La historia del correo en Los Robles data de los años 1950 cuando ese pueblo de paso era arenales y añizales y su gente batallaba para convertirse en la Parroquia Aguirre que es hoy día una de los espacios de mayor potencial de desarrollo del país.
La mamá de Iván Josefa Guerra que vivía con Faña la mamá de Mongo, el militar roblero y que de niña una inyección mal puesta la dejó renqueando de una de sus piernas, pero eso no fue una limitante para frenar el impulso de Ñeca de Asiscla en su desandar por las calles de mi pueblo A Josefa Guerra la conoci bien vestida con sus buenos trajes y su esencia de mujer que manejaba el lenguaje más allá de la sofisticación lingüística. Era La Ñeca de Asiscla un personaje del pueblo por su estilo al caminar que por su minusvalía la hacía tongonerase con estilo que la hija de Marcos Guerra y Asiscla Reyes asumió como una limitación física y nunca le paró a las burlas y las mamaderas de gallo.
Josefa Guerra tuvo a Iván su hijo consentido con Lolo el de Antonio Avila cuando ya tenía su edad y lo fue criando con mucha disciplina hasta el punto que Iván fue uno de los muchachos más respetuosos del pueblo. A veces sus compañeros de generación se incomodaban cuando Iván hablaba con tanto estilo lingüís, pero al final entendíamos que era la mano de sus mamá la Ñeca de Asiscla que se preocupó por refinar el lenguaje de su pimpollo.
La Oficina de Correos del Pueblo la manejó por años Hilda Brito de Mendoza, la hija de David Brito y Estilita que no solo hizo un gran trabajo con la telefonía de clavijas y manejó la comunicación de los robleros con toda Venezuela a través de aquel aparato de clavijas que nos llamaba la atención a los niños de la época. Y es que para los pilarenses ver a Hilda Brito con su estampa de mujer grandulona manejando con tanta paciencia la telefonía de clavijas que facilitaba la comunicación con el mundo a los habitantes de este pueblo de paso era una innovación que asombraba por sus sonidos y por la pericia con que la telefonista conectaba por cables la conexión comunicacional. Allá íbamos a curiosear tal innovación telefónica en esa casa ubicada en La Calle Aurora de Los Robles donde Antonio Mendoza, Licho Toño, Cupaño, Carlucho y las hijas de Hilda y Antonio Mendoza que eran porque en sus casa estaba sembrada la tecnología del momento y que ellos muy presumidos exhibían esos avances de la época. En ese espacio de la robleridad también funcionaba el Correo de Los Robles que Hilda llevaba con mucho profesionalismo y la gente del pueblo estaba bien conforme con el profesionalismo con que llevaba la matrona roiblera sus funciones al frente del correo.
Pero algún movimiento político hizo Josefa Guerra para que le quitaran la Oficina de Correos a Hilda Mendoza, pues de la noche a la mañana el 31 de agosto de 1954 juramentó el Alcalde Juan Pío Barreto y el Secretario Juan Fermín Millán a la Ñeca de Asiscla como Jefe de la Oficina de Correos de Los Robles.
Esos secretos de la política quedan para la oscuridad de la historia, pero algunos pobladores sostienen que alguna jugada hizo la Ñeca de Asiscla para demostrar que Hilda Brito tenía acaparadas las funciones de jefa de Telefonía y Jefa de la Oficina de Correos para que le quitaran a Hilda de sus funciones al frente del correo.
A partir de ese momento Josefa Guerra asumió su trabajo y aún con sus limitaciones físicas iba de casa en casa entregando las misivas que llegaban a Los Robles de distintas partes de Venezuela y de recibir cartas para enviarlas por todo el país. Por su supuesto la Ñeca de Asiscla que fue una mujer muy presumida asumió con hidalguía sus funciones de Jefa de Correos donde estuvo por muchos años realizando esa labor de todos los días en su casa ubicada en la Plaza de Los Robles entre las casas de Pascuala Martínez y Nona González.
Las cartas y la telefonía eran las formas de comunicación para la época y los pobladores de Los Robles no escapaban a las limitaciones tecnológicas del momento. De esa Oficina de Correos salió la Ñeca de Asiscla jubilada y le entregó el testigo de la carrera a Segunda Suárez de Salgado “Segundita” que por años mantuvo la sede de los correos en su casa de habitación en la Calle Nueva de Los Robles y donde con bicicleta de reparto, venta de estampillas, y el logo de Ipostel estuvo por años en la pared de la casa de habitación de Segundita y Pedro Cecilio Salgado.
Recuerdos de los tres momentos históricos del Correo en Los Robles reposan en La Calle Aurora en la casa de Hilda Brito de Mendoza que se mantiene igual en el tiempo y no hay momentos que pase por esa calle que no se vengan a mi imaginación los sonidos de aquel equipo grande de telecomunicaciones que mediante las cartas y las clavijas, y cuando paso por la calle donde está la prefectura, la escuelita de la Maestra Luisa Rosas de Velásquez que ha debido convertir en el Museo de Los Roble, el Cine Zaragoza, la casa de Nona González, la casa de Dolores donde hacían las morcillas, chorizos y pasteles y la Casa de Pascualita donde estaba la bodega de Pascuala y Eulogio y donde Jesús Avila compuso su famosa canción El Gallo de Pascualita Y la otra sede es la casa de Segunda Suárez donde estuvo la Sede de Ipostel el último correo de Los Robles.
Hoy día cuando las telecomunicaciones han copado el interés del mundo ya Ipostel no es tan importante y el correo dejó de ser una herramienta importante para las comunicaciones porque los ciudadanos de este país no han entendido la necesidad de tener un correo efectivo y eficiente, Contrario a lo que piensan en Venezuela en las grandes potencias del mundo el correo es un instrumento fundamental para las comunicaciones y por eso los gobiernos preservan estas formas de comunicación y por el contrario en Venezuela Ipostel ha entrado en desuso y es parte de las instituciones condenadas al olvido y que los gobierno dejan morir a paso lento porque en su visión primitiva no es útil para la sociedad.
De esas vivencias nos quedan recuerdos gratos del trabajo fundamental para el desarrollo de estos pueblos que realizaron Hilda Brito de Mendoza y Josefa Guerra “La Ñeca de Asiscla” que en su momento aportaron su voluntad y entrega para que este pueblo roblero se mantuviera comunicado en el mundo.
Encíclica/ManuelAvila