El hijo de Erasmo Brito y Cruz María Avila Sabino fue un hombre noble que recorrió mundos y labró espacios a fuerza de coraje y pundonor.
De gran corazón y de sentimientos profundos marcaron la trayectoria afectiva de un caballero del carácter que reaccionaba con energía y dureza, pero era capaz de largar sus lágrimas ante cualquier situación de vida.
No gustaba de las injusticias y apostó siempre a la legalidad y a la justicia social por eso enfrentó situaciones difíciles cuando creía que la verdad la tenía en sus manos.
De muchacho acompaño a su tío el Negro Chocolate en su bodega donde fungió de bodeguero por un tiempo porque se llevó muy bien con su tío a quien acompañó en su plan de vida.
Proveniente de una familia numerosa y muy humilde convivió en los altos de Punta Brava en una casita pequeña con sus hermanos Chuito, Gustavo, Auristela, Frank Luis, Erasmito, Henry y Orlando. Su residencia estuvo ubicada exactamente al lado de la casa de Chico Guaca y la de Arquímides Reyes que lindaba con su primo Víctor muy cercano a su casa y a un lado de Presente Ruiz, uno de los sastres del pueblo.
Entre el carácter fuerte de Erasmo Brito y la paciencia y el cariño de su madre Cucha que fue el punto de equilibrio de ese hogar transcurrió parte de la vida.
De esa forma los hijos de Cruz María salieron a rodar por varios pueblos de Venezuela y tuvieron a La Guaira como punto central de sus actividades porque el mayor de los hijos Chuito ocupó espacios importantes en el Ministerio de Comunicaciones después de dejar huellas como uno de los más destacados profesionales de los Controladores Aéreos de Venezuela.
Por esa razón varios de sus hermanos Erasmito, Frank Luis, Henry y Crusanto en busca de futuro tuvieron su pasantía en tierra de Vargas.
Así llegó Crusanto a La Guaira a formarse como técnico en torre de control siguiendo los pasos de su hermano Chuito y ahí estuvo laborando varios años hasta que decidió venirse a Margarita donde hizo un buen trabajo: pero no se quedó en la isla, sino que tuvo su paso por Maturín donde estaba el amor de su vida Fritzi Rosas “La Negra” la hija de Albina y Chico Franco su amor eterno y una visionaria y orientadora importante en la vida de éste gran hombre.
Fritzy y Crusanto tuvieron la posibilidad de trabajar juntos en el Hospital “Luis Ortega” de Porlamar. Ella en el departamento de Historias Médicas y él como jefe de Mantenimiento de esa institución, donde tuvo que concursar para ocupar esa plaza tan importante y pudo mostrar sus credenciales para ganarse con honores ese cargo.
Fue un cazador de conejos de alto nivel en Los Robles y esto llevó a Crusanto a ser conceptuado como un sabueso en la zona de Macanao donde fue reconocido por su puntería a la hora de manejar la escopeta.
Esa fue una de las pasiones de su vida y la disfrutó no solo en los terrenos de cacería sino en la gastronomía al ser un excelente cocinero que preparaba uno de los tarkarí de chivo más reconocidos de Los Robles y ahora cuando presentan la Fiesta del Chivo como una innovación debemos recordar las huellas de Crusanto Brito.
Su paso por Vargas le hizo tener contactos importantes en el Hipódromo La Rinconada y una vez retirado como Controlador Aéreo montó en Los Robles una empresa de sellado de cuadros de caballo cuando esa licencia no se le entregaban a mucha gente.
Por años mantuvo Crusanto esa forma de vida y fue una entrada más a su patrimonio salarial.
Muy familiar y cumplidor con los robleros no faltaba a los velorios de muertos, a la iglesia y en la Fiestas Patronales era nombre puesto junto a su amada Fritzi donde juntos celebraban las festividades de la Virgen del Pilar y San Judas Tadeo cada año donde la Robleridad le brotaba del alma al compartir con su gente.
Fanático a muerte de los Leones del Caracas celebraba con pasión cada victoria y era un profundo conocedor de la materia beisbolística.
Tuve la oportunidad de ver por primera vez un Caracas-Magallanes en el Estadium Universitario de la mano de mi primo hermano Crusanto Brito que como tenía la facilidad de viajar en los aviones de Avensa o Aeropostal por su condición de Controlador Aéreo me invitó en una oportunidad siendo un muchachito y con el permiso de mi padre el Negro Chocolate fuimos a La Guaira y llegamos a su casa que tenía en El Cantón y de ahí nos fuimos a conocer el Estadium Universitario.
Esa alegría de muchacho no la puedo olvidar porque ver jugar a Víctor Davalillo, César Tovar, Gonzalo Márquez, Baudilio Díaz, Joe Fergunson, Harold King, Jimmy Holt, Gustavo Gil y tantos otros peloteros se lo debo a Crusanto Brito que me permitió conocer ese mundo maravilloso del beisbol.
De ahí que Crusanto era uno de mis héroes infantiles y así crecimos como hermanos y cada vez que lo visitaba en su casa las atenciones nunca pudieron ser mejores porque se esmeraba como un caballero de la hospitalidad y celebraba nuestra presencia y no solo lo hacía conmigo, sino que atendía con el mismo cariño a sus amistades selectas que lo visitaban para disfrutar de las bondades culinarias de Crusanto y la Negra.
Su paso por la vida estuvo vinculado a su cultura del trabajo, al amor de su esposa Fritzi, de sus hijos Rubén y Tasale a quienes amó profundamente, a su otro amor Janesita su hija de crianza y a sus hermanos con algunas diferencias, pero cuando enfermaban el primero que estaba en su casa para servir era Crusanto.
En mi casa ocuparon Crusanto y la Negra un lugar supra especial por su pasión por la familia y no puedo olvidar que cuando enfermó mi padre era éste gran hombre quien cargaba a su tío y hacía todo lo posible por ayudar en todo ese proceso.
Sin mezquindad puedo decir que de mis familiares más cercanos fue Crusanto la figura estelar y por eso siempre estará presente en mis recuerdos gratos.
No hay momento que mi esposa Mildred vea caminando a la Negra y no suelte una lagrimita al recordar con pasión a ese gran hombre que tuvimos la suerte de tener como familia.
De eso pudimos conversar en días recientes con Fritzi y Pando Bandola Rosas un sicólogo roblero de alto nivel que es de la familia y se vino a Margarita a ofrecer sus servicios profesionales a los neoespartanos.
Recordar es vivir y conversar sobre un familiar, un amigo y un hermano es parte de las huellas que debemos dejar en este tiempo que nos tocó vivir.
Por eso honores al gran Crusanto Brito el hombre que vio desde la torre el desarrollo de nuestros pueblos.
Encíclica/ManuelAvila