Un reloj Patek Philippe que lució el último emperador de China fue vendido este martes por una cifra récord de 48,8 millones de dólares hongkoneses (6,2 millones de dólares estadounidenses, 5,7 millones de euros), durante una subasta celebrada en la sede de la casa de subastas Phillips en Hong Kong.
Un coleccionista asiático residente en la ex colonia adquirió el exclusivo ejemplar vía telefónica, tras seis minutos de animada puja, batiendo así la estimación previa de venta por 3 millones de dólares, según informó la casa de pujas.
El Patek Imperial, como es conocido, fue obsequiado por Aisin-Gioro Pu Yi a su intérprete ruso mientras el soberano estaba encarcelado por la Unión Soviética, y se trata de una de las ocho exclusivas piezas conocidas de Patek Philippe Reference 96 Quantieme Lune.
Por su parte, el responsable de la división de relojes de la casa de subastas Phillips Asia, Thomas Perazzi, declaró que se trata de la cifra más alta jamás alcanzada por un reloj de pulsera que perteneció a un emperador.
Entre otros modelos adquiridos en subastas pertenecientes a emperadores, se encuentran un Patek Philippe propiedad del último monarca etíope, Haile Selassie, adjudicado por 2,9 millones de dólares (2,6 millones de euros) en 2017.
Un Rolex que perteneció al último emperador de Vietnam, Bao Dai, fue vendido por 5 millones de dólares (4,6 millones de euros).
Este modelo imperial de platino de 2,5 cm de diámetro presenta una esfera con números arábigos, agujas de oro rosa y una función de «fase lunar» que muestra la visibilidad de la Luna desde la Tierra en un momento preciso.
Parte de su mecanismo interno data de 1929, aunque la marca suiza no comercializó el modelo hasta 1937.
Además, los arañazos de su esfera esconden una historia: según la leyenda, el soberano ordenó a su asistente personal que rascara el barniz de la superficie para verificar si había platino debajo.
Aunque se desconoce el modo en que Pu Yi obtuvo el reloj, se cree que lo heredo de sus antepasados y está documentado que se comercializó en París a través de una tienda de lujo.
Pu Yi coleccionaba varios relojes, pero el más notable era su Patek Philippe Calatrava 96 Quantieme Lune, que conservó durante su encarcelamiento soviético en la ciudad oriental rusa de Jabarovsk, dado que le permitieron tener un compartimento secreto en su maleta donde transportaba oro, joyas y, probablemente, este Patek.
Posteriormente se lo regaló a Georgy Permyakov, un experto en mandarín que le sirvió de tutor y traductor ruso durante su periodo de encarcelamiento, al concluir la ocupación japonesa sobre Manchuria tras la Segunda Guerra Mundial.
La historia de Pu Yi, que sirvió de base a la oscarizada película «El último emperador» de Bernardo Bertolucci, se remonta a 1908, cuando ascendió al trono con apenas dos años. Menos de cuatro años después se vio obligado a abdicar cuando una revuelta republicana derrocó a la dinastía Qing, aunque pudo seguir residiendo en el palacio imperial de Pekín.
Posteriormente, Japón lo instaló como emperador de Manchukuo, en la región de Manchuria al noreste de China. En la Segunda Guerra Mundial y tras la derrota de Japón fue capturado por las fuerzas soviéticas y retenido como prisionero de guerra.
Según relata Phillips, este le entregó el reloj a Permyakov en 1950, poco antes de su regreso a China como prisionero para ser juzgado por crímenes de guerra.