Cuando nació la Junta Parroquial de Los Robles electa por el voto popular vino esa jugada legal a sustituir a la Junta Comunal que Pitoco González y Edgard ocuparon a dedo por años y con la aparición de esa ley se hizo una gran fiesta en Los Robles.
Ascendieron al poder Zótico Mendoza, Jesús Ramón Jiménez, Balita Rosas y Juan Carreño Perero con ganas de comerse al mundo y con el acuerdo de compartirse la presidencia de la Junta Parroquial Aguirre.
Todas las órdenes venían del Capataz que fungía de alcalde de Maneiro para esa época y que nada tenía que envidiarle el Juan Primito de Doña Bárbara por sus jugadas fuera de lugar que dejaron en entredicho la capacidad gerencial de la época.
Desde su primer año empezaron como escobas nuevas cortando ramas, pintando aceras y usando el personal con que contaban para dar la sensación de que venían a transformar el mundo.
No fue así y más allá del sensacionalismo de la nueva estructura jurídica nacional a los pocos meses la Junta Parroquial abúlica estaba en el mismo rango de la era de Pitoco, Licho Pinguita y Edgar González.
La conchupancia política mató la propuesta de la Junta Parroquial y a los pocos días empezó la guerra interna por el entendimiento para ejecutar las directrices de una gerencia pública colapsada por el mal manejo de la organización de las políticas públicas.
Puro manejo comunicacional la creación de las Juntas Parroquiales que se murieron al nacer y por ser otra creación burocrática del Gobierno Nacional para buscar votos por todas partes, terminó siendo un reducto de empleadores que metían en sus nóminas a los compañeritos de partidos sin importarle su capacidad para ejercer sus cargos.
Desde los tiempos de Pitoco la Junta Comunal era un monstruo inerte que nada hacía y al cambiarle el nombre por Junta Parroquial solo levantó polvaredas por la innovación del nombre y por la elección en las mismas elecciones de alcaldes y concejales.
La gente empezó a ver que la Junta Parroquial dependía en grado superlativo del alcalde y terminó formándose el peor criterio de esa institución oficial que murió al nacer.
Al poco tiempo vino la decisión del Gobierno Nacional de eliminar las Juntas Parroquiales y eso solo fue un boom político tomado como bandera para dar la impresión de cambios en la manera de gobernar los municipios.
Más nunca se habló de las Juntas Parroquiales en Venezuela que desde 1998 habían aparecido registradas en La Ley Orgánica del Régimen Municipal (LORM) que reconocía a las parroquias como una entidad de carácter local.
La idea era de fomentar la participación ciudadana en la comunidad y contribuía a dar fortaleza a la gestión municipal en la vida local. La proclama de esa ley se dio en 1998 y en el 2010 la misma AN decidió borrar del mapa a las Juntas Parroquiales porque eran organismos burocráticos inaceptables.
En Los Robles del Municipio Aguirre quedaron grabadas las grandes luchas de los representantes del MVR que liderados por Zótico Mendoza y Jesús Ramón Jiménez dieron una gran batalla para ganarle las elecciones internas a Libia Pro, a Juan Luna y a otros come candela que aspiraron y no cristalizaron su propuesta y por la oposición Juancho Carreño, Balita Rosas e Ingo Rojas dieron la pelea para conformar la Junta Parroquial Aguirre. Al final quedó constituida la Junta Parroquial Aguirre por Zótico Mendoza, su presidente con Moncho Jiménez y Juancho Carreño como los otros integrantes. Esa emoción duro poco porque el mismo gobierno decidió desaparecer la Juntas Parroquiales mediante la modificación de la ley en el 2010.
Quedó etiquetado el nombre de “Moncho Parroquia” en Jesús Ramón Jiménez en esos dos años de gestión y que impulsado por su amigo el Gobernador Alexis Navarro lo proyectó como integrante de esa institución roblera.
Atrás quedaron los recuerdos del imperio popular que creyeron los fanáticos del proceso que apostaron a la burocratización de estos pequeños reductos en los pueblos y que el mismo gobierno sepultó para evitar el mayor burocratismo que en principio quisieron evitar al anunciar reducción de ministerios y solo fue un saludo a la bandera que terminó con la reforma de la Ley Orgánica del Régimen Municipal en el 2010.
Ese capítulo de las Juntas Parroquiales quedó cerrado para siempre en Venezuela y sustituido por los Consejos Comunales nombrados a dedo y formados por grupos anárquicos que elige la misma gente del gobierno para hacer populismo con las migajas que reparte el Gobierno Nacional y sin ninguna otra idea trascendente para las comunidades.
Todavía por ahí me tropiezo con los protagonistas de la Junta Parroquial Aguirre que quedaron marcados en la historia por ser partícipes de un organismo efímero sin historia, pero que todavía no entienden que fueron utilizados en una prueba de laboratorio sin resultados.
Más tiempo duró Pitoco González en la Junta Comunal que estuvo en por lo menos tres períodos y aún logró dejar a su hijo Edgard Luís González por dos períodos más y a Licho Calderín que también presidió esa institución en Los Robles.
La historia de las Juntas Parroquiales duró muy poco y solo dejó el sabor amargo en el paladar de los fantaseadores de revolución que terminaron sepultados bajo la sombra de los crepúsculos que estafaron a los venezolanos.
Al final del cuento legal fue el mismo proceso quién se comió a su propio hijo al considerar que aumentaba la burocracia y ni se percataron que después de la promesa de reducir los ministerios lo llevaron hasta más allá de los 60 para entrar el récord guiness de la burocracia mundial.
Eso es historia y la gente lo sabe, pero los mismos revolucionarios de uña en el rabo se hacen los idiotas para continuar diciendo que con la revolución se vive mejor.
Así son las cosas y ni los propios actores se quejan porque su mandato es seguir la línea del proceso y solo eso basta.
Encíclica/ManuelAvila