El efecto de una gestión de gobierno, especialmente si ha sido buena para la gente, queda guardada en la memoria colectiva.
Y resulta muy difícil olvidarla, cuando se aprecia, todavía, una obra en cada pueblo, que le sirve a la comunidad de modo más que apreciable. Es el resultado de una gerencia seria, responsable y de verdad comprometida. Igualmente, refleja que el gobernante ha cumplido su promesa; que su gobierno superó cualquier expectativa; que su administración sí fue dirigida hacia el encuentro de las mejores respuestas a las demandas populares.
En suma, no falló. Honró la palabra empeñada y ello es bueno, demuestra que ese dirigente es un líder.
Por eso se le recuerda, se le admira y se le agradece. Aunque cumplir con el deber es su obligación, sin embargo, el pueblo que le ve y le siente eficaz y diligente va atesorando cada resultado de la buena acción que desarrolla y, a su vez, ahonda muy adentro, el sentimiento favorable, que se traduce en no olvidar, nunca, a quién, cómo y cuándo le respondió acertadamente.
Esto, en democracia, resulta cierto. Pero también en democracia el propio pueblo castiga a quien no cumple los buenos propósitos y deja de lado, es decir, olvida lo prometido.
De allí que, a la hora de las grandes decisiones, no vacila en clamar que sea su nombre el que más suene, el que más puede concitar voluntades alrededor de su figura y el que le asegure a cada ciudadano un provechoso porvenir.
Asimismo, que este gobernante pase a la historia como el mejor, es el reflejo, el retrato más fiel de lo que un verdadero demócrata resulta en su exacto papel de conductor de pueblos.
Muchas han sido, durante años, las expresiones de personalidades insulares en torno a la tarea que Morel Rodríguez Ávila, de quien arriba hablamos, ha venido ejecutando a favor de los margariteños y cochenses.
Una de ella, definitoria, fue la de José Luis Bruzual, ex presidente de Fedecámaras y ex gobernador; muy querido de los neoespartanos:
“Con Morel Rodríguez se evidencia el progreso en Nueva Esparta”, afirmó. “Esa tarea es fácil comprobarla en los distintos sectores: hay mucho movimiento favorable en todos ellos hacia el progreso insular.
Esto, sin duda, es el reflejo de un buen ejercicio del poder, traducen una acertada gerencia de los recursos públicos y en una bien planificada política de servicios, con especial acento en lo social.
La tarea cumplida por nuestro amigo Morel, la de rescatarle a Margarita y Coche el progreso que lo tenían paralizado, tiene el reconocimiento todo del pueblo neoespartano”.
De las consideraciones del recordado José Luis Bruzual, que extraemos de un libro que estamos escribiendo sobre el actual gobernador, bien puede asegurarse que El Efecto Morel es una certeza, una verdad irrebatible, la concreción exacta de la tarea cumplida.
Es, igualmente una demostración, muy evidente, de la efectividad de una línea de trabajo que se fue cumpliendo, al pie de la letra, durante el ejercicio del gobierno en varias ocasiones, llevado por el pueblo a regir sus destinos.
El Efecto Morel, sin duda, quedó arraigado en la memoria popular, tan efectiva en calificar de cierto lo que es una verdad incontrovertible.
Es un modo de señalar que, en Margarita y Coche, no se equivocó el pueblo cuando en distintas situaciones llevó al líder de la democracia insular a la Casa de Gobierno de La Asunción.
Por ejemplo, el 5 de marzo de 2007, el diario El Nacional refleja la siguiente consideración en torno al El Efecto Morel: “La reactivación que se observa en el sector turismo, la actividad comercial, la construcción de viviendas y la reactivación cada vez más creciente de las diversas áreas de la economía, así lo han reconocido diversas instituciones como el Conapri, entre otras.
La recuperación de la confianza se atribuye en un altísimo porcentaje al estilo de gobierno de Morel Rodríguez Ávila que ha sabido armonizar los intereses de los diversos sectores.
La inversión privada ha regresado a Margarita y Coche y se ha convertido en una de los principales motores del desarrollo económico y social de esa entidad federal”.
Está dicho todo.
ÁngelCiroGuerrero