La pérdida del deseo sexual, es decir, del interés hacia el sexo puede deberse a causas orgánicas y psicológicas, incluyendo la toma de ciertos medicamentos, desajustes hormonales y dolor. El estrés es otra causa frecuente, como también una baja autoestima. Identificar el origen de esa pérdida y los factores que la perpetúan son pautas clave para hacerle frente, así como conocer estrategias para favorecer la recuperación.
Los expertos en sexología tienen claro que la carencia o pérdida de deseo sexual es motivo de inquietud cuando lo es para la persona que la sufre, es decir, cuando para ella es causa de preocupación, según coinciden en señalar las sexólogas Esperanza Gil y Natalia Cachafeiro.
“Algunas personas pueden vivir sin ese tipo de deseo y no les supone nada, pero hay otras a las que le produce preocupación. Y esto último suele relacionarse con la idea de que existe una cantidad de deseo normal para todo el mundo cuando realmente el deseo cambia a lo largo de nuestra vida y depende de cada persona”, explica Cachafeiro.
“Suele ser motivo de preocupación cuando afecta a la relación de pareja o cuando la falta de deseo imposibilita disfrutar de momentos que anteriormente sí eran experiencias de placer o divertimento”, indica Esperanza Gil.
Las personas que tienen un deseo sexual hipoactivo sienten un bajo o nulo interés hacia el sexo. No obstante, es necesario matizar que “cuando hablamos de deseo se suele pensar en la gana de mantener relaciones sexuales y, en concreto, coitos. Pero realmente el deseo comienza mucho antes, el deseo son las ganas, la atracción por el otro y existen muchos tipos de deseo, de besarse, de realizar prácticas concretas, de pasar tiempo con una persona específica…”, añade la sexóloga.
Las manifestaciones son:
- Ausencia de pensamientos eróticos y fantasías.
- Poca atención hacia elementos audiovisuales u objetos considerados eróticos.
- Escasa iniciativa sexual.
- Poca motivación para mantener relaciones sexuales, ya sea consigo mismo, con la pareja u otras personas.
La pérdida de deseo sexual puede ser primaria, cuando desde siempre ha tenido poco interés sexual o este ha sido nulo; o secundaria, cuando la persona sí experimentaba deseo, pero este disminuye por algún motivo. Además, puede ser generalizada, cuando no se tiene deseo hacia la pareja, otras personas o a sí misma; o bien situacional, si puede sentir deseo hacia ciertas personas y situaciones, pero no hacia otras, según explica Gil.
La falta de deseo sexual puede deberse tanto a causas orgánicas como psicológicas. Entre las orgánicas se incluyen:
- La toma de algunos medicamentos.
- Desajustes hormonales.
- Hábitos tóxicos.
- Alteraciones del sistema neuroendocrino.
- Dolor, ya sea en la zona genital o en cualquier otra parte del cuerpo.
En cuanto a las causas psicológicas, estas pueden ser:
- El estrés asociado a sucesos vitales y situaciones impactantes relacionadas con la maternidad y paternidad, el trabajo, problemas económicos, desavenencias familiares o el cuidado a un familiar dependiente. “La persona ha de poner toda su atención y gran parte de su energía en resolver ese hecho y no queda espacio para el sexo”, señala Esperanza Gil.
Por otra parte, también pueden afectar al deseo:
- Una autoestima baja.
- Una pobre educación sexual. “Esto deriva en un pobre conocimiento del propio cuerpo y su forma de responder a la estimulación sexual. También se traduce en falsas creencias y mitos en torno a cómo debería de ser el sexo, nuestro físico o nuestros deseos, así como los de la pareja sexual”, explica esta sexóloga.
No solo es importante identificar cuál es el origen de la falta de deseo sexual, sino qué factores están contribuyendo a mantener esta dificultad, explican las expertas.
Cómo influye la edad y el paso del tiempo
Aunque se trata de una cuestión individual y no se puede generalizar, tanto la edad como el tiempo de relación con la pareja son factores que pueden afectar al nivel de deseo. “Pero, al contrario de lo que se suele pensar, lo puede hacer tanto en negativo como en positivo”, aclara Esperanza Gil.
“A medida que envejecemos, nuestro cuerpo va adquiriendo otras formas y nuevos ritmos. En una cultura en la que se venera los cuerpos jóvenes y la rapidez, sentirse sexy y gozar del sexo con cierta edad es rompedor y empoderador porque va en contra de las normas sociales establecidas”, explica esta especialista.
Está claro que con el paso del tiempo la respuesta sexual del cuerpo puede volverse más lenta e incluso menos intensa. “Puede aparecer sequedad tanto de la vulva y la vagina como del pene. Además, no se suele gozar de la misma energía y flexibilidad y es muy probable que aparezcan dolores y afecciones orgánicas que afecten a la calidad de vida en general”, precisa Gil, quien añade que “sin embargo, el clítoris y la próstata aumentan su tamaño, lo cual hace que sean más fáciles de localizar y estimular”. Además, las contracciones orgásmicas pueden reportar beneficios para la salud, por ejemplo, en relación con la activación de la musculatura del suelo pélvico.
En cuanto al tiempo de relación de una pareja, la experiencia compartida ofrece la calma y confianza “que necesita el cuerpo para poder fluir”. No obstante, uno de los activadores del deseo más potentes es la novedad, precisa Gil, de modo que “el factor sorpresa o bien lo desconocido o nunca transitado son elementos que pueden desencadenar un aumento del deseo”. Esta experta señala la sorpresa que en consulta reciben algunas personas cuando aprenden a ver lo ya conocido con una mirada nueva.
Si bien el deseo no es una necesidad vital básica, sí que genera beneficios para la salud tanto mental como física, en cuanto que “el movimiento genera movimiento y el estancamiento, más estancamiento. La energía sexual hace que tengamos una mente y un cuerpo más activos”, explica Esperanza Gil.
Crear un espacio y un tiempo
Cuando se quiere actuar ante la falta de deseo sexual la primera recomendación de los expertos es crear un espacio y dar un tiempo para conectar con lo que la persona siente realmente respecto a esta situación. “Rehuir la cuestión y llegar el hueco con mil actividades lejos de ayuda no facilita la reaparición del deseo”-
Algunas preguntas que las expertas recomiendan plantearse son: ¿cómo me hace sentir mi falta de deseo? ¿Y a la pareja? ¿Está teniendo consecuencias negativas? ¿Cómo me gustaría que fuese mi deseo? ¿Cómo era yo cuando tenía deseo? ¿Cómo contribuía a alimentarlo? ¿Qué cuestiones han hecho que mi deseo disminuya? ¿Qué cosas pueden ayudar a activar mi libido y de ellas cuáles dependen de mí y cuáles no? ¿Qué beneficios puede tener un aumento del deseo?
Tanto Gil como Cachafeiro destacan la utilidad de recurrir a profesionales de la sexología, formados precisamente para acompañar a las personas que pueden estar experimentando una pérdida de deseo en la búsqueda de la solución.
Beneficios de los juguetes sexuales
La utilización de productos y juguetes eróticos puede ser un recurso terapéutico muy útil, en el caso de algunas personas, para trabajar la falta de deseo, siempre sin forzar. “Empeñarse en introducir cosas nuevas, si el motivo no es ese, puede crear culpabilidad y agrandar el problema”, explica Cachafeiro.
Entre los potenciales beneficios de los productos y juguetes eróticos para activar la recuperación del deseo sexual, Gil explica que:
- Ayudan a retomar sensaciones y volver a conectar con el cuerpo. “Esto es especialmente importante cuando se ha abandonado mucho tiempo el contacto, las caricias y el autoerotismo”. Algunos productos para conseguir estos efectos son los lubricantes que resulten muy hidratantes, además de vibradores con diferentes niveles de potencia y variedad de ritmos.
- Facilitan la reconexión con la pareja, sobre todo, si se trata de productos que no implican el juego con los genitales y promueven un acercamiento íntimo progresivo. Productos para lograr este efecto serían las plumas para acariciar suavemente la piel o generar cosquillas y el aceite de masaje erótico, de composición muy deslizante y con aromas afrodisíacos.
- Enriquecen el repertorio de juegos eróticos. Para lograr este aspecto, Gil sugiere la posibilidad de acudir a un taller de sexualidad y utilizar accesorios típicos de los juegos BDSM. Asimismo, se puede recurrir a juegos de mesa que aumentan la creatividad erótica y a los lubricantes de sabores.
- Potencian las sensaciones y, por tanto, mejoran la respuesta sexual, contribuyendo a la excitación y al orgasmo. Para ello, son ideales los geles efecto calor, que resultan vasodilatadores, llevan más sangre allá donde se aplican y hacen que la zona esté más sensible a la estimulación.
- Ofrecen un tipo de estimulación que el ser humano no puede recrear. Así, los vibradores o succionadores pueden acelerar e intensificar el orgasmo. “En el caso de los hombres, ver su pene con mayor turgencia o las venas más marcadas puede resultarles activador, y esto se puede conseguir con bombas de vacío y anillas peneanas. Eso sí, siempre con un asesoramiento adecuado para que el uso se realice de forma segura”, advierte la experta.
- Promueven las fantasías. En este sentido, se pueden utilizar juguetes realistas, que simulan el cuerpo el humano como penes o vaginas de silicona o materiales que tratan de ser similares a la piel; lubricantes; lencería erótica, que a quien primero seduce es a quien la viste; y literatura erótica, que ayuda a imaginar nuevos escenarios y situaciones para activar el deseo.
- Son divertidos y la risa ayuda a la relajación. Existen vibradores con formas y funciones divertidas, con los que se puede acariciar cualquier parte del cuerpo y algunos con una especie de lengua que se mueve rítmicamente.
- Amplían el mapa erógeno a través de cosméticos y juguetes que estimulan cualquier parte del cuerpo, como vibradores para testículos o para pechos, vibradores líquidos para la lengua y salivadores.
- Ayudan a conocer el propio cuerpo y su respuesta sexual. Los masajeadores para el pene hacen que la persona sea más consciente de sus sensaciones y de su respuesta sexual. Los succionadores pueden emplearse para descartar causas físicas en casos de anorgasmia.