Cuando Miguel Serra el director musical de Cuerdas Espartanas recibió el honor de la Asociación de Cronistas de ser el primer expositor del Conversatorio organizado por la Asociación de Cronistas de Nueva Esparta en Homenaje a los 102 años del nacimiento del Maestro Jesús Manuel Subero tocó en su exposición algunos elementos importantes de la vida del autor.
Una intervención muy ilustrativa con anécdotas y humoradas de lo que conoció y vivió Miguel cuando compartió muchos momentos con el egregio Maestro pampatarense entre ellas sus vivencias en la pesca, sus experiencias como docente y su paso por la política.
Abrió Miguel el debate sobre los cronistas y la política y me permitió ser el segundo ponente en este conversatorio en honor al Hijo de Chucho Subero y cuyo tema se refirió al “Maestro Subero líder”.
No es líder solo el que hace política, sino los que son capaces de liderar sus comunidades y le correspondió a Jesús Manuel asumir el reto ser maestro de aula por años, director de escuela, supervisor y orientador de su comunidad en su rol de educador.
Asumió Subero su compromiso con la evolución de su pueblo en la Escuela de Gasparico y en la “José Joaquín de Olmedo” en el casco histórico de Pampatar, ahí cerquita de la Casa de la Aduana, luego de FONDENE y ahora como sede de la Armada.
Desde sus aulas ejerció Jesús Manuel su liderazgo en el aula y no le hizo falta ser director en ese momento porque su objetivo central estaba en formar a los estudiantes de su pueblo.
Por eso asumió el liderazgo de la formación de su pueblo y ya había asumido ese compromiso con los robleros cuando compartió ese rol de educador con sus vecinos los pilarenses y lo refiere Nicanor Navarro en su libro “Las Piedras de Nila” en su crónica “El hijo de Chucho Subero” cuando dice “Su presencia se nos fue haciendo cada vez más familiar, dado su inquietud y sus grandes deseos de ayudarnos en todo a lo que educación concernía; y al lado del Padre Marcano, muchas veces bajo la mata de ceiba, otras tantas en torno a la pila vieja, y más frecuentemente detrás de la sacristía, nos reunía para dictarnos charlas”.
Y su hermano Efraín también fue docente en la Escuela que funcionó en la casa de Pedro Velásquez cuando llegó recién graduado de la escuela normal.
De manera que Jesús Manuel, Efraín y la Maestra Luisa Rosas de Velásquez tuvieron mucho que ver con la evolución educacional de un pueblo de paso que para aquellos tiempos carecía de los elementos educativos necesarios para su desarrollo ciudadano.
Posteriormente ese liderazgo educacional lo realizó en La Asunción donde volvió a la escuela donde estudió para ser su director y devolver a la capital histórica el favor de haber sido el espacio donde se formó como estudiante.
Luego estuvo en Porlamar donde en el Colegio Virgen del Valle dictó cátedra por años para contribuir al desarrollo de la Ciudad Marinera.
Pero no conforme con su paso por la educación después de jubilado siguió su tarea de formar ciudadanos en la biblioteca de su creación donde por años estuvo orientando a los estudiantes margariteños sobre la historia de la región y se recuerda los momentos cuando Jesús Manuel dedicaba sus días enteros a la orientación de los muchachos que asistían a esa biblioteca en busca de información.
Por años su mecedora ocupó un espacio importante en la Biblioteca “Jesús Manuel Subero” donde el Maestro investigaba y dedicaba su tiempo a lo que más le gustaba la enseñanza y la historia de Nueva Esparta.
Ese liderazgo lo continuó al sembrar la Asociación de Cronistas en Pampatar en la Biblioteca “Rosauro Rosa Acosta” y su don de mando llevó a la instalación de la Asociación de Escritores en su Pampatar porque en esos tiempos esa institución estaba formada en su mayoría por los cronistas de la región y tuvo sus momentos estelares con Jesús Manuel, Charo, el poeta Rosa Acosta, Rodrigo Ordaz, Nicanor Navarro, Denis Bourne, Ángel Félix Gómez, Cheguaco Salazar, Felipe Natera Wandelinder, Esther Quijada, Efraín Subero y tantos otros que escribieron por años no solo sobre la historia de Nueva Esparta sino que hicieron libros, ensayos y se dedicaron a la lectura y la escritura como la pasión de sus vidas.
El liderazgo del Maestro Subero fue contundente y en su pueblo tuvo rechazo de algunos que no llegaron a entender por qué el Maestro siempre andaba de flux y corbata.
Eso indicó siempre que un maestro no es cualquier cosa, sino un espejo para servir de modelo de ciudadanos y con esa actitud ejemplarizante terminó siendo entendida por su pueblo y por sus críticos que por encima de los trajes que le hacía Chiquito Suniaga en La Asunción estaba la humildad de un hombre que dedicó su vida a una pasión que debe servir de modelo a los maestros del país y que llegó a entender que no se necesita un aula de clases para enseñar sino que “a veces bajo la mata de ceiba, detrás de la sacristía, otras tantas en torno a la pila vieja” como dijo Nicanor en su estampa “El hijo de Chucho Subero”.
Por eso el Maestro Líder se elevó hasta llegar a ser diputado y Presidente de la Asamblea Legislativa, director de escuela, supervisor, maestro, cronista, historiador, investigador y político, pero sobre todo un líder intelectual que con su trabajo tesonero desde las aulas de clases se convirtió en una figura egregia del tiempo que le correspondió vivir y con su liderazgo a cuestas marcó una época para convertirse en un referente de la sociedad margariteña y como dijo su hermano Efraín Subero: “Al complacer el mandato ineludible del fraterno poeta Ángel Félix Gómez, siento que estas palabras no son mías sino de los innumerables alumnos que tanto como yo agradecen esa emotiva enseñanza impartida primero en la Escuela Rural N 232, cerquita de la Laguna de Gasparico y más tarde en la inolvidable Escuela Federal Graduada “José Joaquín de Olmedo”, donde las voces del Maestro Subero se juntaban con las voces del mar .
Y uno aprendía dos veces dos cosas al mismo tiempo. Por eso digo yo que uno comienza a escribir del maestro Subero y concluye escribiendo del mar”.
Encíclica/Manuel Avila