La política cobra precios muy altos cuando los protagonistas no cumplen con las expectativas de la gente. Eso es definitivo y el que lo quiera ver que vea los costos que están pagando Guaidó, Capriles y Leopoldo López a quien la sociedad venezolana excluyó de su simpatía hace buen rato y no lo han entendido.
Capriles por no atender el llamado del pueblo cuando le hicieron el llamado para que saliera a las calles a defender su voto. A lo mejor fue una decisión sabia para no exponer a la gente a un suicidio colectivo porque las armas las tenía el régimen, pero la gente no es capaz de interpretar como quieren los más ilustrados de la sociedad. Esa raya mató a Capriles para siempre y por más que hable jamás será escuchado por un pueblo arrecho.
A Leopoldo se le acabó su cuarto de hora en sus negocios con el régimen y en el invento de conspiraciones fabuladas que solo le calificaron de mago de las mentiras. Se fue a España y quedó condenado a la nada política porque el pueblo ya no lo quiere.
A Guaidó la gente le brindó su confianza y le falló y solo se dedicó a vender el producto del poder norteño para fabular invasiones y toma del poder. Con esos cuenticos quedó vuelto papillas el emblemático candidato del fracaso nacional.
Tras esos fracasos presidenciales nos fuimos quedando sin candidatos para competir con el candidato del régimen porque de Rosales se dice que es solo una candidatura regional que no irá a más porque ya perdió con Chávez en unas elecciones vendidas que marcaron al maracucho como uno más del montón. Y si lo evaluamos en base a la dirigencia que tiene en las regiones es peor porque solo le quedaron chiniguas que solo lanzan alaridos de muerte porque perdieron el poder. No hablemos de Bernabé que es una momia del siglo pasado solo con un lenguaje de mala copia de CAP y con más nada que ofrecer a un país que ya sabe su venta al régimen. Y Prosperi es una figura nueva que pudiera ser atractivo para los venezolanos, pero ni tarjeta tiene para vender su candidatura.
Las dos mujeres María Corina Machado y Delsa Solórzano tienen mayor atractivo por aguerridas y combativas figuras que han dado la pelea en la Asamblea Nacional en tiempos cuando todos los demás andaban escondidos tras las faldas de sus abuelas.
Es María Corina la única con el coraje suficiente para batallar de tú a tú con el candidato del régimen y ojalá que eso lo entendieran el resto de los participantes de los partidos para que apuesten a Venezuela alguna vez. No se trata de hacer trampas en las primarias, sino de medirse con transparencia para tener un candidato o candidata única que lleve la posibilidad de generar un cambio nacional por encima de todas las cosas. Si lograra entender que debe participar en las primarias y flexibilizar su tratamiento con los factores políticos otro gallo cantaría en el escenario nacional, pero sus asesores le han recomendado que no se meta en el pantano politiquero y esa es la limitante para esta candidata que encarna una figura ideal para liderar el país, pero sus asesores la mantienen presa en el mundo radical.
Es urgente que los politiqueros se sacrifiquen por su país en algún momento, ya que es evidente que los negocios con el régimen están descubiertos ante los ojos del país. Pero hay que ver a los partidos mostrándose con la cara bien lavada para asumir que son aliados del régimen. Eso tendrán que hacerlo a costa de qué le quiten la tarjeta entregada por la vía del TSJ con el convenio de que jueguen para el equipo rojo de manera camuflada. No se cómo harán los adecos, copeyanos, justicieros y voluntad popular para desobedecer a sus jefes nacionales. Entrar en desobediencia implica expulsión de las filas partidistas y sus jefes no podrán zafarse del nudo corredizo que le puso el régimen para entregarle las tarjetas a cuenta de que le entreguen el alma al Diablo.
Ahí es donde entra en acción la madurez política de los aliados del régimen para no jugarle sucio a Venezuela, pues es evidente que ya los venezolanos conocen de cerca el negociado de la judicialización política que implementó el gobierno como estrategia para maniatar a los partidos del estatus.
Luce interesante ver cómo se soltarán del nudo corredizo estos vendedores de bazar que le vendieron el alma al Diablo por el derecho a las tarjetas y a los bienes partidistas. Sin dudas que no se había conocido una situación crítica como esta en la escena política nacional y en las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales tuvieron libertad los partidos judicializados para escoger sus candidatos a cuenta de dividir para que triunfará el oficialismo. Ahora en esta elección presidencial se prende la fiesta de nuevo y se pone en tela de juicio la fortaleza de partidos que están en tres y dos por sus posiciones confusas a favor del régimen.
Con ese panorama solo le queda a la oposición venezolana realizar un proceso transparente para que el elector tenga confianza y vuelva a recuperar ese derecho inviolable de votar para quitar y poner presidentes.
Mientras tanto el país se debate entre el ser y no ser calándose un gobierno atarantado y sin rumbo que con un 14% de popularidad se mantiene en el poder cuando nadie los quiere porque arruinaron la nación y convirtieron a Venezuela en tierra de nadie.
Encíclica