Con miras a las presidenciales el régimen curucutea en todo su archivo de subterfugios, buscando uno entre miles que aún no haya usado, a ver si encuentra el que, en su perversa intención, mejor le sirva para impedir que los venezolanos voten por María Corina Machado.
Será, nadie lo duda, un imposible. Habrá de costarles mucho esfuerzo, incluyendo a sus asesores cubanos, frenar la avalancha que, sin duda alguna, se desprenderá, montaña abajo sepultando todo intento oficialista. Y, hay que recordar el viejo dicho, por lo demás cierto: lo que es de Dios es de Dios, y al César lo que es del César que, en lenguaje político quiere decir que el pueblo elegirá a la ya candidata presidencial de Venezuela y despedirá, sin honores, al actual mandatario quien, a su vez, arrastrará, en su rodada, a toda la claque que se cree enquistada para siempre en el poder.
Ante tamaña realidad, a la cual está apostando todo el mundo, porque todo el mundo está conteste en que así sucederá, de susto en susto el régimen camina cojitranco y, como se está quedando sin gente, -porque cada día de modo creciente y en fila india se ubican en el lado correcto de la acera los que hasta el domingo 22 de octubre le acompañaban, ciegos y rodilla en tierra-, su desesperación lo incita a cometer cualquier clase de desafuero.
Pensó que los ciudadanos se asustarían ante el burdo cambio de rectores del CNE, obligando la renuncia del directorio existente, porque no les garantizaba diligencia en el juego de maquinaciones favorables a su sueño continuista, por uno que dijo no importarle la violación de cualquier clase de medidas ilegales.
Pero se equivocaron. Los ciudadanos prosiguieron su marcha cívica, en medio de una gran manifestación de unidad, de solidaridad y de empinarse sobre numerosos obstáculos, para llegar al domingo 22 de octubre, cumpliendo la meta que resultó extraordinaria en todo sentido.
El triunfo de María Corina Machado los desestabilizó. Creyeron que fracasaría el proceso, llevándose la gran sorpresa de un triunfo inobjetable ante la ley, no la revolucionaria, sino la asentada en la constitución, que les cayó de golpe -digámoslo en perfecto criollo- dejándoles turulata la cabeza.
Fue, para el régimen, un peligroso, impensable, catastrófico y perjudicial mazazo -no de utilería como el del programa aquél-, con una fuerza increíble de 2.500.000 votos, que le propinaron los ciudadanos de un país, como Venezuela, que lleva ya dos décadas y media soportando el peor régimen, el que llevó a la quiebra real al país; con una carga de pruebas tan abultada en errores, fracasos y corrupción como nunca antes registrado y sendo juicio, a un paso pendiente ya de decisión, en la Corte Internacional de Justicia, sobre todo por presuntos crimines de lesa humanidad.
María Corina Machado, ya candidata de Venezuela a la presidencia, triunfo que alcanzará en las elecciones del venidero año, es una mujer de temple, de voluntad muy firme, de demostrada capacidad gerencial, que se ha destacado por igual en la política y tiene, ya conocido por los venezolanos, un programa de gobierno que demuestra su visión del inmediato futuro para reconstruir Venezuela, conduciendo la nación por la vía de la unidad nacional y del esfuerzo integral de su gente laboriosa, presta a servirle al progreso y desarrollo que el actual régimen paralizó. Sin olvidar que los venezolanos de nuevo izaremos las banderas de la paz y de la libertad.
El régimen, perdido como está, desesperadamente impaciente, nervioso, apabullado por todos lados, desde el barrio donde antes era el líder, a la urbanización, desde las pocas empresas e industrias, y a duras penas trabajando a menos de dos cuartos de máquina, hasta la pérdida de mercados internacionales; irrespetando a los organismos de carácter mundial que le recomiendan, sugieren, indican y recuerdan que su comportamiento represivo y nada democrático es perjudicial en todo sentido, principalmente violatorio de los Derechos Humanos, sigue creyéndose todopoderoso como el rey del cuento aquél, sin darse cuenta, que cojitranco camina, pero desnudo.
Creyéndose todopoderoso, como antes pudo serlo, cuando las masas casi que adoraban al ya ido, el régimen quiere, como sea, seguir en Miraflores. No termina de entender que los venezolanos al presidente no lo quieren más al frente de la jefatura del Estado y que su revolución, que pudo ser la gran transformadora, la de mayor avanzada de la Venezuela que recibió convertida en una nación en notorio crecimiento, abiertamente fracasó, terminó destruyendo lo mucho que había de bueno, y no corrigió lo malo, sino que todo lo empeoró
Esa no fue la revolución prometida, la que abrazó mucha gente, que cambiaron la democracia por el utópico y mentiroso socialismo del siglo XXI y, ahora, convencidos de su craso error, están regresando al camino correcto, el que llevará hasta el final un gobierno real y verdaderamente democrático, presidido por María Corina Machado. No lo dice el articulista, es lo que habla, piensa y lo convertirá en realidad Venezuela entra.
ÁngelCiroGuerrero