Todavía no he escuchado un tema de Jesús Avila que supere al Mar y es lógico que esa sea una de sus canciones de mayor profundidad temática porque el poeta roblero tuvo su primer trabajo con sus parientes Eulogio y Chebo Ferrer.
En ese mar azul de Playa Moreno cercano al Farallón hizo sus primeros ensayos de pescador Chu Guitarra que nunca abandonó el mundo de la pesca sino cuando se fue a La Guaira en busca de mejoras económicas para ayudar a su madre.
El mar fue siempre uno de los elementos que marcaron a Chu Guitarra porque siendo Los Robles un pueblo de agricultores y pescadores al cantautor pilarense lo tuvieron bajo su mando Antonino Caraballo, uno de los criadores de vacas y chivos que en el Hato Mundo Nuevo tuvo su centro de operaciones y en el mar sus familiares Eulogio y Chebo le enseñaron todos los secretos de viejos lobos de mar.
De esa forma el muchacho de Dolores Avila salió a buscar la vida en el campo y en el mar porque esas actividades le permitían ayudar a su madre que era vendedora de leña y arepas en el centro de Porlamar.
Por eso Chu Guitarra fue Jesús Avila hasta que le compró a Alfredo Tolete esa guitarra que transformaría su vida porque a partir de ese momento salió Chu Guitarra con su nuevo instrumento a buscar en las olas, en el vuelo del guanaguanare, en el mar, en el viento, en la luna y en el sol los sonidos armoniosos de la música.
El Mar se inmortalizó en una melodía tan bella que se convirtió en una las canciones más tarareadas por los margariteños y cochenses y los turistas que tuvieron la suerte de oírla se fueron contentos de formar parte de una melodía tan maravillosa.
Por eso cuando Chu Guitarra la canta al mar lo hace con conciencia porque ese fue su elemento por muchos años
“Es un marino que va con su guitarra cantándole a su amada una canción”
“Se siente el murmullo de las olas”
“Y camina por la playa sin cesar y una estrella solitaria lo acompaña mitigando su nobleza y su pesar”
“Vuela guanaguanare picoteado sobre las olas de la mar serena y un alcatraz lo va acompañando a recibir a la noche buena1
“El mar solo el mar sabe mis penas”.
Las experiencias del niño que desde muy temprano saltó al mar como ayudante de sus parientes Eulogio y Chebo le dieron a Jesús Avila los conocimientos necesarios para convertir la poesía en el cardumen de su producción musical, pues en sus canciones está sintetizado ese mundo maravilloso que Chu Guitarra disfrutó en compañía de sus seres queridos.
Por eso el vuelo de esa ave no era extraño para el hijo de Dolores Avila que vio de cerca no solo los colores del mar, sino el cromatismo blanquinegro de las aves que acompañaban a los marinos en el mar y en la orilla.
Y es que los alcatraces y guanaguanares esperan el momento exacto para robarle una presa a los pescadores a la hora del pesaje o del reparto de la pesca buena.
Ese guanaguanare que hizo famoso a Jesús Avila y que Nancy Ramos promocionó a nivel nacional ante una solicitud del escritor cochense Campito lo llevó a la farándula radial litoralense y caraqueña para que sonara por muchos años en todo el país y que su nombre empezara para siempre en el contexto musical nacional.
Conocer la poesía marina de Chu Guitarra es adentrarse en ese mundo maravilloso de la mar margariteña que en sus canciones consiguió cabida para elevar esa magia por el azul, el blanco y el negro de una tierra donde los alcatraces y guanaguanares aletean y lanzan graznidos de libertad para servir de coro a ese ambiente marino que decora nuestra belleza natural.
Esa temática del mar recibió un tratamiento especial de un marino que le cantó a las costumbres y tradiciones de los pescadores con su poesía del alma.
Por eso su paso por La Guaira no lo alejó del mar, sino que cada día veía el mar litoralense y se inspiraba en sus canciones que componía desde el Cerro donde vivió en Vargas.
La historia de la simbiosis de Jesús Avila y el mar la podrían contar sus familiares Chebo Ferrer y Eulogio con quien compartía las faenas marinas cada día desde Playa Moreno hasta el Farallón, pasando por las costas de Pampatar desde Burrito hasta La Caranta, Playa El Castillo, La Magnesita y Playa Moreno.
En eso viajes y noches solitarias de pescador el poeta roblero le cantó al amor, a la faena y a la pesca como instrumento de luchas. Me imaginó a Jesús con sus anzuelos, con sus remos, con las nasas y con ese olor a limo metido en su cerebro par marcarlo como el pescador poeta.
Salir cada madrugada con los aperos de pesca con sus compañeros de faena fue una experiencia que le permitió a Chu Guitarra salir de la fastidiosa rutina de un pueblo de hojas como Los Robles donde sus amigos lo invitaban a dar serenatas y donde sus otras diversiones eran ver pasar las noches y los días esperando las fiestas patronales de la Virgen del Pilar y San Judas Tadeo, escuchar los gones de las campanas y los latinazgos de los curas.
Por eso su esencia de poeta que cargaba guardada en el alma empezó a aflorar cuando le compró la guitarra a Alfredo Tolete para iniciar ese camino artístico que tenía guardado en su alma de poeta del mar.
El tiempo de Jesús Avila se detuvo por mucho rato en la silla que inclinaba en la Casa de Pascualita para ver pasar el pueblo a pie a Avelina a la Corneta de Postola, a Zacarías, a la Ñeca de Asiscla, a Chelías Urbáez, a Nona González, a Dolores y a personajes populares de Los Robles que pasaban frente a la esquina de Pascualita.
Muchos han podido ser los temas de Jesús Avila que compuso su canción estelar de su inspiración en el mar cuando veía a los guanaguanares y alcatraces volando a recibir a la noche buena. Y aquella luz que alegre en la alborada que en el silencio y la quietud de al agua parecía oír su voz cuando su amada lo nombra”.
Ahí en ese mar sereno Jesús quiso esperar en el Farallón a su amada y por eso puso al guanaguanare a volar picoteando a la mar serena. En un copo de luna blanquecina en aquel horizonte mañanero con un rayo de luz que lo ilumina se ve morir un lánguido lucero. Eso amaneceres que vio el poeta roblero en sus faenas del mar le preñaron el cerebro de poesía para escribir una canción lo marcó para siempre como el poeta pescador que le cantó a su amada y le dibujó una poesía que quedó dibujada en el paisaje marino de unas playas que tanto transitó el hijo de Dolores Avila teniendo al Farallón como ícono de la canción que lo hizo conocer a nivel nacional en la voz de Nancy Ramos.
De aquel disco sencillo con el Guanaguanare y Elegía Margariteña como canciones fundamentales para su trabajo con el mar y su impulso como cantautor que brilló en el alma nacional y que tuvo como telón de fondo de su música al mar azul de su creación poética que en canciones como “Rumbo a Oriente” manifiesta su amor a la faena del pescador al escribir “muchachos ya se divisa Macanao y Bella Vista, la tripulación que llevo es buena para navegar, ya se divisa el pico de Macano, allá se ve Macano y también se ve Bella Vista.
En “Adoración Marinera” Jesús Avila le rinde honores al Ángel de Moreno que lo describe como un ícono de su pueblo. El farallón se agigante sobre las aguas del mar, adornando a Pampatar, El Castillo y La Caranta. Ese ángel de Moreno de tantos misterios es descrito por Chu Guitarra lo exalta al decir “Hay un ángel en Moreno parado sobre un peñón con los brazos extendidos mirando hacia el Farallón”. En esa estrofa Chu Guitarra sintetiza los íconos de su pueblo como el Farallón y el Ángel de Moreno que fueron imágenes que acompañaron su crecimiento como ser humano. Jesús metaforiza sus imágenes y le da un tono sacramental a un paisaje morenero marcado desde siempre no solo por las labores de la pesca, sino por su ángel y su Farallón. Y es que el pescador transitaba cada día esa playa de Moreno con sus enseres de pesca al hombro y sus ilusiones de trascender algún día como poeta, guitarrista, compositor y cantante.
En “Nostalgia del Pescador” le rinde homenaje a un marino que va con su guitarra a la faena de la pesca cuando escribe “Se oye el rumor de una oración y es el marino que va con su guitarra cantándole a su amada una canción”, Llevando hacia el azul del mar profundo el fuego de su amor que es un volcán” “Camina por la playa sin cesar y una estrella solitaria lo acompaña mitigando su penar” “Y el pobre pescador está muy triste esperando a la que no ha de volver”.
Con este mensaje Jesús Avila se dibuja como pescador al utilizar el símbolo de la guitarra que marcó para siempre su paso por la vida entre la pesca, el amor y la poesía. En “Rauda a rauda” narra el poeta el viaje de los pecadores cuando debían regresar a Margarita para verla en su altar el día de sus fiestas. En esta canción icónica el poeta marinero metaforiza la aparición de la Virgen del Valle y los trabajos que pasaban los trabajadores del mar para llegar a las fiestas de la Virgen.
AL final muestra la frustración de los pescadores que no pudieron llegar a las fiestas de la Virgen que envuelta en un velo se le apareció.
En la canción “Cristo del Pescador” le rinde honores al Cristo del Buen Viaje la imagen protectora de los pescadores “En su rostro se adivina una sonrisa eterna, una tristeza tierna, un misterio que domina”. Nadie le ha cantado todavía al milagroso Cristo como lo hizo el roblero que magnificó su presencia y elevó los valores religiosos de los pescadores y del pueblo de Pampatar por esa imagen que tiene del mar fue para Jesús Avila su marca poética y le escribió hasta el cansancio porque Jesús Avila vivió entre el mar como ayudante de pescador y como agricultor su experiencia. Ahí deja el poeta roblero su amor por el Cristo del Buen Viaje y afianza su amor por sus creencias religiosas.
En “Los Pesqueros” Jesús Avila nos da una cátedra de geografía insular al describir los lugares donde pescaban y muestra su conocimiento de las clases de pescados que formaban parte de su faena diaria. Qué clase de topografía pampatarense y que lección de la clasificación de los peces nos muestra el conocimiento de los pescadores de cada lugar donde estaban las nasas y los bancos de peces.
Trabajar el trabajo literario del poeta marinero es metódico por el manejo exquisito de sus imágenes que brotaban de sus experiencias de vida y le permitían con los recursos literarios del poeta humanizar unas letras que formaron parte de una poesía profunda que daba pasos cruzados para esculpir unas canciones que quedaron archivadas en la conciencia colectiva como símbolos de una época gloriosa de la poesía cantada y que quedaron marcadas en canciones eternas que dejaron huellas profundas en la realidad insular.
Encíclica/ManuelAvila


