La plaza donde apenas se mantienen en pie los maltrechos muros de la histórica mezquita Yeni Cami, símbolo de la ciudad de Malatya, al sureste de Turquía, era antes del 6 de febrero de 2023 un hervidero de actividad, de cafeterías, mercados y restaurantes.
Ahora es un inmenso solar, que un año después del devastador terremoto recuerda el vacío que dejó la catástrofe en 11 provincias turcas, causando la muerte de unas 53.000 personas.
Algunas palas descansan en los alrededores y otras mueven montañas de tierra para alisar el terreno, antes de comenzar la reconstrucción de la zona, que el gobernador Ersin Yazici asegura que estará concluida en dos años.
El joven Murat ha venido desde la cercana provincia de Adiyaman a Malatya, su ciudad natal, por primera vez desde lo ocurrido.
Recuerda que en esa nada que rodea el templo hoy, solía haber un restaurante donde venía a comer con su familia.
Muestra en su móvil vídeos del solar donde se levantaba el edificio de apartamentos, no muy lejos de ahí, en el que se crió y de una segunda casa donde vivió unos años antes de trasladarse a Adiyaman con su familia.
«La ciudad está irreconocible. Todo ha cambiado, no solo los edificios: la gente. Se ve en la cara de la gente», dice a EFE el joven ingeniero.
Grietas y solares
En la calle comercial de la ciudad, las torres de casas se intercalan con huecos, filas de casetas prefabricadas, y edificios vacíos, todavía por derruir y que Yazici describe durante una conferencia celebrada en el marco de un viaje organizado por el Gobierno turco y al que EFE fue invitado, como «edificios fantasma».
El gobernador detalla que en la ciudad murieron 1.237 personas y 6.444 resultaron heridas. Casi 36.000 edificios resultaron muy dañados: «Se ha completado el 98 % de las demoliciones en el centro de Malatya y el 85,3 % en toda la provincia», afirma.
En un bazar prefabricado cerca de la mezquita, el dueño de una tienda de frutos secos ofrece los tradicionales albaricoques resecos de la región mientras asegura con resignación que su antiguo puesto estaba cerca de Yeni Cami, pero se hundió con el sismo.
«El terremoto ¿nos ha recordado que los ricos y los pobres son iguales?», se lee en una pintada en las paredes de uno de esos bloques fantasma todavía por derrumbar, justo en la pared que colindaba con un edificio caído.
En el vacío dejado por una tienda quebrada, en la que solo quedan escombros y basura, se lee: «No lo podemos recoger».
Esfuerzos de reconstrucción
Los terremotos no son una sorpresa en esta ciudad que el pasado 25 de enero registró uno de magnitud 5,2 grados y el pasado 28 de diciembre otro de 4,6 grados, aunque esta vez sin víctimas: los temblores hasta la magnitud 5 son habituales en el país y no suelen causar daños.
Pero en esta zona, situada en la falla tectónica entre Anatolia y Arabia, cada tanto hay sismos mayores, y quedan los recuerdos: la malherida Yeni Cami (Mezquita Nueva) ya sufrió severos daños en otro seísmo ocurrido el 14 de junio de 1964.
Por eso, los vecinos ven lo ocurrido como algo inevitable, mientras que otros, como Murad, consideran que las autoridades deberían haber estado preparadas.
El propio presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, pidió disculpas veinte días tras la tragedia por no haber llevado los trabajos de rescate durante los primeros días «con la eficiencia deseada».
Ahora su Gobierno, que a pesar de su gestión no fue castigado en las urnas en las pasadas elecciones generales de mayo, hace hincapié en los esfuerzos de atención a los damnificados y en la reubicación de la población desplazada a las nuevas ciudades y pueblos permanentes que se están construyendo.
Coincidiendo con el primer aniversario de la catástrofe, Erdogan se ha embarcado en una gira por la región durante la que también se anuncian los nombres de las primeras personas que podrán trasladarse de los campamentos de casetas prefabricadas a las nuevas ciudades permanentes.
Las autoridades han invitado a prensa nacional e internacional para mostrar los servicios sociales, deportivos y culturales que se ofrecen en los alojamientos temporales donde se refugian unos 680.000 desplazados en todo el país.
Asimismo, ha organizado visitas a las nuevas ciudades y aldeas donde empezarán a ser trasladados los damnificados y cuya finalidad es llenar ese vacío ensordecedor que a las 4.17 hora local del 6 de febrero de 2023 causó el terremoto de 7,8 grados.
Notiespartano/EFE