñar con humanos protagonizando viajes interestelares.
Toda esta noción de “civilizaciones más avanzadas” puede plantearse de una manera más sistemática (aunque siga siendo especulativa, pues no conocemos vida más allá de la Tierra). Uno de los primeros intentos y el que más atención ha recibido fue el de Nikolai Kardashev, un astrónomo soviético que en 1964 propuso una escala para clasificar a las posibles civilizaciones que podría haber por el universo. Esta escala desde entonces ha sido revisada, completada y extendida, pero la idea básica sigue siendo la misma que en la escala original.
La escala original de Kardashev distingue entre tres tipos de civilizaciones. Las civilizaciones de Tipo I serían aquellas que son capaces de utilizar toda la energía que alcanza su planeta proveniente de la estrella alrededor de la cual orbitan o, al menos, una cantidad igual de energía. Esta cantidad de energía dependerá por supuesto del planeta y estrella concretos en los que se haya desarrollado dicha civilización. Si la estrella es una enana roja, una gigante azul o una estrella como nuestro Sol o si el planeta orbita en la región interior de la zona de habitabilidad o más hacia el exterior. Para el caso de la Tierra esta cantidad de energía corresponde a algo menos de un trillón de vatios o unos doscientos petavatios. En la actualidad, el uso anual de energía se calcula en unos veinte teravatios, por lo que aún necesitaríamos multiplicar por diez mil la cantidad de energía que consumimos para llegar a este primer grado.
Una civilización de Tipo II sería aquella capaz de utilizar toda la energía irradiada por su estrella. En este caso las cifras variarían todavía más en función de alrededor de qué tipo de estrella se ha desarrollado una civilización concreta. En el caso del Tipo I, la variabilidad se veía compensada por las condiciones necesarias para que surja la vida (o vida similar a la terrestre al menos). Es decir, si un planeta con vida orbita alrededor de una estrella pequeña lo hará cerca de la estrella y si orbita alrededor de una gran estrella mucho más luminosa lo hará lejos de la estrella. En el caso de la civilización de Tipo II la energía emitida por una estrella puede variar en un rango de millones de veces. Para nuestro Sol esta energía sería del orden de los cuatrocientos yottavatios (donde el prefijo yotta significa un 1 seguido de veinticuatro ceros). Una cantidad de energía así sería unos diez billones de veces superior a la consumida actualmente por toda la humanidad. Para poder producirla probablemente sería necesaria la construcción de una esfera de Dyson o alguna estructura similar.
Por último una civilización de Tipo III sería aquella capaz de aprovechar toda la energía emitida por su galaxia (o una cantidad igual). Esta cantidad otra vez más dependería del tipo de galaxia en el que se ha desarrollado dicha civilización, pero en el caso de la Vía Láctea esta cantidad sería del orden de varios billones de yottavatios (un 1 seguido de treinta y siete ceros).
Tal y como concibió Kardashev esta escala los diferentes grados solo tomaban valores discretos y una civilización no pasaba de un Tipo al siguiente hasta que conseguía superar la cantidad de energía necesaria. Desde entonces se han propuesto extensiones de esta escala en la que los valores intermedios (decimales) son posibles y en las que existen por tanto civilizaciones de Tipo 0 o de tipo IV y V. Estas dos últimas corresponderían a civilizaciones capaces de utilizar la energía entera del universo y de varios universos respectivamente. Estas consideraciones son excesivamente especulativas y no muy científicas, por lo que lo que se diga sobre ellas estaría más próximo a la ciencia ficción (o la fantasía) que a otra cosa. Una civilización de tipo cero sería una que consumiera un megavatio o el consumo de energía necesario para alimentar a unas diez mil personas.
Con todo, la humanidad estaría claramente en una posición entre la civilización de Tipo 0 y la de Tipo I. Dado el consumo de energía actual se calcula que nuestra civilización podría ser considerada como de Tipo 0.73. Se estima que podríamos tardar en alcanzar el estado de civilización de Tipo I entre uno y dos siglos, el de Tipo II varios miles de años y el de Tipo III varios cientos de miles de años.