Los indigenismos como una muestra del lenguaje indígena perviven en el habla del margariteño por los siglos de los siglos.
Indigenismo es definido en el Diccionario Larousse de 1996 como: “Voz procedente de una lengua indígena, que ha sido incorporada a una lengua invasora en el mismo lugar en que se habla o se habló aquella”.
Miles de palabras procedentes de los guaiqueríes que habitaron esta Isla de Margarita aún perviven en el habla insular y son manejadas en la comunicación diaria por habitantes de esta región.
En el mundo de la agricultura, de la pesca, de la artesanía, de la música y de las tradiciones populares abundan localismos que son parte del lenguaje insular.
Esos vocablos en su mayoría arcaísmos pasados de moda por el paso de los tiempos, termina haciendo inteligible el lenguaje para las nuevas generaciones de hablantes que no van más allá de lo estrictamente castellanizado y por eso el lenguaje se convierte en un código casi indescifrable para el común de los hablantes.
Eso nos lleva a entender que es importante para las comunidades investigar sobre los viejos y nuevos vocablos tratando de incorporar cada día más palabras a su diccionario particular a fin de poder comprender cada uno de los mensajes a la hora de comunicarse.
La palabra “chigüichigüe” Bromelia karatas L”. Especie de maya de hojas espinosas, delgadas, carnosas y largas, que terminan en punzante aguijón.
Fructifica en racimo, sus pequeños frutos son dulces, pero difíciles de comer porque el contacto de los labios con su concha vellosa produce picazón y boquera (excoriación). La planta se usa como segura cerca de posesiones en el campo.
Los niños se divierten a menudo jugando a gallito con los referidos aguijones. Estos se cortan a unos 15 centímetros de la punta para poder accionarlos alternativamente unos con los otros, simulando una pelea de gallos. Es sinónimo de curujul”.
Del Chigüichigüi como le dicen en Los Robles se hace el jugo que es muy sabroso por su sabor entre dulce y agrio que le da características de fruta tropical de gran potencia.
Es el fresco de chigüichigüi y de guamache los preferidos de los margariteños para calmar la sed y para pasar los embates de la sed en estos tiempos de calores exagerados.
El árbol del Chigüichigüe es usado para hacer empalizadas insalvables y algunas personas usan sus hojas junto al caracuey en los nacimientos que hacen en las casas o en las plazas públicas.
El jugo de la fruta del chigüichigüe es amarilla y es una especie de manojo largo de fruticas pequeñas forman como un ramillete de elementos que configuran un cuadro artístico de la naturaleza que contrasta con el verde de sus hojas para dar un cromatismo casi perfecto a su belleza multicolor.
Es muy fácil detectar cuando la fruta está madura porque su amarillento color que por momentos tiene matices rojos indica que la fruta ha madurado.
Tan sabroso era su jugo que ese fruto era un trofeo importante para los muchachos de la época porque garantizaban el jugo concentrado para la familia.
Tanto el chigüicihige como el guamache eran frutos que formaron parte por años de las bebidas refrescantes de los margariteños.
En Los Robles vi a los muchachos comiendo chigüichigüe de la misma planta al quitarle una especie de membrana que cubría la fruta amarillenta y como era un cítrico terminaban con maltrato de su paladar y sus labios por consumirlo sin lavarlos.
Con el paso del tiempo esos árboles de chigüichigüe han ido desapareciendo de las empalizadas de los conucos y más nunca vi un ramillete de ese fruto en mi pueblo donde las curichaguas, las cerezas, los tocos, los cotoperies, los mamones, los mereyes, los jobitos, las guayabas y las ciruelas fueron por años las frutas que abundaban en nuestros pueblos.
Encíclica/Manuel Avila