El oficialismo le tiene miedo, eso se aprecia, imposible no notarlo, cada vez que sobre usted opina algún notorio dirigente del chavismo. Igual sucede con el liderazgo de una parte de la debilucha oposición, también convencido de que, al lado suyo, son minusvalía. El despiadado ataque en su contra, ya sin disimulo alguno, que incluye toda clase de ofensa e irrespeto, refleja que usted electoralmente está creciendo a paso agigantado.
De eso no hay duda, a pesar de la telaraña que para detenerla tejen tanto de un lado como del otro que tampoco la quieren verla ganadora de las primarias. Éstos últimos, afortunadamente, son muy pocos y, se dice, que muchos de ellos, casi con desespero, buscan ser el escogido por el oficialismo para arrimarle los votos rojos impidiendo así su triunfo.
Pero, qué va, la estratagema de tal modo armada no les funcionará, pues el panorama se les está rápidamente oscureciendo a sus autores.
La decisión de respaldarla ya ha sido tomada por gruesos sectores que, se aprecia en todo el país, están enriqueciéndose, así sus detractores prosigan su perniciosa campaña y la Contraloría, que es el gobierno mismo, no quiera darle el documento donde legalmente se indica que la inhabilitación –del todo arbitraria y anticonstitucional- cesó hace años.
Le tienen pavor a que gane y tendrán qué pararla para que no lo logre. Si acaso se les ocurre este extravío –nada de extraño tiene que suceda- las consecuencias serán impredecibles porque usted, masivamente respaldada por el pueblo de verdad opositor, no hará el papel de aquel candidato que, ganando, prefirió mandar a millones de sus votantes a bailar salsa, antes que ir a donde se tiene que ir, a la calle toda, a reclamar el triunfo que le fue grosera y vulgarmente desconocido.
La república está muy mal.
Se le han infringido muchas puñaladas y todos conocen cómo, cuándo y quiénes son los perpetradores.
La crisis crece peligrosa y alocadamente profundizando en el cuerpo social, desgarrando lo poco que queda de su débil tejido: mientras la hambruna está detrás de la puerta, con la miseria empujando igual que la inseguridad, mientras la economía sobrevive porque el empresariado honesto, que si lo hay, trata de enderezarla para que no se caiga de una vez por todas, desmintiendo a quienes dicen que Venezuela se arregló, lo cual es una enorme mentira.
Somos desde hace dos décadas un país al que una revolución lo engañó diciendo que llegaba para hacerlo más rico de lo que para entonces era, ahora convertido en pobre y triste –por más conciertos que a cada rato se escenifiquen- y, para colmo con libertades restringidas, con los derechos humanos conculcados, igual que la constitución violentada, que ya es mucho decir. En suma, como bien se perfila, usted ganará las primarias, con o sin las máquinas del psiquiatra. De allí la guerra sucia en contra suya.
“Ella está obligada a andar con mucho cuidado pues, sus enemigos que no adversarios -dentro y fuera del gobierno- son capaces, de financiar a cualquier loco que, cabilla en mano, le hagan lo que en su tiempo le hicieron a Herrera Campins. O algo peor”, advirtió, muy preocupado, un anciano que la observó pasar, alegre y con un gentío que la seguía, mayoritaria y entusiasta, por la calle principal de La Parroquia, un pueblito que antes quedaba muy lejos de Mérida y ahora es mucho más que una urbanización de la capital andina. “Es que esa señora tiene estampa, fina estampa, y también ideas claras para ser presidenta”, agregó.
Otro amigo, que sombrero en mano saludaba a la lideresa terció para admitir:
“De eso ya se está ocupando nuestra patrona, la Santísima Virgen de la Candelaria”.
El breve diálogo motivó la nota que este cronista, con mucho gusto hace pública.
ÁngelCiroGuerrero