La casa de Nicolás y Dolores fue el espacio donde se hicieron chorizos en Los Robles. Era Dolores y sus hijos los que ponían a secar las tripas de cochinos al sol por varios días y la carne molida de cochino condimentada y grasa eran los ingredientes para hacer los chorizos robleros.
Venía gente de toda Margarita a comprar los chorizos a un lado de la jefatura de Los Robles donde Dolores y su hijo Carmen se ocupaban de hacer los chorizos que por años surtieron a los pobladores de Margarita.
A Morocho, El Zorro y a Segundo, “Gundo”, le correspondió el reparto y distribución de los chorizos robleros que hacía Dolores y que en La Otra Sabana Florencia, Ana Dolores y Peucho Dubén que también hacían chorizos para venderlos en el Mercado de Conejeros y en sus ventiscas ubicadas en la Prolongación de la Avenida 4 de Mayo donde se surtían muchos margariteños que transitaban por esa importante arteria vial.
Por años los chorizos robleros fueron el principal producto que vendían en esta población y por eso esa calle se llenaba de visitantes que venían de toda parte de Margarita a degustar de los famosos chorizos margariteños.
Casa de Delfín donde mataban cochinos a Poncha y a Chila le correspondía rellenar las tripas de los chorizos con carne para vender ese producto como una de las atracciones de la gastronomía roblera.
No solo fue Chica Guerra orgullo de los robleros al sembrar su Pastel de Chucho como una simbología de la comida margariteña y aunque muchos quisieron quitarle su trofeo de campeona del Pastel de Chucho quedó su marca de fábrica reconocida por todos los margariteños al valorar el esfuerzo de esta cocinera de alta factura que elevó la calidad y atractivo de la gastronomía insular.
En el Mercado Viejo de Porlamar y en el nuevo mercado ubicado en el Municipio García los visitantes de todas partes de Margarita buscaban los chorizos robleros y que según ellos eran los mejores de la isla.
A Dolores y su hija Carmen les correspondió llevar la antorcha de la venta de chorizos en Los Robles y las largas colas para comprar los reconocidos chorizos eran interminables.
La fama del chorizo roblero recorrió la isla entera y desde todas partes de Margarita venían insulares a buscar los famosos chorizos que Dolores hacía frente a la Plaza Bolívar de Los robles.
A Nicolás, Morocho el Zorro, Nicho Malaver y Juan Zabala le tocó la tarea de distribuir el producto de reconocido prestigio en la isla y no se daban abasto para realizar una tarea de ubicar los chorizos de Dolores en las distintas poblaciones de Margarita.
No se quedaba atrás Delfín que con Poncha y Chila como puntas de lanza y se hizo en la Calle Fraternidad un matadero donde no solo se vendía carne de cochino, chicharrones, y chorizos que eran parte del atractivo de los robleros que disfrutaron por años de estos productos artesanales “made in el pilar”.
La esposa de Geño Pitre, la madre del Negro y Angito estuvo por años llevando su olla cargada de chorizos a Porlamar donde su mercancía se agotaba cada día.
La fama de la venta de carne de cochino y chivo en Los Robles se unió a la venta de hallacas y chorizos que por años mantuvo a Los Robles como un espacio privilegiado de la venta de estos productos artesanales.
Con el paso del tiempo ya en Los Robles no se hace ni su plato preferido el tarkarí de chivo al orégano y cuando hacen las famosas ferias del chivo son muy poco los robleros que participan en esa actividad y que a decir de muchos se venden más dulces y parrilla que la verdadera esencia del chivo roblero.
Eso es harina de otro costal y en cualquier momento les cuento la historia de la Tibisay Lucena que hacía los festivales con personas venidas de otras tierras y que no sabían de la existencia del chivo como producto de venta en este pueblo, la historia del orégano roblero y la historieta del que no come chivo robado no ha comido chivo.
Ya nadie en Los Robles fabrica el chorizo y no quedaron rastros de las vendedoras de chorizos robleros que solo forman parte de la historia de este viejo pueblo margariteño.
Por ahora nos conformamos con recordar a Dolores, Chila, Poncha, Florencia, Ana Dolores y Perucho Dubén como los grandes hacedores de chorizo artesanal y que hicieron pequeñas empresas que le permitieron sacar adelante a sus familias con la venta de chorizos.
Ahora cuando voy al Maco o a Tacarigua a comprar chorizos y morcillas solo me queda decir “A tiempos que no volverán”.
Encíclica/ManuelAvila


