El irrespeto a la historia de Nueva Esparta arrancó cuando hace unos años le birlaron a la Ciudad su Boulevard “Vargas Machuca” el arquitecto de la Ciudad y lo lanzaron a la basura.
En ese mismo tenor le cambiaron los nombres a La Asunción de manera arbitraria y le pintaron de sapolín verde sus estatuas y bustos. Pocos elevaron su voz de protesta por estar la política salpicando la historia de este noble pueblo y sus hijos más pre claros hicieron silencio cómplice al ver el culturicidio y el historicidio aberrante contra ese espacio histórico que el 27 de noviembre de 1600 fue nombrada por Felipe III por Real Cédula como Ciudad de La Asunción.
Esas aberraciones contra la Ciudad maltratada no terminaron en ese episodio, sino que hace escasos años se robaron el Escudo de Armas que el mismo 27 de noviembre de 1600, el Rey Felipe III donó como reliquia histórica a este pueblo valeroso.
Los delincuentes quisieron convertir el bronce en producto para la venta sin conocer la profundidad histórica de esa obra y no tuvieron tiempo de fundirlo por lo que no le quedó otra alternativa que lanzarlo entre los matorrales en una de esas barriadas que han nacido al compás de las invasiones que han acorralado a La Asunción por los lados de Guatamare.
Al final gracias a los esfuerzos de su Alcalde Alí Romero que hasta recompensa ofreció para su recuperación volvimos a tener el Escudo de Armas como una reliquia que es un atractivo histórico para turistas y residentes.
Hace 15 días ocurrió otro asalto a la historia asuntina cuando se robaron la escultura del poeta cumanés Andrés Eloy Blanco y todavía no se sabe de su paradero.
Solo la voz del concejal Nelson Acevedo se escuchó en denuncias por las redes y en programas radiales. A más nadie escuché elevar su voz de protesta por tan horrendo delito contra la cultura venezolana y no se sabe si fue un robo inducido, planificado o calculado, porque es raro que nadie de las autoridades locales haya gritado o denunciado tan aberrante delito contra la cultura venezolana.
Pareciera que le hubiesen arrancado una hoja a la ceiba del Otro lado del Río o a una mata de pandelaño. Al parecer no pasa nada en La Asunción.
Y casi inmediatamente vino el episodio bochornoso del desnudo del Copey cuando en una noche lluviosa ocurrió la desvestida perversión que hizo un striptease que fue celebrado por los ciudadanos que aplaudieron a rabiar el espectáculo dantesco que dejó enmudecida a la Ciudad por días al ver en las redes sociales tan bochornoso acto que hizo remover los huesos de los intelectuales asuntinos y puso a reflexionar a la gente de la Ciudad.
Y no terminó ahí el accidente histórico, sino que al General Juan Bautista Arismendi también le tocó lo suyo cuando fue besado y cabalgado ante la mirada atónita del pueblo asuntino que embriagado de celebración y jolgorio vio sorprendido el irrespeto a su héroe.
Esa misma semana le colocaron a Don Luís Beltrán Prieto Figueroa un trapo rojo en la boca en señal de protesta y una botella de ron a los pies para cometer otra aberración contra los derechos de los ciudadanos asuntinos.
Está bien que se proteste, que se grite, que se insulte y que se hagan marchas, pero no que irrespeten a los grandes hombres de la vida pública nacional y regional.
Ninguno de esos accidentes de la historia marchan acordes con la visión de una Ciudad que está siendo promocionada para ocupar el espacio mundial de Patrimonio Histórico del Mundo, pues es evidente que no solo se considera por tener lugares de connotación histórica, por haberse desarrollado en sus calles empedradas encuentros de alto valor, ni por tener familias herederas del pan como oficio, sino también por tener ciudadanos de primera que enarbolen la querencia por su Ciudad, por mantener en condiciones óptimas los servicios y la conservación ambiental de la Ciudad.
Llama la atención que cuando la Comisión de Alto Nivel le está presentando el proyecto Unesco al Alcalde Alí Romero ocurren en seguidilla acontecimientos que atentan contra el objetivo supremo de convertir a La Asunción en Patrimonio Histórico de la Humanidad.
Por eso la Ciudad del Silencio se resiente ante el desprecio por su historia, por su cultura y por sus valores para asumir con prestancia una realidad que mordisquea la propuesta y obliga a quienes coordinan tan magnifica propuesta a levantar su voz por encima de la tinta para defender los valores de este espacio que forma parte de las más valiosas representaciones de nuestra historia.
Todavía los videos revolotean del desnudo grosero por las redes de Nueva Esparta y me imagino que de todo el país y una voz silenciosa se hizo eco de tamaña aberración para aleccionar la osadía del irrespeto contra quizás el General más estratégico de la lucha independentista.
Pero sorprende como el pan y circo se traga los valores históricos de nuestros pueblos y el jolgorio de los mismos ciudadanos que en contra de preservar los nuestro aplaudieron y lloraron de la risa y el humor que generó tal aberración contra la historia y los valores de nuestros pueblos, pues como dijo Ángel Félix Gómez “También son culpables de esta crisis cultural de Margarita los que han pretendido ser sumos pontífices del quehacer cultural y ni suman ni pontifican nada útil.
También aquellos que, abusando de su fácil acceso a los medios de comunicación social, falsean la verdad a su antojo y repiten la misma irrealidad tantas veces que esta les parece real y ellos mismos se engañan”.
Encíclica/ManuelAvila