El 8 de junio de 1954, el matemático británico Alan Turing es encontrado muerto en su casa de Manchester. La policía halla, junto a su cama, una manzana mordida y rociada con cianuro. Durante décadas se ha especulado si su muerte fue un suicidio o un accidente, como sostiene la familia. Lo cierto es que con su desaparición se fue una de las mentes más brillantes del siglo XX, tal como recogió la revista Time en 1999.
Gracias a este hombre de aspecto tímido y desaliñado, se logró descifrar, durante la Segunda Guerra Mundial, el sistema de mensajes secretos de Hitler. La conocida como ‘Máquina Enigma’. Este hallazgo facilitó la victoria de los aliados en la guerra, acortándola en dos años y ahorrando decenas de miles de muertes. Además, Alan fue el inventor del concepto de ordenador actual y está considerado, nada menos, que el padre de la inteligencia artificial.
El pequeño Alan ya dio muestras de ser un niño precoz, sus compañeros de colegio le llamaban ‘Mr. Brain’ (Sr. Cerebro) por su formidable capacidad para las ciencias y para el ingenio. A los 19 años entra en el King’s College de Cambridge, una de las mecas del conocimiento científico. Será aquí donde desarrolle las investigaciones matemáticas que le llevarán a diseñar la conocida como ‘Maquina Turing’, un ingenio capaz de determinar funciones matemáticas y que ya contiene los fundamentos lógicos de las computadoras. Gracias a este éxito viaja a Princeton, en Estados Unidos, para escribir su tesis doctoral. Pero el comienzo de la Segunda Guerra Mundial le hace volver a su país donde ingresa en el servicio de espionaje para descifrar los mensajes secretos de los alemanes. A pesar de las dificultades, el ingenio de Turing fue capaz de descubrir la configuración de Enigma. Aunque Turing recibió la orden del Imperio Británico, el éxito quedaría oculto por la decisión del gobierno de destruir todas sus máquinas al finalizar la guerra.
Pero a pesar de su notable contribución a la ciencia y a su país, Alan Turing cometió un grave delito: era homosexual y ejercía como tal. Esto provocó su ostracismo social en una Inglaterra de rígida tradición moral. Tras destaparse su caso, Turing fue juzgado, acusado de ultraje a la moral pública y condenado.
La castración química a la que fue sometido, según las leyes de la época, le sumió en una profunda depresión de la que no saldría. Murió con apenas 41 años. Su rehabilitación pública tendría que esperar 60 años, en 2013, cuando la reina le concedió el perdón.
Documentos RNE se sumerge en la vida y en la mente maravillosa de Alan Turing de la mano de Mamen del Cerro, gracias al relato de Manuel de León, fundador del Instituto de Ciencias Matemáticas y autor del libro Vida y legado de Turing; Ricardo Peña, catedrático de la Facultad de Informática de las Universidad Complutense de Madrid, nos guiará por la peripecia vital del genial matemático inglés; y Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC, nos ayudará a comprender sus genialidades, entre otras, la llamada Maquina Turing.