Seguro que más de una vez (y de dos) te has preguntado cuál es el equivalente femenino a la eyaculación. Y seguro que más de una vez (y de dos) lo has relacionado con ese fenómeno conocido como squirting, en el que la vagina se convierte en un grifo a presión para expulsar un líquido transparente en cantidades industriales. El chorrazo. Pero, como en tantas otras ocasiones de tu vida, estás muy equivocado. No, así no es cómo se corren las mujeres. Y no, convertirse en una manguera humana no está relacionado con llegar al clímax, hay otras maneras para hacer que una mujer tenga el mejor orgasmo. Así que no necesariamente, al menos. El squirt es algo totalmente diferente, una práctica a la que siempre rodea una espiral de dudas y equivocaciones.
Ahora que ya has vuelto a la casilla de salida (es la única manera de aprender), atento: aquí desvelamos todos los qués, cómos y porqués del squirting. Los cuándos y dóndes y los mejores juguetes eróticos para parejas y si lo que quieres es poliamor o una relación abierta y si cerrasteis con llave antes de salir de casa… Todo eso ya los ponéis vosotros cuando estéis preparados.
¿Qué es el squirt? ¿Cuál es su traducción?
Aunque realmente no tiene demasiada importancia, vamos primero con la traducción al español de la palabra squirt, porque entre otras cosas miles de personas teclean cada día «squirt traducción» en google. Básicamente, la traducción al castellano sería «chorro». Más visto en el porno que en la vida real, el squirting es uno de los fenómenos más curiosos (y húmedos) del cuerpo femenino. Como decíamos al inicio, es imposible pasarlo por alto: cuando alcanza el punto necesario para desatarse, un generoso chorro de líquido transparente (que no huele a nada) se expulsa a través de la uretra. Sí, de donde sale el pis. Es por eso que, llegadas a esta situación, muchas mujeres se piensan que se han meado encima. Pero no es así exactamente.
Entonces, ¿qué es ese líquido entonces? Nada que ver con el semen, por supuesto: es en realidad una mezcla de orina y secreciones prostáticas. Es además fácilmente diferenciable de la eyaculación femenina, que es mucho más espesa, de un claro color blanco y se segrega en pequeñas cantidades lentamente. Por eso preguntarle a una mujer «¿Te has corrido?» es totalmente innecesario (y muy raro, la verdad). El líquido que se expulsa durante el squirting, sin embargo, es totalmente acuoso y sale como un géiser. No hay manera de confundirlos.
¿Y todas las mujeres pueden tenerlo? Pues no. Cada cuerpo es un mundo, y cada mujer experimenta los estímulos sexuales de formas muy diferentes. Además, en el squirting entran en juego factores que provocan que, como aseguran las sexólogas, no todas puedan llegar a él. No es por ponernos demasiado técnicos, pero para que este momento se produzca todo depende de las conocidas como glándulas de Skene (para entendernos: la próstata de las mujeres), responsables de la eyaculación femenina y en este caso del líquido que se expulsa al squirtear. No todas tienen la misma predisposición en estas glándulas para conseguir esta meta: cuando su tamaño es menor, hay menos probabilidades. Pero claro, no es algo que una pueda comprobar mirándose al espejo, así que quién puede y quién no se convierte en todo un misterio. Uno que, si apetece, vale la pena desvelar.
Una vez comprobado y a base de práctica, es posible controlarlo, igual que un hombre, si se lo curra, en muchos casos puede ser capaz de controlar la eyaculación para durar más en el sexo. Bueno, eso si sabes cómo estimular el punto G masculino…
Por qué querría alguien provocar un squirt
Bueno, las razones son diversas. Primero y más habitual, porque lo ha visto en el porno (y en el barato, no en las mejores páginas porno de pago). Es así y es comprensible. En estos vídeos vemos a mujeres teniendo auténticas catarsis existenciales al tener un squirt, de tal forma que han creado un gran interés alrededor del tema. Hace ya algunos años que este término es tendencia en las principales webs pornográficas, tiempo en el que se ha explorado tanto qué es como cuál es la manera más efectiva de provocarlo. Ha corrido (perdón) mucha tinta sobre el tema, pero aún parece que no llegamos a entender del todo lo que es. Quizás es el morbo lo que nos mueve a proponérselo a nuestras parejas, o lo que mueve a nuestras parejas a proponérnoslo a nosotros.
Aun así, ahora que hemos dejado claro que squirting no es sinónimo de eyaculación u orgasmo, ¿realmente vale la pena hacerlo? Eso depende. Sin duda, intentarlo es de lo más divertido, siempre y cuando partamos de la idea común de que no es una condición imprescindible. Cuando aún había bastante ignorancia sobre el tema, muchas mujeres se sintieron presionadas por conseguirlo y frustradas al no hacerlo. La imagen idealizada que nos da la pornografía (ya sea en este tema, o en durar mucho durante las relaciones sexuales, o tener el pene enorme o un cuerpo perfecto, o mil y una cosas más que crean inseguridades en los espectadores) no ayuda.
Así que, si te has decidido a perseguir el squirt con alguien, recuerda: no presiones. Resta importancia a conseguirlo o no y céntrate en pasarlo bien durante el viaje. Al fin y al cabo, el camino que lleva al chorrazo es similar al que llega al orgasmo que podrías ofrecer si sabes cómo masturbar a una mujer. Que alcanzarlo sea un objetivo relativo para ambos.
Cómo llegar al squirt
Entramos en materia. Primer paso: encuentra alguien con quien hacerlo. Si no tienes a nadie en mente, consulta las mejores apps alternativas a Tinder para ligar. ¿Ya la tienes? Sigamos.
Básicamente, llegar al squirting requiere las mismas habilidades que cualquier relación sexual de calidad: saber dónde tocar, crear grandes dosis de excitación y estar bien relajados. Vaya, parecido a lo que te contamos en nuestra guía para practicar sexo oral. También, lo dicho antes: no obsesionarse. No empieces a soltar comentarios inoportunos sobre si va a llegar o no: disfruta del momento sea cual sea el resultado final. El peor enemigo de las mujeres en este viaje será pensar demasiado, igual que para llegar al orgasmo. Una vez conseguido un estado mental ideal, toca explorar maneras concretas.
Estimulación, estimulación, estimulación. Para conseguir que el cuerpo de tu pareja esté a punto, tiene que estar tremendamente excitado. Para eso no solo hace falta allanar el terreno y echarle un ojo a nuestros consejos para ver porno en pareja, sino que el objetivo primordial es el clítoris: hay que estimular poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y tampoco está de más preguntar si estáis tocando en el punto correcto (a veces, por no cortar el rollo, las mujeres evitan decirle a sus parejas que no lo están haciendo del todo bien, así que muéstrate accesible a hablar del tema y aprender). Otro consejo: tómate tu tiempo. Sigue nuestras directrices para entender qué deberías evitar. y también que, como hemos repetido hasta la saciedad, lo más importante es crear un ambiente de disfrute y placer.
Cuando ya hemos pasado la primera condición indispensable (estimular largo y tendido el clítoris), tenemos que pasar a la segunda fase: el punto G. Ese gran desconocido. Ese pequeño punto de placer en las mujeres se encuentra en un lugar muy concreto, y podemos encontrarlo introduciendo los dedos en la vagina para después subir hacia arriba (colocando la mano como si fuese un anzuelo) hasta encontrar una pared suave y húmeda. Es en esa superficie donde tendremos que empezar a estimular de nuevo, dando golpecitos cada vez más rápidos. De nuevo, esto no es una ciencia exacta para cada mujer, así que trabaja en esta zona hasta que tu pareja note un cosquilleo y repentinas ganas de hacer pis. Es normal: ahí es cuando nos estaremos acercando. Es habitual que en este momento, el cuerpo de la mujer reaccione negativamente a la sensación de que va a mearse, y por eso es tan importante que todo ocurra en un espacio relajado y seguro. Y quizás ve poniendo una toalla sobre la cama para lo que puede avecinarse.
En este punto habría que destacar que hay diferentes caminos para llegar al squirt. El secreto es ir probando. Hay mujeres que solamente necesitan la estimulación del clítoris para conseguirlo, otras que llegan con la estimulación del punto G y otras, y esta es la que acumula más posibilidades, estimulando ambas áreas al mismo tiempo. Puede hacerse de forma progresiva, como hemos explicado aquí, o servirse de algún juguete sexual (como el Satisfyer) para estimular una parte mientras tú te centras en otra. Un plan de ataque en dos direcciones que debería generar el máximo placer posible. Todo es cuestión de experimentar: lo que no se consiga un día, puede que se consiga en otro cambiando un poco la técnica, el ritmo o los utensilios. En el mismo día no hay que abusar demasiado, que esas zonas son muy sensibles.
Como decíamos, los juguetes sexuales pueden ser grandes aliados para el squirting. Ellos pueden llegar donde nosotros no podemos, así que, en lugar de verlos como un enemigo, úsalos en el beneficio de todos. Los succionadores de clítoris y los vibradores especialmente diseñados para llegar al punto G son los ideales para este caso concreto. Además, no te olvides de explorar los siempre menospreciados lubricantes, que ayudan a humedecer la zona íntima femenina (y masculina, en otros casos) para más placer. Búscate uno con base de agua (así evitamos irritaciones innecesarias) y mejora tus relaciones sexuales más allá de este fenómeno que hemos explorado en este artículo.
Ahora, pequeño saltamontes, ya estás listo para ser un maestro del squirting. Ten en cuenta todos nuestros consejos y adéntrate en este fascinante mundo que, si tienes suerte, se revelará ante ti. Y, si no la tienes, siempre te quedará el porno.