La testosterona es la hormona masculina por excelencia y, como tal, es la responsable de la diferenciación de los genitales en el feto del varón y de los cambios que se producen durante la pubertad en los genitales y otras partes del organismo.
Durante toda la vida del hombre influye en funciones que afectan a la esfera sexual y la producción de espermatozoides y, por eso, una reducción de sus niveles por debajo de los valores de referencia para cada edad puede traducirse en una disminución del deseo sexual, de la capacidad fértil y de la calidad de la erección.
Los síntomas derivados del déficit de testosterona que se observan con más frecuencia son, según resume Javier Romero Otero, coordinador del Grupo de Andrología de la Asociación Española de Urología (AEU), “disfunción eréctil, disminución del apetito sexual, reducción de la producción de espermatozoides, insomnio, fatiga, pérdida de masa muscular, osteopenia u osteoporosis y ánimo depresivo”.
Ese descenso patológico de la producción de testosterona, denominado hipogonadismo, se trata eficazmente con testosterona artificial, pero debe administrarse siempre bajo supervisión médica porque esta terapia no está exenta de efectos adversos.
¿Qué pasa cuando se da a hombres con niveles normales? Los urólogos no se piensan dos veces la respuesta: cuando no existe un déficit, la testosterona puede tener consecuencias negativas. Lo que el organismo necesita es mantener los niveles considerados fisiológicos de esta hormona y un aporte superior al necesario no se traduce en una mayor potencia sexual o una fertilidad superior.
¿Testosterona para la disfunción eréctil?
Los expertos son tajantes en lo que se refiere a la terapia frente a la impotencia o disfunción eréctil: en un hombre con niveles normales de la hormona masculina “no está indicado dar tratamiento con testosterona para mejorar la erección”. Así lo afirma Josvany Sánchez Curbelo, médico adjunto y jefe del Gabinete de Pruebas Andrológicas del Servicio de Andrología de la Fundación Puigvert (Barcelona).
“La testosterona no es un tratamiento para la disfunción eréctil ni está indicada para potenciar el efecto de otros fármacos usados en el tratamiento de los problemas de erección. La indicación de tratamiento con testosterona es para los hombres con valores bajos demostrados de dicha hormona”, recalca el especialista.
Efecto sobre la fertilidad
La testosterona que se produce en los testículos es imprescindible para que el proceso de producción de espermatozoides se desarrolle correctamente, por lo que un estado de hipogonadismo tiene un claro efecto sobre la fertilidad masculina.
No obstante, la administración de tratamiento con testosterona no mejora la fertilidad. “Todo lo contrario -advierte Sánchez Curbelo- cuando a un hombre se le medica con testosterona, lo que se produce es un mecanismo que se conoce como retroalimentación negativa que, como última consecuencia, llevaría a inhibir la producción de testosterona y espermatozoides en el testículo”.
El mito de la agresividad
Es habitual relacionar la agresividad con un exceso de testosterona, pero este vínculo no está tan claro. “Hay diversos estudios al respecto, con resultados contradictorios”, apunta Romero Otero. “Parece que esta hormona podría participar en un complejo mecanismo de interacción de diferentes sistemas y neurotransmisores cerebrales”, que influirían en cuestiones como la respuesta ante una amenaza.
Sin embargo, otros estudios relacionan la hormona con todo lo contrario, “con comportamientos más equilibrados y con menos conflictos sociales”, resalta el urólogo.
En todo caso, Sánchez Curbelo comenta que se ha visto “que los hombres que se administran testosterona de forma abusiva, en dosis suprafisiológicas con fines anabólicos para aumentar la masa muscular, pueden experimentar un aumento de la agresividad”.
Alopecia y testosterona
En lo que se refiere a la relación entre testosterona y calvicie masculina, el andrólogo de la Fundación Puigvert recuerda que en la caída del cabello “intervienen principalmente factores hereditarios y la edad, aunque también influyen en su fisiopatología algunos factores hormonales”.
La testosterona no actúa directamente en los folículos pilosos, sino que se transforma previamente en dihidrotestosterona, que es, en palabras de Romero Otero, “la que se encarga de la atrofia de los folículos pilosos, que reciben menos irrigación sanguínea, lo que hace que el cabello sea más débil y acabe cayéndose finalmente sin reposición posterior”. Por este motivo, los fármacos inhibidores de la 5 alfa reductasa (como finasterida, utilizado en hiperplasia benigna de próstata), son usados con buenos resultados y en menores dosis para el tratamiento de la alopecia androgénica.
“Lo que es importante decir es que, si un hombre tiene un hipogonadismo, el hecho de que reciba tratamiento sustitutivo con testosterona no implica que por ello vaya aumentar sus posibilidades de padecer calvicie”, subraya Sánchez Curbelo.
La testosterona en las mujeres
Con frecuencia se olvida que la testosterona también juega un importante papel en las mujeres. “Ejerce importantes efectos en los tejidos reproductivos y no reproductivos femeninos”, recalca el representante de la AEU. “Las concentraciones de esta hormona se relacionan de manera positiva con la función sexual de la mujer, observándose con su déficit una sintomatología similar a la del varón: disminución de la libido, fatiga, depresión…”.