Vivieron en Pampatar juntos Efraín Subero y Bernardo Acosta, dos maestros que estuvieron por años tras los mismos pasos, tras los mismos objetivos. De niños la playa, los canaletes, los botes, los anzuelos, los remos y los mandingas formaban parte de su paisaje infantil. Eran como hermanos que se repartían las necesidades y juntos avanzaron por los caminos de la academia.
“Bien está que yo deje en este libro parte de la fraternidad que me une a Bernardo. Bien está que el dedique este libro a sus hijos, porque cuando uno se dirige a sus hijos, siente que son suyos”
Efraín en su trabajo “Con Bernardo Acosta a boga tendida destaca la pobreza del escritor pampatarense “Escribo el ejemplo de Bernardo que viene de allá lejos, tal vez del remoto país de la pobreza, de la antigua comarca de las lágrimas, del lejano país de la voluntad”.
Y es que Bernardo viene de debajo de la orilla de la playa, del pueblo, de las miserias humanas perdidas en el muelle, en el puerto en las ruinas de una sociedad que se debatía entre el ser y el no ser.
Y es que Pampatar como todos los pueblos de América se zurció a base de trabajo fuerte con sus pescadores como baluartes de una raza que se tejió y destejió a punta de aguja y nylon para tener las redes listas para cuando el vigía avisara de la presencia del cardumen con una ardentía que iluminaba a la distancia el cuadro valioso del cardumen encandilante.
De esa esencia de pescado salado y pesca brotó el maestro, el escritor, el Gobernador, el ser humano ejemplar que siempre dio muestras de su nobleza humana.
Inseparables fueron Efraín y Bernardo dos pampatarenses de pura cepa que convivieron en la Escuela “José Joaquín de Olmedo” y así lo expresó el escritor de Los Castores “Uno al lado del otro en los años iniciales de la escuela pampatarense nos hemos mantenido igual en la vida. Así nos enseñaron y así continuamos porque pensamos que así debiera ser”.
La relación de estos dos amigos de infancia en la playa los marcó para toda la vida y dejó huellas imborrables en sus imágenes mentales de mozalbetes de la Pampataridad. Se formaron como hermano de la vida y se entregaron a sus vivencias que compartieron en el puerto, en el Castillo, en la Iglesia del Santísimo Cristo, en el compartir entre compañeros de generación y por supuesto en los pasos cruzados que dieron por su pueblo en su etapa de crecimiento.
Su vida de maestros fue casi pareja de manos agarradas como compañeros de la salinidad que entregaron su causa pedagógica para beneficio de los margariteños, pues a Efraín le correspondió ser maestro en Los Robles y a Bernardo en su natal Pampatar.
“Por eso estamos aquí en la Escuela Normal “Porlamar” que abre y cierra sus puertas dejándonos en las calles. Por eso estamos ahora en Cumaná, por eso vivimos junto a Toño Sánchez en Caiguire. Por eso estamos juntos el uno del otro en la Escuela Normal de Maestros en Cumaná”.
Fueron amigos inseparables Efraín y Bernardo que pasaron vicisitudes juntos y se fueron en un solo movimiento a estudiar por los caminos de Dios en busca de salir de la pobreza suprema de ese pueblo de pescadores que por sus carencias le impedía crecer intelectualmente para trascender a nivel nacional.
Y por esa razón la marejada los echó a andar por Cumaná, Caiguire, La Guaira y Caracas “Por eso nos arrojan juntos a la calle después de una embestida de la Seguridad Nacional. Por eso estamos bajando hacia La Guaira en esta madrugada de temor, de frío y de desconsuelo”.
Y Efraín sintió el orgullo de que su hermano de vida llegara a ser Gobernador de Nueva Esparta que hizo grandes proezas para elevar el valor de la Pampataridad a nivel regional y entiendo porque Freddy Rojas “El Inmortal” se rasga las vestiduras y se emociona cuando habla de su amigo y padre de la política Bernardo Acosta a quien quisieron mucho en Pampatar porque elevó las banderas de la tierra de la sal hasta lo más alto del podio de ganadores.
Y fue un gran orgullo para sus hermanos de sal porque vieron a un gigante de la docencia y de la literatura triunfando en el mundo de la gobernanza y dejando huellas marcadas en los pueblos insulares por su trabajo tesonero en pro del desarrollo de Nueva Esparta. Ese paso por el gobierno dejó a Pampatar bien parado como pueblo porque un hijo del pueblo de los tres golpes supo enarbolar con orgullo el poder de la gobernanza de un pampatarense.
Eso hizo llenarse de orgullo a Efraín, Jesús Manuel, Charo Rosas, José del Carmen, a Marino Luna, a Arturo Rodríguez, a Freddy Rojas, a Fina Linares y a la gente buena de Pampatar “Por todo eso Pampatar vivió el orgullo de verlo Gobernador, inaugurando calles y estadios, codo a codo con todos nosotros”.
No dudó Efraín en reconocerle a Bernardo Acosta su amigo y colega escritor su reconocimiento por amar tanto a su pueblo, por elevar las banderas del pueblo de los tres golpes que es lo único que simbolizó como amor por su tierra.
Esa posición firme de Bernardo en sus escritos denota la pasión por su pueblo y ojalá que aquellos que andan mendingando credenciales y que juegan solo a sus beneficios pudieran darle a Pampatar el amor que le tejió en su versos y prosa Bernardo al Pueblo de la Sal. Y escribió Efraín Subero “por eso estamos hoy escribiendo libros, que es como si estuviéramos hoy sembrando palabras para cosechar amaneceres”.
En ese escrito Efraín le escribe a la partida al otro plano de su hermano del alma, al compañero de infancia, de juventud y de vejez, cuando dice “Por eso después de este libro, quiero decir, de este puerto, Bernardo, se está preparando para partir “Dios lo lleve”.
Encíclica/ManuelAvila