El ayuno intermitente no es una dieta per sé, porque no implica variar el tipo de alimento o el número de calorías que consumimos al día, sino que consiste en establecer tramos de tiempo entre comidas en los que -en teoría- se puede comer de todo. El objetivo de estos periodos de ayuno es empujar al cuerpo para que recurra a los tejidos adiposos de nuestro cuerpo cuando se vea falto de energía… para que podamos perder peso.
Multitud de expertos sostienen que el ayuno intermitente también mejora los ritmos circadianos, que son los encargados de regular diferentes estados fisiológicos y mentales como el sueño o el hambre. Además, reduce la grasa abdominal y regula el proceso de digestión, al darle descansos a nuestro sistema digestivo. Eso va a ser importante a nivel hormonal, ya que mejorará la secreción de algunas hormonas importantes para un adecuado rendimiento físico, como la hormona del crecimiento o el cortisol.
Es imprescindible que consultemos a un especialista antes de decidirnos por esta nueva rutina, porque puede ser bastante agresivo para nuestro organismo.
Además, debemos usar esta técnica para acostumbrar a nuestro cuerpo a hacer uso de la grasa almacenada y a diferenciar entre el hambre y la gula, evitando comer más de lo normal. Porque no servirá de nada si nos empachamos después de ayunar. De hecho, eso machacará nuestro aparato digestivo.
Hemos dicho que podemos comer “de todo”. Pero -evidentemente- siempre es importante que se consuman alimentos saludables, evitando comidas procesadas y alcanzando las cantidades de cada macronutriente (hidratos de carbono, proteínas, grasas) que se deben ingerir, y que varían según la persona, además de las vitaminas y los minerales. Y entre otras precauciones, también debemos recordar que un ayuno demasiado prolongado… en el que se ignora el hambre, puede causar desmayos o bajadas acusadas de la tensión.
¿Puede ser un buen método anti-depresivo?
Si bien es cierto que se viene hablando del ayuno intermitente desde hace ya algún tiempo, no había -hasta ahora- ninguna evidencia del impacto de esta forma de alimentación sobre nuestro estado de ánimo. Pero ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha sostiene que podría ser de gran ayuda a la hora de lidiar con algunos trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad.