Lo de Tocorón es la mayor farsa que el régimen haya podido cometer en el presunto manejo de la eterna crisis penitenciaria.
Remigio Ceballos, el que usa chaquetas de diseño cada vez que declara a los medios, es decir se disfraza para distinguirse, mintió descaradamente al indicar que cerca de 12 mil efectivos “tomaron” la peor de las cárceles venezolanas.
Asunto tan fantasioso como imposible. Dijo que la operación “Guaicaipuro” resultó ampliamente “victoriosa”” y mostró a las cámaras el botín recuperado: un reducido lote de algunas armas de diferentes calibres y municiones.
Faltó mostrar el arsenal completo que allí mantenían los reclusos. No estaba, porque los malandros se lo habían llevado en su bien planificada “fuga” del penal, cercano a Maracay.
Sí, porque familiares de los “evadidos” y vecinos dijeron que éstos se fueron horas antes de que Remigio llegase con su “rambos”, tal cual –según los expertos en examinar esta clase de menesteres- previamente habían acordado con las autoridades.
El ministro –otro uniformado– explicó que el operativo “limpió” la cárcel garantizando así el cese de tantos delitos que allí se cometían. Pero en ningún momento y para nada mencionó que en Tocorónt nació, creció y se desarrolló el llamado fenómeno de los pranes, que tuvo como madrastra a la propia titular del ministerio de Prisiones, la bien llamada “fosforito”, retratada en varias ocasiones con los cabecillas de las bandas más asesinas que en Venezuela haya habido; y de quien uno de sus escoltas denunció que la funcionaria entraba a la cárcel sin nada en las manos, pero salía con maletines lleno de billetes.
Para los estudiosos que conocen a profundidad el tema penitenciario, la operación “Guaicaipuro” por el contrario, fue un solemne fracaso.
El régimen pretendió ganarse aplausos “tomando por asalto” lo que se consideraba un bastión del crimen organizado, pero, en la práctica, resultó ser tan solo una trinchera abandonada.
De los casi 5 mil presos, el dron mostró en sus tomas apenas una minoría en el patio y luego en muy pocos autobuses su traslado a otras penitenciarias, sin indicar cuáles.
Pero no apareció ni el llamado “Niño” Guerrero, el fundador y máximo dirigente del Tren de Aragua, cuyos tentáculos llegaron a Chile, pasando por Colombia, Ecuador, Perú y Brasil donde, lamentablemente, también se instalaron para delinquir y asesinar casi impunemente.
Mostraron, sí, el zoológico, la piscina y a “Tokio” la discoteca, pero nunca a ninguno de los tantos con ganada fama de criminales. Sencillamente, porque no estaban.
Ahora, a los dos días después de la evasión, quizás porque sencillamente entendieron que la opinión pública “no se comió la coba” el régimen anuncia “estarlos buscando hasta por debajo de las piedras”.
El sainete montado por el oficialismo, teniendo como principal protagonista a Ceballos comandando el “tropel” de uniformados, es un ejemplo del “esfuerzo y sacrificio” que “cumplen los encargados de garantizar seguridad a los venezolanos». De allí que el arrebatón, el asalto, el atraco y el crimen crezcan día a día por igual en todas partes.
Un gobierno serio y responsable no comete un error de tal naturaleza. Menos puede enorgullecerse, como lo demostró estar Ceballos de “la operación de restablecimiento de la normalidad y la paz” en los recintos carcelarios, cuando lo realizado en Tocorón evidenció, al decir de los entendidos en la materia, que apenas fue una burda maniobra urdida entre los pranes y las autoridades por lo cual éstas últimas tendrán que responder, si tienen la verdad entre sus manos, muchas preguntas.
Y, si no es así, por su silencio quedarán identificadas como verdaderos mentirosos o, cuidado, si por igual cómplices de una triste, vergonzante y peligrosa componenda.
¿Se atreverán a responder algunas de las muchas preguntas que, ante la operación “Guaicaipuro”, desde ya se las están formulando los ciudadanos?
¿Por qué si tomaron Tocorón para liberarla de todos los males que allí a diario se producían, no se detuvo a ningún, ojo, a ninguno de los pranes? ¿Por qué desde días antes los efectivos militares no vigilaron la salida del túnel por donde supuestamente se escaparon los delincuentes, conociéndose que ese túnel fue construido mucho tiempo atrás de la toma por Ceballos de la cárcel? ¿Hubo “listado de presos”? ¿Cuáles fueron los que estaban y cuáles los que no al momento de pasar revista?
Que muestren las listas. De los presuntos 5 mil que en Tocorón cumplían condena, ¿cuántos se quedaron y cuántos se fueron? ¿A cambio de qué clase de prebendas los pranes acordaron entregar el penal? ¿Qué no los persiguieran? ¿Negociaron que el régimen se olvidara de ellos? ¿Que los fiscales y los jueces corruptos, que los hay, nadie puede negarlo, engavetasen sus expedientes y “el cuánto hay pá eso” en sus bolsillos? ¿Qué dice, qué argumenta el director de la cárcel por la desaparición del pran mayor y sus luceros? ¿Por qué el “enviado especial del Canal 8″ no preguntó nada al respecto?
Y la pregunta, ya no de las cien mil lochas, ¿es el por qué Remigio Ceballos no abrió la boca para decir dónde estaba el pran mayor y sus luceros si los 12 mil efectivos que “limpiaron el penal no los encontraron por ninguna parte? Y eso que eran dos por cada preso. Los 2 mil restantes ¿dónde estaban “que nadie los vio”?
Ante un hecho tan grave, un gobierno respetuoso de la ley, serio y responsable de sus obligaciones, a estas horas ya habría pedido la renuncia y sometido a toda clase de investigaciones tanto a Remigio Ceballos como a sus principales ayudantes y, cuidado si hasta prisión les podría salir por permitir tan absurda, insólita y extraordinaria muestra de incompetencia.
Lo verdaderamente lamentable, por una parte, y por la otra, determinante ejemplo de hasta dónde ha llegado a tal grado la corrupción en este país es que muchos prefieren vender la vida y la propiedad de los bienes de los ciudadanos por un puñado de bolívares (y de dólares) de los millones que el hampa misma le ha robado a cientos, a miles de venezolanos.
Pero, bueno, castigar a estos traficantes de la paz ciudadana pasa en naciones donde la ley se cumple, se aplica con todo rigor. En la Venezuela revolucionaria de estos casi 24 años y medio de desgobierno eso no sucede. Por el contrario, es un creciente y súper poderoso negocio.
Maduro, ya está bien: deja en libertad a Jhon. Te lo pide Venezuela toda, salvo unos cuantos rodilla en tierra que, afortunadamente pocos, celebran que al muchacho lo hayan torturado y lo mantengan preso…
ÁngelCiroGuerrero