El alcohol está considerado como aceptable en nuestras sociedades, por lo que su distribución es legal en la actualidad. Sin embargo, cuando el consumo de alcohol es excesivo, se convierte en una adicción y es difícil de dejar.
Afecta de manera negativa los distintos ámbitos de la vida de una persona, causando estragos. Por esta razón, es sensato intentar abandonar el hábito alcohólico con el fin de recobrar el control perdido.
La finalidad de este artículo es apoyar a aquellas personas que desean dejar el consumo de alcohol, mediante consejos que le ayuden a afrontar su decisión. Sin embargo, no pretende ser una guía de deshabituación alcohólica ni incentiva al paciente a desligarse de la ayuda profesional.
Al contrario, se intenta brindar información honesta sobre el difícil camino que queda por recorrer. Para el mismo, lo ideal es contar con el apoyo de un terapeuta.
1. Reconocer que el consumo de alcohol es un problema
El primer paso para lograr un cambio es el más difícil: reconocer que el consumo de alcohol se ha convertido en un problema real. Ser capaz de visualizar el daño generado puede ser un punto bastante doloroso de enfrentar.
Sin embargo, se puede transformar en un impulso auténtico para querer superar el problema. Para ello es necesario ser consciente del efecto que tiene el consumo de alcohol y la frecuencia con la que se ingiere.
Asimismo, hay que detenerse a evaluar de forma objetiva los distintos roles que desempeña la persona: pareja, padre, hijo, hermano, amigo, trabajador, jefe, entre otros. Al reflexionar sobre estos aspectos, comenzará a surgir la realidad oculta en un rompecabezas.
Este suele estar cargada de discusiones constantes, problemas financieros y baja productividad. Son una clara evidencia de que algo va mal. Y saberlo puede inspirar el cambio.
2. Asumir la realidad: es necesario buscar ayuda
Uno de los grandes paradigmas que aún falta por romper en muchas sociedades es asumir al alcoholismo como una enfermedad y no como un vicio o una falta de carácter. La verdadera ventaja de esta perspectiva radica en que el alcohólico deja de ser el culpable definitivo de los estragos y se convierte en un ser humano que necesita apoyo de quienes le rodean.
Asimismo, la asistencia a centros como Alcohólicos Anónimos tiene gran utilidad. En estos grupos, la ayuda proviene de personas distintas que lidian con el mismo problema.
Por ello, conocen a ciencia cierta a qué se enfrentan. El apoyo mutuo continuo en el que se basan estas asociaciones genera mayores días de abstinencia de alcohol, siempre y cuando exista un compromiso por asistir al menos una vez a la semana.
La compasión del entorno y el consumo de alcohol
Muchas veces, se torna difícil que el ambiente más cercano del alcohólico tenga la disposición sincera de ayudarlo sin establecer un juicio de valor. La mayor dificultad ante esto depende del grado de afectación que ha tenido el consumo de alcohol en la vida familiar, ya que suele existir un daño frecuente y constante en cada uno de los miembros; en especial, en los hijos.
Por esta razón, es común que existan sentimientos encontrados hacia el alcohólico que contravienen el deseo de ver a su familiar recuperado. Una forma útil de abordarlo es a través del desarrollo de la compasión. Aunque existen técnicas distintas para hacerlo, todas tienen como objetivo desmontar la figura de monstruo hiriente que representa el alcohólico.
Cultivar la compasión por el otro y por sí mismo es un punto clave para sanar los diversos grados de toxicidad. Ya que en el mejor de los casos, el complejo camino hacia la abstinencia se suaviza un poco cuando existe apoyo en el entorno íntimo.
Sin embargo, si esto no ocurre, poder adoptar una posición compasiva y honesta ayudará a que la situación no se convierta en una excusa para volver a beber.
3. Reconocer los detonantes del consumo de alcohol
Por lo general, el consumo de alcohol continuo es una fachada tanto para el mundo como para el propio alcohólico. El hábito de beber brinda algún tipo de alivio hacia algunos aspectos que la persona no tiene la capacidad de enfrentar.
Por ello es imprescindible reflexionar por qué se está bebiendo. El mejor momento para hacerlo es cuando aparece la necesidad de consumir.
Una forma es mediante la elaboración de un diario personal, donde se plasmen por escrito las percepciones que se tienen al respecto. En primer lugar, se ocupará la mente en algo diferente a la urgencia por beber. Además, de esta manera se están haciendo conscientes algunas de las causas subyacentes del consumo.
4. Buscar formas de lidiar con la ansiedad
Uno de los problemas a los que se enfrenta una persona en recuperación son los síntomas del síndrome de abstinencia, entre los que se incluye la ansiedad. Se han descrito diversas técnicas de relajación y meditación para que el paciente disminuya sus niveles de estrés. El objetivo es prevenir la recaída en el consumo de alcohol.
Subestimar el síndrome de abstinencia es un error frecuente.
Por esta razón, es necesario contar con un profesional especializado en adicciones, de forma que se pueda elegir la mejor conducta. La evaluación y el seguimiento constante de los pacientes en un programa ambulatorio de deshabituación alcohólica debe ser rigurosa. De modo que el paciente cuente con las opciones terapéuticas que requiere, incluyendo el uso de fármacos.
Los puntos claves para dejar el consumo de alcohol
Aunque parezca obvio, realizar ciertos cambios en el estilo de vida repercutirá de forma positiva en la difícil labor de abandonar el hábito alcohólico. Estos consejos son útiles en un comienzo, pues crearán una motivación. Sin embargo, exigen constancia y disciplina por parte del paciente.
Algunas de las recomendaciones incluyen las siguientes:
- Eliminar cualquier licor de la casa.
- Incorporar rutinas de ejercicios físicos de manera regular.
- Evitar reuniones sociales donde la prioridad sea beber alcohol.
- Programar horarios fijos de alimentación y de descanso nocturno.
Dejar el consumo de alcohol implica levantarse una y otra vez
El camino hacia la sobriedad es un sendero sinuoso, con recaídas constantes. Por esta razón, es frecuente que aparezcan tropiezos tan duros, que hacen suponer que la salida más sencilla es renunciar.
Y puede que esto sea cierto a corto plazo. Sin embargo, es el alcoholismo el que nubla la visión de las ventajas de la abstinencia, en especial en el transcurso del tiempo.
La principal enemiga del proceso es la sensación de derrota. Y aunque para muchos está constituida por la recaída en sí, dejar de perseverar en mantenerse sobrio las veces que sean necesarias es el verdadero fracaso.