El acueducto en Margarita se inició por Resolución del Gobierno de Cipriano Castro para dar agua a La Asunción y Pampatar con un ramal para Los Robles el 27 de agosto de 1904 y el 14 de febrero de 1905 ya estaba culminado la primera sección con los asuntinos celebrando la presencia del agua en su territorio. Y luego se extendería hasta Pampatar con un ramal para Los Robles.
Para la fecha los robleros tenían tres alcantarillas una al lado de los terrenos de Casto Jiménez a la entrada de Belén, en la Plaza de Los Robles frente a la casa de Ernesto Guerra, otra frente a la casa de Clemencia Suárez en Los Altos del Tamoco y otra en la Otra Sábana frente a la casa de Pedro Suárez. Con estas 4 alcantarillas que eran llenadas por camiones cisternas se resolvía el problema del agua en Los Robles. Las colas de latas, tobos y cuñetes se hacían desde la madrugada y los palos para cargar eran los instrumentos preferidos. Otros usaban el rollete de paño en la cabeza para llevar el agua al compás del equilibrio.
Muchas peleas se dieron para la época porque muchos vivos querían colearse y eso desencadenaba en riñas colectivas que tuvieron la intervención de los prefectos del pueblo.
Cuando faltaba el agua se encendían las alarmas y el gobierno de turno surtía a los pueblos del vital líquido que era necesario para atender los problemas domésticos en eso tiempos de sequía.
En 1905 el Presidente Cipriano Castro inauguró el estanque que está en la Plaza de Los Robles frente al Bar Cine Zaragoza y eso ayudó a los pilarenses a remediar la necesidad del agua y la famosa pila a escasos metros del busto del Libertador Simón Bolívar era otro espacio usado por los robleros para hacer del vital líquido.
En Los Robles existieron dos pilas que le permitían a los robleros recoger agua. Una vieja que ordenó rehabilitarla el General Presidente Constitucional del Estado Nueva Esparta Pedro Ducharne el 1° de abril de 1913 y a su vez una pila nueva que aportó el gobernante para surtir al pueblo roblero.
Una cantidad de pozos existían en Los Robles que permitían el pueblo sobrevivir en tiempos de crisis entre ellos El Pozo El Toco en los predios de La Auyama, el Pozo de Casto Jiménez en los terrenos del Tamarindo, el pozo de Canguito, El Pozo Abajo, el Pozo de Ño Juan Pedro, el Pozo de Apolinar, el Pozo de Isidro en la Sabaneta, el Pozo el Roble en la Sabaneta y otros pozos que permitía a los agricultores regar sus sembradíos y abrevar a sus bestias.
Las lluvias venían como salvación en tiempos de sequía y el Chorro del Cerro de Las Cabras también era una fuente importante para resolver el problema del agua en estos pueblos insulares.
Por años los habitantes de Margarita resolvieron sus problemas de agua hasta que apareció el acueducto que vino de tierra firme como una innovación para solventar la crisis del agua en Margarita.
Después vino el acueducto “Luisa Cáceres de Arismendi” que conectado al sistema Turimiquire y al Embalse de Clavellinos. En el 2016 las autoridades de Hidrocaribe anunciaron ciclos de agua de 14 día y luego lo subieron hasta 21 días. Ese mismo año anunció la hidrológica que el Sistema Clavellinos quedó inoperativo por razones de sequía.
La tragedia comenzó de nuevo cuando las autoridades de Hidrocaribe comenzaron a alargar los famosos ciclos de agua de 21 días hasta 30 días y fueron elevando esa distribución de agua hasta los 40, 50, 60 y 70 días lo que generó protestas, presos y hasta privados de libertad por defender sus derechos ciudadanos y un derecho constitucional que la gente de la revolución intentó resolver con una estafa llamada Mesas de Agua que solo fue una fuente de discusiones políticas sin destino.
Hoy día Nueva Esparta sufre de nuevo las inclemencias de la falta de agua y dio un salto atrás de 117 años para regresar hasta el acueducto que inauguró Cipriano Castro en 1905. Retrocedimos en el tiempo y los ciudadanos deben parir dólares para contratar camiones cisternas entre varias familias para hacerse de unos tanques de agua.
Por ahora solo reuniones inútiles de figuras que buscan tribuna política para ofrecer soluciones ilusorias a los insulares que sueñan con volver a tener agua por tubería. Ese es un problema de Estado que debe resolver el Gobierno Nacional con un decreto de emergencia que permita construir una nueva tubería que traiga agua de tierra firme o que ponga a funcionar plantas desalinizadoras como se hace en todas las islas del Caribe.
Mientras tanto el negocio del agua se convirtió en una especie de caja para hacer ricos a los negociantes del agua que ven en este negocio la posibilidad de riqueza, pues es evidente que ningún gobierno municipal y menos el regional tienen posibilidad de paliar la necesidad de agua. A eso hay que agregarle que cuando el General Carlos Mata Figueroa perdió las elecciones mandó una cantidad importante de cisternas a otros estados del Oriente del país para perjudicar a los neoespartanos. Esa especie de castigo a los margariteños la tienen guardada los insulares bajo la manga y algo de eso le cobraron a la revolución cuando Morel Rodríguez consigue el triunfo a la Gobernación de Nueva Esparta.
A Hidrocaribe le han cambiado directores y salió el gobierno de los civiles creyendo que era su culpa el tema de la distribución del agua y ensayó con un militar de su confianza y el resultado ha sido terrible porque los ciclos de elevaron hasta 60 días lo que ha permitido ver que el ensayo fue un fracaso. Ahora se revientan más las tuberías, los percances son casi a diario, las tomas ilegales abundan y los ciudadanos siguen anotando para cobrarse en tiempos electorales el abandono a que han sometido a los neoespartanos los encargados de una empresa que cada día ve como se le van de las manos la confianza de la gente.
Cómo hacen falta las alcantarillas, las pilas, el estanque, los pozos y todas las posibilidades que usaban los neoespartanos para solventar sus problemas del agua desde 1940 a estos años de revolución bonita.
La calamidad del agua es un fantasma que persigue a Margarita y Coche en el último medio siglo y todavía cuando llegamos cercanos a los años 30 no se ve horizonte ante la tragedia que vivimos. Esa factura se le cobrará a en votos el pueblo de Nueva Esparta a los que gobiernan el país porque le volvieron a fallar a Nueva Esparta con sus políticas de la mentira. Y se han cansado de ofrecer soluciones fantásticas y solo de falsas ilusiones han mantenido a los neoespartanos.
Encíclica/ManuelAvila