La verdad es que los líderes de oposición o no saben de números, o se hacen los idiotas o las ambiciones le roban el corazón.
Este juego está cada día más claro porque al gobierno no lo quieren ni los mismos chavistas y ahora cuando el pusevismo se puso duro para acabar con el modelo madurista es lógico que la oposición asuma su posición firme para sacar a este gobierno por la vía electoral.
Esa tesis que el gobierno no sale con votos está desvirtuada porque es definitivo que el pueblo tiene muchos años comiéndose las uñas y pasando las de San Quintín en medio de una sociedad muerta en vida a base de migajas y reparto de retazos del poder.
Por eso el argumento de los maduristas que con el gobierno rojo se vive mejor es puro cuento de caminos porque está probado que con los beneficios que otorga el gobierno por cualquier vía no hay paraíso.
El país está obligado a cambiar de modelo y lo dicen los mismos chavistas que hay que lograr la unidad nacional para que sea el pueblo el único juez en el cambio de rumbo de una nación vuelto un pliego de papel arrugado para no hacer una descripción más profunda de la tragedia nacional.
Esta tragedia nacional es inédita porque condenar a los venezolanos a una emigración obligada y al resto a quedarnos padeciendo en este país, mi país, tu país sin esperanzas de vivir en paz, es un sacrificio que no se lo deseamos a ninguna nación del planeta.
Por esa razón es importante que se le empiece a reclamar a cualquier gobernante por la pérdida de los valores democráticos, por la quiebra de los servicios públicos, por la muerte súbita de la salud, por el salto atrás de la educación y por el colapso de una sociedad que perdió sus valores y la dignidad como soportes de un ciudadano orgulloso de su estirpe.
Sin dudas que a cualquier personaje de la oposición nacional que se le ocurra torcer el rumbo de la dignidad nacional estará out y listo para desaparecer de la escena política para toda la vida. Es evidente que no hay otra ficha que jugar en medio de la crisis del país, pues tener un bolívar maltratado y que nada vale es parte de la estrategia de dar poder a una clase política que condenó a los ciudadanos a la nada.
Por eso son importantes las elecciones primarias con equilibrio y alejadas de los problemas menores como los ejemplos de Henry Ramos y Bernabé Gutiérrez en AD, o de Capriles y Brito, o de Leopoldo y su contraparte o del Gordo Salazar y Roberto Henríquez.
Esas luchas fratricidas deben quedar en el pasado y los que pretendan actuar como perturbadores quedarán marcados por el mismo pueblo que se encargará de borrarlos del mapa político nacional. No les queda a los partidos otra opción que enrolarse en la onda de la unidad nacional.
Pero si la Comisión Nacional de Primarias se equivoca al amurallarse a 4 partidos se muere al nacer como consecuencia de tener una visión miope de cara al país y eso le producirá su muerte inminente y tendrá que aparecer una institución con amplitud para captar la voluntad nacional
Podrán quejarse, quedarse fuera, no participar, inventar cuentos y fotografiarse con el régimen, pero la gente los marcará como verdaderos enemigos de la salvación del país.
Está claro que unos son parte de las locuras del régimen con jugadas constitucionales amañadas y otros son parte de las conchupancias de un momento electoral tan lleno de irregularidades, pero al común del país solo le interesa cambiar de modelo político.
Querer distraer al país con narrativas dirigidas a confundir a la gente sobre la limpieza de la administración pública son solo cantos de sirena que no podrán desviar la atención de un pueblo esperanzado en vivir mejor.
Es la hora del venezolano de a pie que ve con estupor como maduristas y chavistas se culpan de la debacle nacional y que se sacan los trapitos al aire para convencer a sus seguidores que los que se equivocaron fueron los otros.
Ante esa realidad el camino está trazado para unos líderes de partidos políticos que deberán volver a la realidad para ubicarse en los intereses del país por encima de ambiciones personalistas que están fuera de lugar.
Ya es tiempo de frenar las locuras en la gobernanza y que se acaben las políticas cantinfléricas que nada le han dejado a una nación que bajo hasta el subsuelo por las políticas erradas de unos liderazgos desvencijados y cargados de ambiciones enfermizas.
La Venezuela de los próximos años no puede replicarse como la nación de las colas, de los hospitales colapsados, de los ciclos de agua de 40 días, de un servicio eléctrico inestable, de unas telecomunicaciones prehistóricas, de un sistema judicial corrupto, de una policía confundida, de unos organismos de seguridad sin rumbo, de una clase política atrofiada y de unos ciudadanos sin valores y sin dignidad.
Ese no puede ser el país que queremos porque debemos volver a tener instituciones democráticas confiables y un sistema judicial equilibrado.
La Venezuela que queremos debe tener una educación de primera en todas las modalidades y donde las universidades tengan presupuestos justos para formar el recurso humano que requiere el país.
Es la hora de las escuelas de ciudadanía donde los habitantes de un país con conciencia crítica y dignidad reclamen sus derechos y avancen al lado de sus gobiernos para aportar ideas que despierten al país de la modorra y fabricar esos ciudadanos de primera que sean parte del modelo de cambios.
De ahí la importancia de la Comisión Nacional de Primarias que, si deja entrar a sus espacios a los lobos heridos que quieren cultivar el revanchismo político, encontrarán el final del camino muy rápido y se tendrán que desparecer de la escena política para siempre.
Encíclica/ManuelAvila