Desear es querer algo con vehemencia y anhelo. El deseo es siempre la aspiración hacia algo que no se tiene en el momento. Es una tendencia humana que impulsa hacia la búsqueda de aquello que está ausente y sin la cual no se puede alcanzar la plenitud. Con el deseo sexual pasa lo mismo.
Este deseo anima al ser humano a buscar un encuentro sexual por diferentes motivos: reproductivos, sociales, personales, etc. Surgen ante esa falta percibida a nivel relacional y desencadena una serie de comportamientos que pretenden acercar a la persona a ese fin tan anhelado, el sexo.
¿Qué es el deseo sexual en los hombres?
Es un estado psicológico que busca iniciar y mantener la conducta sexual humana, desencadenado por estímulos internos o externos. Básicamente, es el impulso que mueve a las personas, en este caso a los hombres, hacia un encuentro íntimo con otra persona, para compartir intimidad, mantener una relación, para disfrutar y sentir placer, etc.
El deseo sexual en los hombres aparece en la pubertad, algunas veces asociado con eyaculaciones involuntarias durante el sueño. Este deseo puede mantenerse hasta alrededor de los 50 años, para posteriormente comenzar su declive, acompañado en algunos casos, de un descenso también de la libido.
El deseo sexual en los hombres y algunos factores asociados
Los factores asociados a este tipo de deseos son de tipo biológicos, psicológicos, sexuales, relacionales y culturales (Nimbi et al., 2020):
Factores biológicos
Los andrógenos, como la testosterona, son fundamentales para la conducta sexual en hombres. De hecho, las investigaciones realizadas sobre el tema han demostrado que se requiere un nivel mínimo de andrógenos para experimentar deseo sexual.
Se sabe también que la testosterona aumenta el deseo de tener sexo sin compromiso y, por consiguiente, de un mayor número de parejas sexuales. La satisfacción de estos deseos suele reducir los niveles de testosterona en la sangre después del coito, pero no el nivel de deseo percibido (Puts et al., 2015).
Las hormonas sexuales son liberadas en el torrente sanguíneo por las glándulas y viajan al cerebro, donde sensibilizan determinadas regiones de la corteza, haciéndolas más receptivas a los estímulos y pensamientos sexuales.
Factores psicológicos
Si bien es cierto que los estados de ánimo pueden promover o inhibir el deseo sexual, los estudios sobre el tema nos ofrecen resultados contradictorios. Hay investigaciones que señalan que los niveles bajos de deseo sexual se asocian a la falta de afectos positivos relacionados con la sexualidad que con la presencia de emociones más negativas (Nimbi et al., 2018; Nimbi et al., 2019).
También se ha encontrado que la depresión y la ansiedad están asociadas a bajos niveles de deseo sexual. En una investigación realizada con 919 hombres, Bancroft et al. (2003) encontraron que el 9 % de aquellos que tenían niveles elevados de depresión informaron un aumento en el interés sexual y el 42 % informaron una disminución.
Asimismo, se encontró que entre los hombres con ansiedad significativa, el 21 % reportó un aumento en el deseo sexual y el 28 % reportó una disminución.
Factores sexuales
Las experiencias sexuales pasadas positivas y negativas tienen efectos directos en el interés y el comportamiento sexual. Los problemas sexuales pueden tener un efecto negativo sobre el interés y la función sexual en general.
Por ejemplo, se ha informado que la disfunción eréctil y la eyaculación precoz son las comorbilidades más prevalentes entre los hombres con bajos niveles de deseo sexual (Carvalheira, 2014).
En cuanto a la respuesta sexual, el nivel de deseo suele aumentar durante cualquier experiencia sexual (masturbación, coito) hasta el orgasmo, y parece predecir la calidad y satisfacción de la fase orgásmica (Paterson et al., 2014).
Factores relacionales
En una investigación, realizada por Murray et al. (2017), sobre la experiencia masculina en relaciones a largo plazo, se encontró que, independientemente de la edad o la duración de la relación, factores como “sentirse deseado”, “encuentros sexuales emocionantes e inesperados” y “comunicación íntima” eran factores provocaban el deseo sexual.
Mientras que el “rechazo”, “dolencias físicas y negativas”, “las características de salud” y la “falta de conexión emocional con la pareja” fueron los principales factores inhibidores.
Factores culturales
La presión social y las expectativas de los roles de género masculinos se han identificado como factores de riesgo para los niveles de estos deseos. De igual forma, se ha encontrado que la estigmatización de la reducción de la libido masculina puede influir negativamente en la satisfacción sexual (McCarthy, 2009).
Muchos de los estereotipos o mitos culturales sobre el deseo sexual masculino pueden afectar estos deseos. El estereotipo de que el hombre piensa todo el día en el sexo puede hacer que los hombres se sientan presionado a manifestar tal conducta, con tal de no ser subvalorados por no cumplir con tal estándar.
Para concluir, el deseo sexual en los hombres está influenciado por diferentes variables. Estos deseos motivan hombre a la búsqueda de intimidad sexual, pero no necesariamente de intimidad emocional. Es más, para muchos de ellos, el deseo sexual y su satisfacción es una manera de crear dicha intimidad y no una consecuencia de esta.