A Tacho González de la Otra Sabana, a Catire de Peñas Blancas y a Juan Calderín del Tamoco se le atribuyen la creación de las diversiones en Los Robles. Eso eran los autores intelectuales de las tantas diversiones que recorrían las calles pilarenses desde los años 60.
Por supuesto cada creador tenía su legión de participantes que se ocupaban de representar a distintos personajes y no se pueden olvidar los roles de Hugo y Cachuchín en las diversiones de catire, así como Villarroel y Roger en sus funciones de policía y cazador.
Por supuesto que el bailador reconocido como el mejor era Carrollo a quien buscaban de todas partes porque la velocidad que tenía el hijo de Gencha y la habilidad para mover las piernas era parte de su gracia para que fuera considerado como mejor bailador de diversiones de toda Margarita.
Todo el entramado para hacer una diversión pasaba por la construcción de la armazón del animal que con ramas de guatapanare o guatacare se cruzaban usando alambres, guaral, nylon o hilo de pabilo permitía darle forma a la diversión. Después venía el empapelamiento que se pegaba a los palos de la armazón para darle el colorido necesario a la representación que para ese momento se mostraba a la gente como atractivo.
El vestuario era otro elemento importante para darle fuerzas a la diversión y había expertas en maquillaje que le daban a Hugo aquel matiz de belleza que cautivaba al público del pueblo. Esas vestimentas de trajes y maquillajes los combinaba Hugo con la creatividad del lenguaje que cargado de humor y picardía criolla llevaba a la práctica el libreto que elaboraba Catire sin que se le escapara ningún detalle de la crítica a los gobiernos, a la falta de agua y luz, al maltrato animal y a las deficiencias en materia de salud.
Con Cachuchín por su tamaño se mostraba la gracia de los personajes pueblerinos y ver a aquel enano de tamaño, pero no de pensamiento se mostraba la gracia del policía o el doctor cuando a estos personajes les tocaba actuar. Eran los dos personajes preferidos de Catire que formaban con Villarroel y Roger un cuarteto de personajes de lujo para las diversiones de la época y que junto a Carrollo Rodríguez hacían un elenco estelar irrepetible e inimitable.
Los músicos eran fichas importantes para dar la alegría a la diversión con música autóctona creada especialmente para esa única oportunidad y con ritmo de diversión que le daba a los cantantes la posibilidad de mostrar sus cualidades vocales.
El abanderado que corría delante de la diversión solicitando permiso para clavar la bandera identificatoria en las puertas de las casas que aceptaban la actuación eran hombres rápidos, conversadores y zalameros para poder abrir la posibilidad de la actuación de los integrantes de la diversión.
Había un cobrador que recibía no solo monedas sino bebidas, dulces, arepas secas, chicharrón y hasta mudas de ropas viejas que ya no eran usados por los habitantes de cada hogar. Era un espectáculo ver a los abanderados correr como locos para tener lista la escena de la actuación en la próxima casa donde se presentaría la diversión. Su estandarte era un pedazo de tela blanca pegada a un palo largo y una marca alusiva a la diversión dibujada a mano.
El encargado de cobrar por la actuación no ponía precio sino que la misma gente ponía precio cuando echaba en un sombrero las monedas para estimular a los participantes en seguir alegrando al pueblo con sus diversiones.
Todo un proceso la elaboración de una diversión que daba trabajo y obligaba a Tacho González y a Catire a competir para ver quienes hacían más diversiones durante el años. Por supuesto que esas diversiones tenían como fechas fijas la semana santa, las festividades de los pueblos, y diciembre que era la fecha preferida porque le daban ron con ponsigué, hallacas y bollos.
Las diversiones fueron mermando y solo quedó la Isla de Coche con la tradición de ese mundo de la cultura popular, pero debe quedar bien claro que en estos pueblos orientales el mundo de las diversiones es parte de nuestra esencia y parte de nuestra realidad.
Encíclica/ManuelAvila