De los juguetes de la infancia con los que nos divertimos tal vez ninguno tenga una historia tan antigua y difícil de precisar como el yo-yo. Entérate hoy cuál es el origen del yo-yo y cómo llegó a convertirse en el juguete tradicional que es en la actualidad.
Hipótesis acerca del origen del yo-yo
La evidencia histórica sugiere que el yo-yo, como juguete, ya era empleado en la antigua Grecia. Esto lo sabemos gracias a la imagen de un chico jugando con un objeto circular anudado con una cuerda, que aparece en una vasija griega. La creación de esta vasija se puede datar alrededor del siglo V a. C.
Otros registros indican también que en el siglo XVI, los cazadores filipinos hacían uso de un arma bastante parecida a los yo-yos que conocemos hoy. Se trataba de unas rocas pulidas con forma de disco, que poseían una abertura en su borde. Esa abertura era empleada para amarrar la piedra con un lazo.
La lógica detrás del diseño de esta arma era que le permitía al cazador lanzarla a sus presas (que, por lo regular, eran criaturas salvajes) desde lugares altos, como las ramas de los árboles. Seguidamente el cazador halaba la roca, y podía recuperarla; haciendo de esta un arma reutilizable.
Pero otra hipótesis, con menor evidencia, supone que el origen del yo-yo se remonta al menos hasta el siglo X a. C., en China. Se supone que durante ese período, un prototipo del yo-yo se volvió muy popular entre las dinastías que gobernaban el territorio que más tarde habría de contener el Imperio chino.
El yo-yo en la época moderna
Existe una pintura en la que se puede ver a Luis XVII de niño jugando con su yo-yo, a la tierna edad de cuatro años. Se sabe que los nobles franceses de la época de la revolución tenían como uno de sus pasatiempos predilectos el juego del yo-yo.
Pero no el registro legal más antiguo de una fábrica de yo-yos del que se tiene noticia no aparece sino hasta el siglo XX. Dicha fábrica, fundada en 1928 por el filipino Pedro Flores, tuvo su sede en Santa Bárbara, California (EE. UU.).