Cada vez más el miedo los atemoriza, lo que deja entre dicho que no son tan valientes como se muestran. Me refiero a los que, rodilla en tierra, se desgarran las vestiduras jurando que ni por las buenas ni por las malas entregarán el poder.
En igual postura, y no de gallina, están los de la otra oposición. Aquellos que aún no han entendido que lo importante en este momento es el país y no la ubicación o el puestico que buscan afanosamente.
Y son muchos, por cierto. Es una guerra que nunca acaba en ellos porque su único y más preciado objetivo es colearse, aunque el rechazo les resulte inmenso, el pueblo les perdió respeto, pujan porque los rojos terminen dándole un palo a la lámpara.
La realización de las primarias, que tiene a María Corina Machado a la defensora mayor, les guste o no a cualquiera de los incursos en esa tramoya, van a celebrarse. A pesar de las vivezas y trampas del oficialismo, acorralado como está por las multitudes que la siguen por todas partes, esa magnífica oportunidad está asegurada con el decidido respaldo de millones, que ya lo son, de ciudadanos que están gritando, y duro, exigiendo libertad.
Eso se capta en la calle, se siente en el seno de la familia venezolana que ya no aguanta tanto a unos como a otros ofreciendo de todo para ver qué encuentran. Y la desesperación les ayuda a meter la pata hasta lo hondo en tan malévolo propósito de si no soy yo menos lo serás tú.
Gobernar el país en la situación tan trágica en que lo hundió el socialismo, no puede quedar en manos de quienes se anotan sólo en tiempos electorales. Unos, para justificar lo que reciben, buena suma se supone, actuando de ciudadanos preocupados por el futuro nacional y otros pretendiendo se les crea que ahora sí, pero cuando les llegó su cuarto de hora de gloria, mandaron al país que les creyó y les votó para salir del régimen, a bailar salsa…
Otros, sin antecedentes suficientes con los cuales puedan justificar alguna tarea cumplida a favor de la liberación nacional, se mueven como peces en el agua con la boca abierta esperando que les caiga algo en la pecera. Desde luego, la constitución autoriza a cualquier ciudadano, nacido en Venezuela y probadamente demócrata a inscribirse pero como no las tienen se retiran habiendo ganado no sólo unas cuantas fotos y alguno que otro aplauso.
Pero a líderes como María Corina Machado se le ataca porque, en mensaje claro, realista y sincero, anda por todo el país diciendo verdades, que son las que la gente quiere escuchar. Sus planteamientos son serios, responsables, han sido estudiados durante dos décadas de probada lucha por hacer de Venezuela otra vez la nación poderosa y libre en democracia.
Se le ataca por todas partes, se le acosa, se le persigue y, aunque ya comprobaron que es un hueso duro de roer, insisten siempre por mampuesto en detenerla. Creen que los guardias que, con vergüenza, le piden la cédula para dejarla pasar de pueblo en pueblo, y ya no disimulan la sonrisa con que la “detienen” para que los detenidos no sean ellos, el oficialismo logrará impedirle que siga triunfal su camino hacia Miraflores, cuyo primer gran paso será la apabullante victoria el 22 de octubre.
“Es la lucha del bien contra el mal”, dijo. Y nadie del oficialismo o cualquiera de los aspirantes a candidatos arriba señalados y con dos dedos de frente se han atrevido a contradecirla. Esa es la primera muestra de voluntad ligada con fortaleza, que la ciudadanía le admira. Ya se verá, muy pronto, lo que encierra su esperado programa de gobierno, para regresarle al país su perdido progreso y desarrollo, su paz y su libertad.
ÁngelCiroGuerrero