La ciencia solo cuenta con hipótesis para intentar explicar este aspecto de la evolución humana. Sin documentos ni fuentes que puedan evidenciar cuándo, cómo y por qué surgió el lenguaje humano, nos agarramos a algunas pistas para intentar definir el origen de algo tan dúctil como el lenguaje, en constante cambio que, a pesar de su presencia extendida por todo el mundo, no deja rastro alguno hasta la invención de la escritura.
Pero el ser humano habla desde mucho antes de saber escribir y, en gran medida, es nuestro lenguaje el que nos ha aupado como la especie que domina el mundo actual. Parafraseando al filósofo Ludwing Wittgenstein:
“Los límites del lenguaje son los límites de nuestro mundo”.
La revolución cognitiva
Hace entre 70 000 y 30 000 años se calcula que hubo toda una revolución cognitiva que nos llevó a nuevas maneras de pensar y comunicarnos. No tenemos muchas certezas acerca de los motivos que propiciaron este cambio fundamental en la evolución del ser humano, pero:
“La teoría más ampliamente compartida aduce que mutaciones genéticas accidentales cambiaron las conexiones internas del cerebro de los sapiens, lo que les permitió pensar de maneras sin precedentes y comunicarse utilizando un tipo de lenguaje totalmente nuevo”.
Ni mucho menos somos los únicos seres vivos con la capacidad de comunicarse. Muchas especies cuentan con algún tipo de lenguaje propio. Y no solo con gestos, sino que hay especies que tienen lenguajes vocales que utilizan para alertar de algún peligro como la presencia de un depredador. Y, desde luego, un loro puede reproducir vocalmente el sonido que quiera y articular cualquier frase pronunciada por el hombre. ¿Qué necesitamos para poder emitir sonidos por nuestra boca?
Entre otros aspectos, necesitamos un control enorme de nuestra respiración. Para ello el cuerpo humano cuenta con un diafragma que tiene muchos más nervios que el de los simios, nuestros parientes más cercanos. Para dar cabida a esta cantidad de nervios nuestra médula espinal es un poco más gruesa a la altura del diafragma y, por tanto, la columna vertebral también es más ancha. Hace unos 600 000 años, los neandertales ya tenían esta columna vertebral ensanchada. Sin embargo, los fósiles de Homo erectus no muestran esta característica.
Del sonido a las palabras
Con todo, emitir sonidos no implica poder hablar. Nuestra ventaja no está en la capacidad de articular sonidos, sino en entender que estos sonidos contienen un mensaje concreto. Conocer cómo se originó esta maravilla de la naturaleza por ahora sigue siendo misión imposible. No tenemos documentos ni fuente alguna que nos indiquen alguna evidencia. Solo podemos teorizar hipótesis y buscar algunas pistas a las que procuramos darle sentido común para ordenar cómo creemos que pudo desarrollarse el lenguaje.
Entre las distintas teorías está la que defiende que el lenguaje del ser humano evolucionó como medio para compartir información sobre el mundo. Esta teoría a su vez se ramifica en varias opciones. Claro, tiene sentido que empezáramos a hablar sobre aquellos que nos rodea, pero este concepto es tan amplio como vago. Hay especialistas que creen que, más allá de la comunicación para conseguir necesidades básicas como protección y comida, el lenguaje evolucionó hasta formas mucho más flexibles gracias al cotilleo. Por trivial que pueda parecer, la teoría del chismorreo propone que el interés por contar quién hizo qué, a quién, cuándo, dónde y por qué es lo que nos llevó a articular un lenguaje cada vez más complejo. Y de ahí pudimos dar el salto a hablar sobre cosas que ya no eran parte del mundo que nos rodeaba. Empezamos a transmitir ideas abstractas, conceptos sobre cosas que no existen. La ficción nos ha permitido imaginar y esta capacidad ha sido empleada para unir colectivos cada vez más grandes. Por lo que:
“Los sapiens pueden cooperar de maneras extremadamente flexibles con un número incontable de extraños. Esta es la razón por la que los sapiens dominan el mundo, mientras que las hormigas se comen nuestras sobras y los chimpancés están encerrados en zoológicos y laboratorios de investigación”.
Está claro que durante la Edad de Piedra el ser humano empezó a hablar y compartir información. Según la teoría del chismorreo, durante este largo período de la prehistoria ya tendríamos palabras como “papa”, “mama”, “hermana” o “amigo”.