Las fotografías de Nicolás, Cilia, Diosdado, Delsy y de su hermano el psiquiatra, cuelgan en el muro de la infamia. Allí las colocó el pueblo cansado como está del totalitarismo con que estos camaradas de nuevo cuño desgobiernan a Venezuela.
No podían colocarse, por ejemplo, al lado de las de los muchos héroes civiles, democráticos todos, que lucharon, cada uno en su tiempo y circunstancia, porque el país se desarrollara y progresara en paz.
No. El pueblo, que es muy sabio, las puso a la vista en el lugar donde deben estar, para que el mundo entero sepa que ellos son los culpables de la enorme crisis en que se encuentra la nación, antes rica, libre, y soberana, hoy trastocada en una de las más pobres, debido a la desidia, la irresponsabilidad y la inexperiencia de quienes arribaron al poder para lucrarse y no para hacer una revolución que, como todas las revoluciones que de verdad en el mundo ocurrieron, transformarse lo malo en bueno sino lo bueno en malo, como así ha sucedido.
Es muy fuerte, terriblemente fuerte, el veredicto dado por el supremo a esta clase de seudos dirigentes que, en la práctica, embaucaron al pueblo que les confió los destinos de la república creyendo que eran capaces. La frustración de la inmensa mayoría de los venezolanos que viven al día sin saber qué les ocurrirá mañana, es enorme.
Las cifras de los organismos internacionales que examinan el crecimiento o no de los pueblos lo confirman. Entre otros males, la falta de servicios públicos realmente eficientes, precisando en concreto las crisis que atraviesan los sectores de la salud, la educación y la economía, por ejemplo.
Mientras tanto, crece el desempleo, los salarios son miserables definitivamente y el hambre se convirtió en hambruna.
Basta ver a la gente escarbando en la basura buscando qué comer, para entender que el gobierno social-comunista -que los de las fotos en el muro ya señalado lideran desde hace 24 años-, están condenados al degredo en que la historia habrá de sumirlos.
No lo dice este cronista. Lo afirman estudiosos de la gestión roja al analizar cada una de las disciplinas en las cuales su fracaso ha sido tan perjudicial e ineficaz como peligroso y falaz.
Y es tarde, demasiado tarde para que rectifiquen, y mire que se les ha solicitado, de todas las formas posibles, que cambien; que entiendan que gobernar no es dominar, imponer, perseguir, atropellar, llevarse por delante lo establecido, a la ley misma y a la constitución, que dejó de ser el gran pacto social porque la convirtieron en un librito azul que cargan en un bolsillo y violan constantemente.
Ninguna de las medidas que dicta soluciona realmente un problema crucial, sin que lo ideológico esté por encima. El objetivo, por ejemplo, es afectar la propiedad privada porque priva el resentimiento y por seguir creyendo, todavía, que el comunismo es la liberación del hombre y que el enemigo a vencer es el capitalismo que, según lo gritan cada día, hunde a los pueblos.
Habría que preguntarles a los jerarcas chinos, rusos, turcos e iraníes por qué escogieron el modelo capitalista para seguir fortaleciendo sus economías en su desaforado afán de dominar el mundo.
AngelCiroGuerrero