En efecto, es cierto. Lo sucedido el 22 de octubre, extraordinaria manifestación de unidad nacional en procura de recobrar la paz, la libertad, el progreso y desarrollo que el país había perdido bajo la dominación de una revolución que logró transformar lo bueno en malo, resulta del todo innegable.
Fue, realmente, el inicio de un tiempo nuevo para un país agotado y triste. Subyugado por una casta de políticos de nuevo cuño que, sin más méritos que emplear las armas que les diera la república para
defenderla, las descargaron contra ella, valga decir la constitución, las leyes todas y
en definitiva el propio pueblo.
Bajo el represivo empeño de imponer a como diera lugar una corriente política, en gran modo desfasada que, en la práctica nada positivo realmente ha dejado en dónde mayoritariamente se ha enquistado por la vía violenta, esa revolución lo que logró fue involucionarlo todo.
Esa es la gran verdad y no otra. Historiadores y analistas así lo afirman y, de paso, sobran las pruebas. En cada uno de los sectores del país están los resultados.
Desde l999 comenzó la debacle. De allí en adelante se fue abriendo la gigantesca brecha que hoy en día separa en dos la Venezuela democrática de la Venezuela revolucionaria, si así puede calificarse el desgobierno comunista que, desde entonces, domina al pueblo de Bolívar, el Libertador.
El abrumador triunfo de la ciudadanía, demostración más que fehaciente de cómo un pueblo cuando quiere alcanza lo que anhela, sacó a flote la decisión nacional de ponerle fin, por los canales constitucionales, al régimen enquistado que día a día antes que adelantar lo necesario para que el país pudiese avanzar, por el contrario llevó a cabo todo lo contrario.
Se quedó en anuncios, despampanantes por lo increíbles que resultaron; por inconvenientes para la economía nacional y en el alocado dispendio de los recursos públicos que pronto dejaron limpio el tesoro de los venezolanos, al extremo que en la actualidad se busca un medio para completar un real, además de comprometer el futuro nacional por los años venideros.
Rusia, China, Irán, y Turquía son hoy los beneficiados, gracias a la cuantiosa deuda contraída por el régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Sin olvidar la entrega grosera, genuflexa y vergonzosa de nuestro petróleo –chequera loca, de paso- a una Cuba que nos explota públicamente.
Pues bien, todo lo anterior ya está quedando en el pasado.
Afortunadamente, la victoria de María Corina Machado, elegida la líder de Venezuela, la voz más clara que viene diciéndole a los venezolanos las verdades que el régimen oculta; que ha ido desmantelando una por una las mentiras, los inventos y los “intentos” de los cuales se vale el régimen para victimizarse ante la opinión, sin dar detalle alguno que justifique la alharaca.
El mensaje, que es positivo en todo sentido, que anima, que fomenta fe y esperanza en el inmediato futuro, es tan firme como claro. Tiene peso y contenido porque está construido con realidades, alienta en su significado y muestra total disposición de cumplirse desde un gobierno que pronto, llevado por un pueblo que le depositará una verdadera avalancha de sufragios, la convertirá en presidente de la
república.
Quien no quiera admitir que los Nuevos Tiempos para Venezuela llegaron estará entre los escasos que afirman que el agua de la mar no es salada, que el sol no sale todos los días ni la luna todas las noches; aquéllos que aún piensan que el comunismo es lo mejor del mundo, que sí transforma al pobre en rico y al rico en pobre.
Lo asentado por María Corina Machado en su extraordinario documento “Venezuela, Tierra de Gracia”, que resume sus principales planteamientos para la nueva república, la que advendrá en su seguro gobierno, abre las puertas a la trasformación, a la verdadera modernidad, a la toma de las grandes, necesarias y más urgentes decisiones para que renazca la república, pero una nueva y de todos, donde
la libertad, la paz y la democracia, trilogía que en lo adelante amparará otra vez el destino de los venezolanos.
En sus páginas, bien pensados y mejor descritos, se asientan los planes prioritarios a ser implantados para favorecer el crecimiento, para fortalecer los sectores, todos, que le regresen al país, de común y respetuoso acuerdo con la realidad nacional y el entorno internacional, su lugar mejor en el concierto mundial.
Llegaron los nuevos tiempos, y al frente de ellos María Corina Machado, sin lugar a dudas.
Porque así lo quiere Venezuela y con tales fines la elegirá jefe de Estado.
AngelCiroGuerrero